John Saxe-Fernández
Hillary Clinton, secretaria de Estado e integrante del Consejo de Seguridad de Obama, se molestó hace días con el término golpe de Estado usado en la condena de la OEA al operativo orquestado en Honduras por medio de un ejército que, como dice Álvaro Montero Mejía, respira por las narices de sus asesores estadunidenses (elpais.cr 10/7/09). La señora encabeza la diplomacia abierta (track I) en torno al putch y su enojo se hace manifiesto en lo que Montero califica de la trampa de la mediación, es decir, en un evidente acto de astucia y perfidia encaminado a re-localizar el debate sobre ese grave acontecimiento sacándolo de cualquier foro multilateral (sea la OEA, el Grupo de Río o la ONU) y confinándolo a la sala de la casa privada de Óscar Árias, el presidente de Costa Rica, que condenó el golpe pero que es confiable: respalda la Iniciativa Mérida con un entusiasmo sólo comparable al de Felipe Calderón e impulsó el Tratado de Libre Comercio arremetiendo contra la economía popular y bastiones estratégicos como el Instituto Costarricense de Electricidad, la empresa de mayor facturación del país.
¿La intención de la mediación?: ganar tiempo para consolidar el operativo encubierto (“track II”) perpetrado en Honduras como geopolítica continental eludiendo el compromiso y la actitud inclaudicable de los gobiernos de América Latina y, además, atenuando “la calificación del usurpador y nuevo sátrapa de Honduras, Roberto Micheletti, al que ahora se llama ‘presidente’, con lo que se prolonga indefinidamente la situación; se le da tiempo a las fuerzas oligárquicas de Honduras de articular una recuperación de su poder de facto, social y político y preparar el entramado de las nuevas ‘elecciones’; meter al presidente Zelaya en un acto de objetivo reconocimiento de los golpistas…(y) arrinconar las fuerzas opositoras” (ibid).
En función del “Track II”, la mediación impulsada por Clinton trata de manejar y desactivar el unánime rechazo de la comunidad de naciones democráticas a lo que el coronel Herbert Bayardo Inestroza, principal asesor jurídico del ejército hondureño, en entrevista publicada por el Miami Herald, admite que es una abierta transgresión a la ley, que se cometió un delito al sacar a Zelaya, pero había que hacerlo, dijo, por la situación que se venía dando desde el convenio con Venezuela sobre el Alba. Agregando que “…no hay que ser tan inteligente para darse cuenta de lo que ha sucedido en Bolivia, Ecuador y Venezuela, para saber qué es lo que viene”.
La de Bayardo es una aflicción de la derecha castrense por las victorias izquierdistas en la región, compartida por el Pentágono y heredada por Condoleezza Rice a la señora Clinton en el Departamento de Estado: se trata de triunfos electorales contundentes en Venezuela, Brasil, Argentina y posteriormente en Bolivia, Nicaragua, Ecuador, etcétera, que se pretenden revertir por medio de operativos de desestabilización asentados en instrumentos e iniciativas legadas por Bush a Obama, entre ellos a) un memorando presidencial autorizando la intensificación de los enlazamientos militares de Estados Unidos con sus contrapartes al sur del Bravo, por medio de la reanudación de programas que habían sido suspendidos desde 2002, ya que algunos países no garantizaban inmunidad a los militares de EU para evitar su enjuiciamiento por crímenes de guerra y b) por medio de la Iniciativa Mérida en México, Centroamérica y el Caribe, esquema de intervención y ocupación militar que opera bajo la pantalla de la guerra contra narco y crimen organizado.
El golpe militar en Honduras es parte de esos enlaces para, como dicen los documentos del Pentágono, suavizar la creciente tendencia izquierdista, a los que se agregan los vínculos presupuestales y contratos para equipo y fuerzas mercenarias que operan en la región como firmas de seguridad estadunidenses, auspiciados con fondos de la Iniciativa Mérida, también adoptada por Obama-Clinton.
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