Los pesticidas utilizados en campos agrícolas de Estados Unidos causan la muerte de muchos trabajadores / La dispersión de los pesticidas en el aire en California con concentraciones bastante mayores a los niveles de exposición aguda o crónica, considerados “seguros” por las agencias reglamentarias, está causando abortos espontáneos, esterilidad y cáncer de mama en mujeres, así como graves estragos en la salud de los niños que asisten a las escuelas cercanas a los campos agrícolas.
MEXICO, D.F., 27 de diciembre (UNIVERSAL).- Carolina, trabajadora agrícola de Lamont, California, es viuda y madre de cinco hijos. Ella y su hija mayor, ambas mexicanas, son las únicas que proveen recursos para su familia, aunque Carolina ya no puede respirar por sí misma, y para ello requiere de un tubo en su tráquea. Trabajó a lo largo de 10 años en los campos de uvas de California, considerados los de más alta peligrosidad por pesticidas. “Hace como un año y medio, mientras trabajaba sentí un fuerte dolor de cabeza y vómito. Luego me rascaba las manos y toda la piel, y tuve una infección en la garganta que se convirtió en infección pulmonar”, relata. De hecho toda la cuadrilla se sintió mal ese día, por lo que el mayordomo les indicó que regresaran a sus casas para retomar el trabajo a la mañana siguiente, pero Carolina no pudo retomarlo más; fueron muchos años, cuando menos 10, de estar expuesta a los pesticidas (insecticidas, herbicidas, funguicidas) que son mortales, a decir de la Organización Líderes Campesinas en California, cuya misión es abogar por los derechos de la comunidad campesina en las regiones de Valles de Coachella, Imperial y Salinas, y Condados de Ventura, Madera, Merced, Santa Cruz y Fresno.
Daniela Ramírez, activista y directora ejecutiva de Líderes Campesinas, considera que la dispersión de los pesticidas en el aire en California con concentraciones bastante mayores a los niveles de exposición aguda o crónica, considerados “seguros” por las agencias reglamentarias, está causando abortos espontáneos, esterilidad y cáncer de mama en mujeres, así como estragos en la salud de los niños que asisten a las escuelas cercanas a los campos agrícolas tales como: pérdida de la memoria, asma, alergias y perdida de la visión. Efectos como vómito, náuseas, mareos y dolor de cabeza, fatiga, somnolencia y erupciones en la piel, a veces pueden ser identificados y tratados apropiadamente; mientras que otros a largo plazo o crónicos como cáncer, defectos de nacimiento, problemas reproductivos, del desarrollo y daños al sistema nervioso son muy difíciles de vincular con la exposición a pesticidas. Las enfermedades crónicas relacionadas con estos pueden desarrollarse a lo largo de 15 o 30 años después de que alguien estuviera expuesto a ellos, además muchos trabajadores saben por experiencia personal que el envenenamiento por pesticidas es difícil de probar sin la cooperación del patrón para dar información precisa sobre los químicos a los cuales un campesino podría haber estado expuesto, y la mayoría de las y los trabajadores que los aplican no saben los nombres de los químicos que se usan en los campos donde laboran. Una ocupación casi mortal “Trabajar en la agricultura es una de las ocupaciones más peligrosas de Estados Unidos: además de las largas jornadas de trabajo y de un mayor riesgo de lesiones físicas, los 2.5 millones de trabajadores del campo que se calcula existen en el país, se enfrentan al riesgo de exponerse a pesticidas, más que cualquier otro segmento de la población. Vale decir que el 79e los trabajadores en dichos campos (aproximadamente 600 mil hombres y mujeres) son latinos, la inmensa mayoría de origen mexicano, 3uertorriqueño y una pequeña porción de otros países latinoamericanos; sumado a ello, la Encuesta Nacional de Trabajadores Agrícolas, reportó que sus familias no tienen seguro médico de ningún tipo, ni individual ni patronal. “La dificultad inherente al estudiar dichas enfermedades se exacerba en las poblaciones de trabajadores migrantes, quienes rutinariamente mudan de