la mafia seguía ahí (en Palacio Nacional)
Por: Héctor G. Legorreta
Pues si. Ya no puede ser ocultado lo evidente. El poder detrás del trono se asomó por fin. Y se asomó cínicamente para no ocultarse más. El día de ayer hizo su aparición Carlos Salinas de Gortari como invitado de honor en Palacio Nacional, en el marco de los festejos del Bicentenario que, por cierto, fue secuestrado y privatizado por esa oligarquía que aspiran a perpetuar su poder para siempre.
Fue algo lamentable y estúpido. Se gastó mucho (en forma suntuosa y ostentosa) en un espectáculo que no le gustó a nadie. Según los reportes que oportunamente daban desde el Zócalo a través de Twitter, la gente estaba muy enojada y/o decepcionada por la mala calidad del espectáculo ofrecido en el Zócalo.
Trifulcas dentro y fuera del Zócalo (algunos que querían entrar y se enfrentaron con los granaderos, otros a los que mezclaron con los reporteros, y se pelearon con ellos), un abucheo generalizado al Shalalalala de Aleks Syntek, la negativa a participar en la coreografía México Unido, y el repudio a los artistas que ahí se encontraban, fue parte de lo ocultado por las cámaras de televisión, pero parte de los hechos que las redes sociales, una vez más, dejaron al descubierto.
Pero el descontento no sólo fue enfocado hacia el espectáculo. Calderón fue abucheado, y coreado al grito de “¡Culero!” en la pantalla del Ángel de la Independencia (el único reporte con el que cuento, por cierto), y también en el Grito de Dolores Hidalgo. Cuando Calderón terminó su grito, el público comenzó a exclamar “¡Muera el mal gobierno!”, al estilo de Miguel Hidalgo en 1810.
Éste mal gobierno, que utilizó un espectáculo horrendo para mantener estupidizada a la gente, y que según mi propia conjetura, mientras la gente estaba entretenida viendo en el Zócalo y en las pantallas de televisión un espectáculo que costó miles de dólares, y que no estuvo a la altura de las espectativas, dentro de Palacio Nacional la mafia discutía y acordaba el traspaso del poder en 2012, en una reunión entre Fox, Calderón y Salinas (vuelvo a repetir: es mi propia conjetura. No implica que haya sucedido tal acontecimiento).
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