Juan Manuel Bueno Soria
La voluntad de crear un nuevo organismo sin la tutela de Estados Unidos significa que ese país ya no es el actor más importante en la política exterior de las naciones de la región. La nueva conformación de fuerzas, unida a la dinámica misma de la propuesta llevada a cabo por los países más prósperos y a la vez más progresistas, para la creación de un nuevo organismo regional, salvó todos los obstáculos que se presentaron en Cancún. Países como Colombia, México, Panamá y Perú, que guardan estrechas relaciones políticas con Washington, accedieron a la creación de este nuevo ente internacional. No hubo entonces, en Cancún, argumento válido que impidiera el avance de la integración latinoamericana.
Lo que significa
La decisión unánime de los jefes de Estado y de gobierno en esta Cumbre de la Unidad –integrada por la II Cumbre de América Latina y el Caribe sobre Integración y Desarrollo y la XXI del Grupo de Río– deberá cerrar el largo capítulo de la Doctrina Monroe y del “Consenso de Washington”, mediante los cuales se manipularon las relaciones entre los países de la región.
Recordemos que el jueves 15 de mayo de 2008, los propios estadunidenses dieron por terminada la Doctrina Monroe, “América para los americanos”, en vigor desde el siglo XIX. En un informe del Consejo de Relaciones Exteriores, una reconocida organización no gubernamental estadunidense determinó el fin de la hegemonía de Estados Unidos en el continente, señalando que “la política estadunidense ya no puede ser basada sobre la suposición de que Estados Unidos es el actor exterior más importante en América Latina”. En ese informe se afirma que “el destino de América Latina está en gran medida en las manos de América Latina”.
En adelante, para Estados Unidos será más difícil imponer los criterios económicos establecidos en el llamado Consenso de Washington, el cual consiste en una serie de políticas económicas que los países latinoamericanos debían aplicar, para supuestamente impulsar su crecimiento: 1. Disciplina fiscal; 2. Reordenamiento de las prioridades del gasto público; 3. Reforma impositiva; 4. Liberalización de las tasas de interés; 5. Una tasa de cambio competitiva; 6. Liberalización del comercio internacional; 7. Liberalización de la entrada de inversiones extranjeras directas; 8. Privatización; 9. Desregulación; 10. Derechos de propiedad.
Aunque seguirá existiendo la Organización de Estados Americanos (OEA), en realidad muchas de sus funciones serán ejercidas por el nuevo organismo. Sobre este tema, el presidente de Ecuador, Rafael Correa, ha declarado que la Celac deberá asumir funciones como la solución de controversias y de conflictos entre las naciones de la región, como el golpe de Estado en Honduras.
Para el presidente de Venezuela, Hugo Chávez, la desaparición de la OEA dependerá de la voluntad de sus países miembros. Aunque agregó que los jefes de Estado y de gobierno de la región han manifestado su apoyo al actual secretario de la OEA.
Los antecedentes
Uno de los procesos políticos y diplomáticos más inmediatos que dejaron de manifiesto la esclerosis en la que se encuentra la OEA fue el bombardeo ilegal de Colombia contra Ecuador, en abril de 2008, ante lo cual, este organismo se vio incapacitado para resolver los conflictos regionales por la vía de la negociación política y diplomática.
La perspectiva histórica nos muestra, además, que los esfuerzos integracionistas de la región han sido múltiples, como bien lo ha sintetizado el editorial del diario La Jornada “América Latina: paso histórico”, del miércoles 24 de febrero, que resumido señala: en el ámbito de la cooperación económica se encuentran la Comunidad del Caribe, el Mercado Común del Sur (Mercosur), la Comunidad Andina y el Sistema de la Integración Centroamericana. En el área de la cooperación, destacan los parlamentos regionales como el andino, el centroamericano, el latinoamericano y los mecanismos de solución de controversias como el Grupo Contadora y su sucesor, el Grupo de Río. A los esfuerzos destacados por el periódico citado, podemos agregar organismos ya en funciones, propuestos por iniciativa de Venezuela y que han sido ampliamente consensuados en la región: Petrocaribe, la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (Alba), la Unión de Naciones Suramericanas, etcétera. También ha sido gracias a la política exterior de Venezuela, mediante la cual se han reanimado importantes instancias de integración latinoamericanas, como la Asociación Latinoamericana de Integración y el Sistema Económico Latinoamericano y del Caribe (Sela).
Como muestra de los apoyos a la integración proporcionados por Venezuela, el 25 de julio de 2001, el presidente Hugo Chávez reinauguró la sede de la Secretaría Permanente del Sela, en Caracas. Con el reforzamiento de esa instancia, se fortaleció en el continente la lucha contra el Acuerdo de Libre Comercio de las Américas y se vigorizaron las bases para la creación de lo que ahora se conoce como Alba. En aquella memorable reinauguración de la sede del Sela, el presidente Hugo Chávez, parafraseando al señor Otto Boye Soto, secretario permanente del Sela, sentenció: “Ya chocan en América dos versiones, la Bolivariana aquí en el sur y la de Monroe en el norte”.
La versión del sur, como señaló Chávez, se vió fortalecida en una década con la avalancha de los cambios: “Lula, Kirchner, Correa, Evo, Michelle, Ortega, Zelaya”, lo que ha marcado la tendencia hacia la práctica de la democracia participativa que fomentará este nuevo organismo.
Los desafíos por vencer
Como lo ha subrayado La Jornada, “si persiste la voluntad política de aquí a los encuentros de Caracas (2011) y de Santiago de Chile (2012), ese nuevo foro dotará a las naciones situadas al sur del río Bravo de un mecanismo equitativo de cooperación, integración, resolución de conflictos, solución de problemas comunes e incidencia en los fenómenos mundiales, funciones que la OEA no ha podido cumplir por un motivo fundamental: su supeditación a los designios del Departamento de Estado de Estados Unidos”.
Cabe agregar que la relación entre ambos organismos regionales dependerá de sus miembros. Aunque hasta ahora no se reconozca, habrá duplicidad en sus objetivos y funciones, pero todo apunta a la desaparición de la OEA. De otro modo, corre el riesgo de que sólo quede el cascarón, con algunos países fieles a Washington. No obstante, su trabajo llenará el espacio del cual la OEA nunca logró ocuparse: la vinculación y la articulación con instancias como el Sistema de Integración Centro Americana, la Comunidad Andina de Naciones, el Mercosur y Petrocaribe, además de la Organización de las Naciones Unidas y la Comisión Económica para América Latina (Cepal).
En el contexto actual, es importante mencionar que en ocasión de una conferencia sobre la integración latinoamericana, efectuada en la sede de la Cepal, en Santiago de Chile, el 21 de agosto de 2001, Chávez previno: “O nosotros nos unimos o nosotros nos hundimos”, para inmediatamente convocar a intelectuales y a estudiantes a opinar sobre la creación de un nuevo modelo por delinear. Ahora, los jefes de Estado y de gobierno de la región han tomado una decisión para evitar el hundimiento: crear la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe.
*Doctor en derecho de la cooperación internacional por la Universidad de Toulouse I, Francia
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