un estado a otro o de un país a otro. Algunos trabajadores agrícolas pueden buscar tratamiento en clínicas migrantes que reciben fondos federales, pero la gran mayoría simplemente se quedan sin atención médica. “Los residuos de pesticidas en el aire son encontrados en casi todos los sitios y esto puede persistir durante días y hasta meses después de la aplicación. Con citar tan sólo un pesticida, el ioduro de metilo, se ha relacionado a problemas tales como cáncer de mama, cáncer de hígado, supresión del sistema inmune, neuropatía periférica, leucemias en niños y adultos, generación de anticuerpos de autoinmunidad, esclerosis múltiple, y cáncer de testículos, entre otros. “Un estudio de cáncer determinó que cuando se les compara con la población general, tanto granjeros como trabajadores y trabajadoras agrícolas muestran un incremento de mieloma múltiple y cánceres de estómago y próstata. Además los trabajadoras muestran un singular aumento de cánceres en la boca, faringe, pulmones e hígado”, suscribe el reporte de los trabajadores agrícolas y los pesticidas en California, que fue realizado y presentado por la Red de Acción sobre Plaguicidas de Norteamérica. A veces la dispersión es obvia, pero a menudo es insidiosa, invisible e inodora, y puede persistir durante días, semanas o hasta meses después de la aplicación; ésta puede avanzar varias millas desde el sitio de fumigación, y bajo techo se concentran en la capa de aire justamente encima del piso, donde suelen jugar los niños, además se acumulan en los artículos de plástico, como los juguetes. En muchos casos el médico no presenta el informe o la persona afectada no acude o no cuenta con los recursos económicos para la atención médica necesaria. Los bajos ingresos y el miedo a perder el trabajo son motivo para quedarse laborando, aún bajo la sospecha de estar envenenado. Aunado a ello, la mayoría de los trabadores agrícolas tiene acceso limitado a chequeos médicos de rutina y prevención y no se están usando los pocos exámenes de sangre disponibles que identifican envenenamientos por pesticidas específicos. A pesar de que a los patrones de las fincas agrícolas se les exige tener el seguro de Workers Compensation; para Silvia Berrones, líder campesina esta red de seguridad no ha probado ser efectiva para el tratamiento de envenenamientos por pesticidas. Según informes de la United Farm Workers of America algunos trabajadores se quejan que estos “doctores de la compañía” proveen tratamientos mínimos y los mandan de regreso a los campos; otros aseguran que estos médicos protegen a las compañías por Workers Compensation y así minimizan las lesiones de los trabajadores; además, los trabajadores agrícolas no están cubiertos por el Estándar de Comunicación de Peligros de la Administración de Salud y Seguridad Ocupacional que requiere que los patrones informen a sus trabajadores de los riesgos asociados con cada químico en su centro de trabajo. “Me rascaba las manos, tenía erupciones en el cuello -comenta Luis, trabajador agrícola, de 28 años. Creí que desaparecerían solas. El doctor de la compañía me dijo que tenía una alergia y me recetó unas pastillas y una crema para la irritación. Tuve que perder un día de trabajo. Si no trabajo no me pagan, así es que prefiero presentarme a trabajar. Descubrí que había otros trabajadores con irritación en las manos, pero existen muy pocos exámenes accesibles y únicamente disponibles para identificar el pesticida específico o el tipo de pesticida implicado en un caso particular de envenenamiento y no existen antídotos para el envenenamiento con los fumigantes”. Según testimonios de trabajadores agrícolas a algunos que piden ir al doctor se les dice que si encuentran algo fraudulento en sus reclamos se les procesará hasta por 50 mil dólares bajo el rubro de fraude de a ley de Workers Compensation. Existe además acoso sexual, y aún amenazas de daño físico a los trabajadores delatan a sus empleadores, si son indocumentados, su estatus migratorio los silencia aún más debido al temor de ser deportados.
