Fausto Fernández Ponte
29 junio 2010
ffponte@gmail.com
ffponte@gmail.com
“Se vienen días negros”.
Luis Echeverrría, ante estudiantes en Tijuana (09/02/2010)
I
Si alguien conoce a fondo el sistema político mexicano --hoy desmantelado por mano propia desde el sexenio de Miguel de la Madrid (1982-88) y las ambiciones de la mafia del poder— es el ex Presidente Echeverría (1970-76). Ello antojaríase verismo..
Don Luis, cuyo sexenio se mal distinguió por una brutal represión de disidentes y discrepantes y una “guerra sucia” de torturas y desapariciones forzadas de 557 jóvenes afaenados en cambiar el statu quo, tiene razones para ver venir esos días negros.
¿Cuáles son esas razones? Hombre del poder –cuyo sexenio, pensamos, la historia no juzgará con clemencia-- desde que se licenció como abogado fue el epítome del autoritarismo burocrático priísta y de la simulación emblematizados en el PRI.
Señálese que hoy ese priísmo afila colmillos, alarga sus uñas y aguza sus zarpas --el autoritarismo, la simulación y la corrupción-- ante la posibilidad de reacceder al poder presidencial dado el fiasco de sus torpes y tontos y muy corruptos alternantes panistas.
Más no es sólo el fiasco y la debacle coyuntural y contextual de éste statu quo agudizado con virulencia por los chambones, patosos y corruptos panistas lo que catapulta las esperanzas del PRI. No. Los priístas tienen sus propias pólizas.
II
Sin duda. Algunas de esas pólizas –o libranzas y garantías, como las trampas electoreras y fraudes comiciales— ayudan a los priístas a tratar de reacceder al poder presidencial transitando los atajos electivos, como los comicios del domingo próximo.
Pero a veces las pólizas, libranzas y garantías no resultan. Hacer pactos con el diablo, para vender el alma política, tiene inconvenientes fatales. Algún candidato priísta a gobernador, como el de Tamaulipas, se tropieza y cae en esos traspiés.
El asesinato de Rodolfo Torre Cantú fue anunciado a finales de mayo haciendo circular un rumor anónimo en mentideros sociables y en cenáculos del mismísimo poder político y económico (financiero y empresarial) como un sucedido factual.
El rumor llegó a éste escribidor y a otros columnistas. Confirmada la naturaleza de hablilla del citado bulo, el tema fue desestimado y nadie, que se sepa, trató en texto alguno el asunto. Pero el chisme dejó residuos de su propio por qué en muchos.
¿Habría sido un rumor hecho circular como un aviso de lo que ocurriría, asesinar al candidato Torres Cantú, pensándo sus autores en la posibilidad de que el mensaje le sería hecho llegar por algún columnista al abanderado del PRI?
III
Torre Cantú estaba sentenciado. Se le atribuían en gradación y frecuencia variopintas en los mentideros y círculos de la política ciertos tratos no consumados o incompletos con algunos notorios personeros de los cárteles del narcotráfico.
Pero lo mismo puede decirse de otros candidatos del PRI y del PAN a gubernaturas y alcaldías y diputaciones, así como de gobernadores, ediles y legisladores en funciones. Sábese que en la Cámara de Diputados al menos una docena tiene tratos con el “narco”.
Pero más allá de esas especulaciones informadas --no hay fe judicial de ello--, lo que prevalece es la peculiaridad del asesinato de Torre Cantú: un hecho trágico cuyo significado no deja de adoptar esa ominosidad amenazadora propia de un homicidio.
El homicidio de Torre Cantú se cometió en emboscada y en matanza en despoblado –en una carretera— en ruta a Valle Hermoso, ciudad fronteriza de Tamaulipas con Texas en donde el “narco” llena el vacío de poder creado por el Estado mexicano.
