28 enero 2010
“Las elecciones del 2010 nos diràn qué quiere o qué no quiere el pueblo de Mèxico”.
Francisco Peña Issasi.
I
En el año que corre, 12 de los 31 Estados Unidos Mexicanos renovarán poderes ejecutivo y legislativo y municipales y tres elegirán diputados y ediles. Empero, el electorado no parece interesado en esos comicios ni en sus desenlaces.
De hecho, el electorado exhibese indiferente al proceso electoral, en acusadísimo contraste con los partidos políticos y, desde luego, los personeros del poder político del Estado en la práctica trianual y sexenal de saltimbanquismo extremo.
¿Qué pedagogía moral devendría de la indiferencia de la ciudadanía acerca del proceso de renovación completa de poderes en las entidades federadas? ¿Qué moralejas se desprenderían de esa aparente insensibilidad societal?
Las respuestas antojaríanse obvias para el leyente avisado que habita en cualesquiera de esos 12 Estados o incluso más allá de aquellas entidades en donde se realizarán elecciones. Es un asunto atañedero a todos.
Y, por atañedero, se nos muestra como asunto de trascendencia.
II
Y de trascendencia es, pues tiene que ver, por los imperativos de la dialéctica de causa y efecto, nada menos que con la viabilidad misma de México. El electorado intuye que la existedncia de México está en juego, bajo un enorme peligro.
Y es que, en la percepción general, México es sólo un nombre, habiendo cesado ya como noción histórica. México es una denominación sustentada sobre la falsa premisa de que los mexicanos somos, pues, México. Para algunos, México es sólo una marca.
México, sin duda, está allí, en su enclave geográfico e histórico, pluriétnico, multicultural, diverso en todos sentidos. Los pueblos de México están en un país que ya no es suyo y por el cual, para vivir en él, on exccionados brutalmente,
México ya no es de los mexicanos todos, sino de unos cuantos oligarcas connacionales asociados con las oligarquías trasnacionales para continuar despojándonos rapiñescamente de un país que otrora sentìamos nuestro.
Ésto nos remite al epígrafe del leyente Peña Issasi de la entrega de hoy.
III
La suma de procesos electorales locales, independientemente de sus contextos sociopolíticos respectivos, tienen un hilo conductor insoslayable: el hartazgo ciudadano. Del hartazgo al “¡ya basta!” no hay abismos insuperables.
Cierto. La ciudadanía está harta de ser burlada mediante engaños, simulaciones, demagogia, arrogancias y prepotencias y abusos del poder, manipulaciones de los medios de control social y, sobre todo, de no ser atendidas sus grandes necesidades.
A ello cabría agregar que la ciudadanía alienta una profunda desconfianza por los personeros del poder político del Estado, sean aquellos panistas o priístas o perredistas o de cualesquier otras denominaciones partidistas. Los ve como delincuentes con licencia.
La conducta del electorado –de abstenerse de votar o no— nos dirá cuál puede ser el rumbo deseado por la ciudadanía. Pero es probable que los políticos, sin propuestas para rescatar al país de la debacle ocurrente, abusen una vez más de la credulidad ciudadana.
Empero, ese es el problema: nuestra credulidad. Ello nos impide organizarnos.
ffponte@gmail.combo
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