Las leyes dan protección limitada
A los trabajadores del campo se es niega el derecho a organizarse, para las compensaciones por lesiones en el trabajo bajo la ley de Compensación a los Trabajadores Workers Compensation) y un pago mayor por horas de trabajo extras. Se les niega específicamente el derecho a organizarse bajo la Ley Nacional de Relaciones laborales (Nacional Labor Relation Act), y el trabajo en la agricultura es pobremente recompensado pues el 62e los trabajadores agrícolas viven en la pobreza. La inseguridad económica, la pobreza en la vivienda, las barreras del lenguaje, la falta de seguro de salud y las pobres condiciones de trabajo exacerban los problemas causados por la exposición a los químicos, para la mayoría de trabajadores agrícolas. Muchos de los cultivos que son la especialidad de California, como fresas, brócoli y flores, requieren de una labor intensiva para la preparación del campo, el mantenimiento y la cosecha; esto aumenta el potencial de contacto directo de los trabajadores con los químicos en numerosas etapas, incluyendo la preparación del suelo con fumigantes, la aplicación aérea de insecticidas, herbicidas y fungicidas, el rociado de plantas con pesticidas antes de la cosecha y el tratamiento y manejo posterior a ella. Los trabajadores agrícolas son con frecuencia los responsables de mezclar y aplicar las sustancias químicas y también están expuestos durante y después de esta aplicación tanto en el campo donde laboran como en los campos vecinos.
Faltan letreros indicadores
Según datos del Programa de Vigilancia de Enfermedades por Pesticidas en California, las dos fuentes más comunes de exposición que han conducido a enfermedades, son los restos que flotan en el aire por el rociado de pesticidas (44y los residuos en el campo (33 La falta de letreros indicadores y notificaciones cuando los sembradíos van ser rociados, también pone en peligro a los trabajadores en los campos, los intervalos de entradas restringidas (REIs) y los letreros en el campo -para protegerlos de los residuos- son inadecuados y/o no se exhiben como deben. Para Carlos, trabajador de la fresa de origen mexicano los pesticidas están todos a su alrededor. “En los campos donde pisco, en los campos que me rodean, en los campos alrededor de mi casa. A veces en el trabajo nos dan crema para las manos para usar después del rociado. Me salen erupciones en las manos y en los brazos, los ojos se me ponen rojos y me arden. Cuando salgo del trabajo puedo oler los químicos en mi ropa. Mi casa está rodeada de campos de lechuga que también son rociados con químicos que están volando en el viento”. Los datos sobre enfermedades relacionadas con su uso también son limitados, toda vez que resulta prácticamente imposible determinar qué pesticidas están asociados con las enfermedades reportadas. Aún así el Department of Regulation, DPR, revisa unos 2 mil casos potenciales de envenenamiento. Frecuentemente estos, pueden ser mal diagnosticados como enfermedades estomacales, bronquitis o asma. En una revisión de los records médicos de 20 bebés y niños severamente envenenados con pesticidas, trasferidos a varios hospitales, en 16 de los 20 casos hubo diagnósticos equivocados. En algunos de ellos hay rastros de sangrado en el cerebro por aneurisma, trauma craneal, acidosis diabética, gastroenteritis bacterial severa, neumonía y tosferina. En otro caso que fue reportado, 34 trabajadores de una cuadrilla, incluyendo a un niño de 13 años, se enfermaron mientras desyerbaban algodón cerca de Firebaugh, Fresno California; 30 fueron llevados de inmediato a la clínica más cercana. El campo de algodón había sido tratado con el pesticida tóxico carbofurán a las 4 de la mañana y a las 6 ellos entraron a trabajar.Debieron de haber sido advertidos que el carbofurán tiene un intervalo de entrada restringida de 48 horas y requiere tanto de la instalación de avisos de campo en tratamiento como de notificación verbal a los trabajadores, lo cual no ocurrió”, agregan expertos en el tema. De igual manera, según el reporte de Pesticide Action Network North America, 22 trabajadoras agrícolas, entre los que había tres mujeres embarazadas, fueron llevadas al hospital tras presentar signos de envenenamiento mientras trabajaban en la cosecha de uvas cerca de Bakersfield, California. Otros 225 obreros agrícolas también estuvieron expuestos a envenenamiento cuando un rociador de cultivos se accionó en un campo e algodón cercano con una mezcla de pesticidas tóxicos, incluido el