Ello nos lleva al significado: la desintegración del poder político del Estado mexicano, frente a un poder fáctico y, ergo, real, el del “narco”, que sin abandonar su comercio execrable es belígero en una sanguinaria e implacable guerra fratricida.
ffponte@gmail.coma
Luis Echeverrría, ante estudiantes en Tijuana (09/02/2010)
I
Si alguien conoce a fondo el sistema político mexicano --hoy desmantelado por mano propia desde el sexenio de Miguel de la Madrid (1982-88) y las ambiciones de la mafia del poder— es el ex Presidente Echeverría (1970-76). Ello antojaríase verismo..
Don Luis, cuyo sexenio se mal distinguió por una brutal represión de disidentes y discrepantes y una “guerra sucia” de torturas y desapariciones forzadas de 557 jóvenes afaenados en cambiar el statu quo, tiene razones para ver venir esos días negros.
¿Cuáles son esas razones? Hombre del poder –cuyo sexenio, pensamos, la historia no juzgará con clemencia-- desde que se licenció como abogado fue el epítome del autoritarismo burocrático priísta y de la simulación emblematizados en el PRI.
Señálese que hoy ese priísmo afila colmillos, alarga sus uñas y aguza sus zarpas --el autoritarismo, la simulación y la corrupción-- ante la posibilidad de reacceder al poder presidencial dado el fiasco de sus torpes y tontos y muy corruptos alternantes panistas.
Más no es sólo el fiasco y la debacle coyuntural y contextual de éste statu quo agudizado con virulencia por los chambones, patosos y corruptos panistas lo que catapulta las esperanzas del PRI. No. Los priístas tienen sus propias pólizas.
II
Sin duda. Algunas de esas pólizas –o libranzas y garantías, como las trampas electoreras y fraudes comiciales— ayudan a los priístas a tratar de reacceder al poder presidencial transitando los atajos electivos, como los comicios del domingo próximo.
Pero a veces las pólizas, libranzas y garantías no resultan. Hacer pactos con el diablo, para vender el alma política, tiene inconvenientes fatales. Algún candidato priísta a gobernador, como el de Tamaulipas, se tropieza y cae en esos traspiés.
El asesinato de Rodolfo Torre Cantú fue anunciado a finales de mayo haciendo circular un rumor anónimo en mentideros sociables y en cenáculos del mismísimo poder político y económico (financiero y empresarial) como un sucedido factual.
El rumor llegó a éste escribidor y a otros columnistas. Confirmada la naturaleza de hablilla del citado bulo, el tema fue desestimado y nadie, que se sepa, trató en texto alguno el asunto. Pero el chisme dejó residuos de su propio por qué en muchos.
¿Habría sido un rumor hecho circular como un aviso de lo que ocurriría, asesinar al candidato Torres Cantú, pensándo sus autores en la posibilidad de que el mensaje le sería hecho llegar por algún columnista al abanderado del PRI?
III
Torre Cantú estaba sentenciado. Se le atribuían en gradación y frecuencia variopintas en los mentideros y círculos de la política ciertos tratos no consumados o incompletos con algunos notorios personeros de los cárteles del narcotráfico.
Pero lo mismo puede decirse de otros candidatos del PRI y del PAN a gubernaturas y alcaldías y diputaciones, así como de gobernadores, ediles y legisladores en funciones. Sábese que en la Cámara de Diputados al menos una docena tiene tratos con el “narco”.
Pero más allá de esas especulaciones informadas --no hay fe judicial de ello--, lo que prevalece es la peculiaridad del asesinato de Torre Cantú: un hecho trágico cuyo significado no deja de adoptar esa ominosidad amenazadora propia de un homicidio.
El homicidio de Torre Cantú se cometió en emboscada y en matanza en despoblado –en una carretera— en ruta a Valle Hermoso, ciudad fronteriza de Tamaulipas con Texas en donde el “narco” llena el vacío de poder creado por el Estado mexicano.
Ello nos lleva al significado: la desintegración del poder político del Estado mexicano, frente a un poder fáctico y, ergo, real, el del “narco”, que sin abandonar su comercio execrable es belígero en una sanguinaria e implacable guerra fratricida.
ffponte@gmail.coma
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