jueves, abril 08, 2010

Columna Asimetrías. Monopolios

Por Fausto Fernández Ponte






08 abril 2010

“El problema existencial de Felipe Calderón es el de que Felipe Calderón es precisamente Felipe Calderón”.

Pedro Felguera.

I

La propuesta del Presidente de Facto de México, Felipe Calderón, respecto a los monopolios adolece de defectos no sólo técnicos, sino también de cortedades filosóficas, ideológicas y políticas y exhibe un rostro siniestro de éste personaje.

La propuesta consiste, en lo jurídico, en una iniciativa de ley presentada a la Cámara de Diputados de la LXI Legislatura del Congreso de la Unión para reformar la Ley Federal de Competencia Económica y el Código Penal Federal.

El señor Calderón le propone a los legisladores endurecer las sanciones a las empresas que incurran en prácticas monopólícas, lo cual no significa necesariamente reconocer oficialmente la existencia de monopolios.

Sin embargo, don Felipe aludió –al hacer pública la presentación de su propuesta en Los Pinos— a monopolios que no identificó, acusándolos de “profundizar la crisis económica al generar costos excesivos de productos y servicios”.

Durante la presentación --más no en la iniciativa--, don Felipe reconoció, además, la existencia de monopolios, así como también que existe una crisis económica, aunque no calificó la severidad extrema de ésta, pero soslayó sus causales..

II

La iniciativa es, pues, el proverbial caballo de Troya. Es, a nuestro ver, una socaliña –un ardid--, táctica orientada a un fin estratégico: el de hacer posible “legalmente” (es decir, leguleyamente) la privatización de nuestros patrimonios históricos.

O por mejor describir; privatizar los patrimonios de la Nación Mexicana emblematizados en los bienes estratégicos del Estado mexicano, cuyo elemento constitutivo principal y más importante es el pueblo.

Y el pueblo, no huelga reiterarlo aunque sea sabido, es el mandante sobre los demás elementos constitutivos del Estado, como son el poder político –exempli gratia, el gobierno--, el territorio, hoy menguado de hecho ,y la soberanía, también reducida.

Pero despulpemos el asunto, caro leyente. El objetivo estratégico de la propuesta del mandatario de facto –considerado espurio por millones de sus connacionales— es variopinto, con arreglo a esa cultura ventajosa de matar de una pedrada a varios pájaros.

El primer pájaro es discernido por la perceptiva suspicacia popular: poseer un enser “legal” –o instrumento de dudosa juridicidad-- para cortar en pedacitos a Petróleos Mexicanos y la Comisión Federal de Electricidad, lo cual ya está ocurriendo.

III

Cortar a Pemex y a la CFE en pedacitos para ceder éstos a intereses creados que son, por definición, ajenos, si no es que opuestos y antagónicos, a los verdaderos intereses estratégicos de México: la oligarquía mexicana y ciertos consorcios trasnacionales.

Éstos últimos son, documentadamente, los de Estados Unidos (Halliburton, Schlemberger, etc.), España (Repsol) y de ciertos países europeos , así como de Japón y Sudcorea. La sabiduría popular intuye que detrás de esa propuesta está Barack Obama.

Predeciblemente, los propios agentes del poder político panista del Estado –los torpes operadores legislativos de don Felipe— han circulado rumores aviesos de que el objetivo de esas propuestas es el de desmembrar a Teléfonos de México. Lo exige EU.

Esos operadores no han insinuado siquiera que otros monopolios como los de la televisión, pan (como el de la trasnacional mexicana Bimbo), cemento, etc., podrían ser sancionados con severidad si la iniciativa fuere aprobada en las instancias legislativas.

Más el obstáculo mayor de don Felipe para que las reformas propuestas sean aprobadas es su propia ausencia de credibilidad y alcance político entre los legisladores. Tan sólo por esa razón, sus propuestas merecen el congelamiento.

ffponte@gmail.com

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