Lorsban, uno de los insecticidas de más amplio uso en Estados Unidos. El sistema de reportes de enfermedades por pesticidas en el estado de California se suscribe sólo a los efectos agudos en la salud. Los efectos crónicos no son considerados, a pesar de la evidencia de que el trabajo agrícola está asociado con un elevado riesgo con ciertos tipos de cáncer, defectos de nacimiento, abortos espontáneos y problemas de desarrollo infantil. Los cultivos más peligrosos La uva, el algodón y el brócoli son los cultivos más peligrosos, comenta Silvia Berrs, Coordinadora del programa Salud de la Mujer de Líderes Campesinas, y casi la mitad de los reportes por enfermedades con pesticidas relacionados con la agricultura se concentran en diez productos: uva, algodón, brócoli, naranja, plantas ornamentales, almendra, tomate, lechuga, fresa y alfalfa. “He tenido dolores de cabeza, mareos, náuseas, dolor de estómago y vómito por envenenamiento en el trabajo. Le dije al mayordomo como me sentía, y él me ignoró y se fue. Soy el que rocía el pesticida y continuamente me mojo con el líquido que se usa para las plantas. Mi ropa no me protege, es muy delgada y los brazos se me mojan. Nunca puedo ir al doctor porque no tengo suficiente dinero”, comenta Julio, mientras Magdalena agrega que cuando se sintió enferma durante su trabajo como piscadora de fresas en una gran finca, le comentó al mayordomo que las crecientes erupciones en su piel se debían a estar expuesta a los químicos. “De mala gana me dieron permiso de acudir con el doctor de la compañía, con la advertencia de que debía pagar por la consulta, en caso de que el médico determinara que mi enfermedad no se debía a los pesticidas. En pocos días fui despedida con la única explicación de que no estaba esforzándome lo suficiente en el trabajo’. Urgen reformas sobre pesticidas Para Paula Placencia, coordinadora de Líderes Campesinas, el paso más urgente es eliminar el uso de aquellos pesticidas más peligrosos, aquellos que causan cáncer, daños reproductivos o son extremadamente tóxicos para el sistema nervioso. “El Departamento de Regulación de Pesticidas de California, debería desarrollar un plan para eliminar su uso”. La Agencia de Protección ambiental de California (California Environmental Protection Agency), el Departamento de Alimentos y Agricultura de California (California Department of Food and Agriculture) deberían otorgar recursos significativos para investir en la investigación y capacitación como poyo a prácticas agrícolas orgánicas, incluyendo la prohibición del ociado aéreo de pesticidas, así como el rociado con equipo en la espalda usando químicos restringidos , y anunciar los requisitos con letreros y notificaciones. La Administración de Salud y Seguridad Ocupacional de California (California Occupational Safety and Health Administration) debe ejercer su autoridad para multar a los médicos que no reporten con rapidez el envenenamiento a las autoridades de salud de los condados, concluye Placencia. Mientras tanto la Red de Acción Pesticida, continúa en su lucha para que se adopten métodos ecológicos de manejo de plagas en sustitución de pesticidas, pues a su decir muchos trabajadores temen represalias de sus patrones o no reciben suficiente adiestramiento sobre pesticidas peligrosos, por lo que algunos campesinos toleran los síntomas que sienten como si simplemente fuera parte del trabajo. “Además las regulaciones estatales de seguridad para los trabajadores agrícolas son mal aplicadas”. Mi mano estaba cubierta de ampollas a causa de un pesticida, comenta Jaime, acudí al doctor y me dijo que consiguiera una lista de todos los químicos usados en los campos donde había trabajado. Mi supervisor se rehusó a esta petición y dijo que los pesticidas no habían podido causarme tales quemaduras. Volví a mi trabajo. Trabajé hasta el medio día y cuando me quité los guantes para comer, salieron un montón de pellejos. Me dio asco, ya no pude comer y mejor me fui. Quería usar la Workers Compensation, pero la compañía no estuvo de acuerdo. No me creían y pidieron que fuera a ver al médico de la compañía. Mi supervisor también dijo que quería ver una muestra de sangre. El médico de la compañía reclamó que debí haberlo visto antes, y que yo sólo trataba de aprovecharme. Al final después de muchos problemas pude obtener la Workers Compensation a la que tenía derecho desde el inicio, pero a partir de esa circunstancia el trato hacia mí ya no fue el mismo”.
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