La secretaria de Estado de Estados Unidos, Hillary Clinton, calificó como insurgencia al accionar de las bandas de narcotraficantes mexicanos, y afirmó que ese país se parece mucho a la Colombia de hace 20 años.
Hay que prestarle atención a estas afirmaciones, que en boca de una funcionaria de ese rango nunca son gratuitas.
En Colombia, la penetración estadounidense en todas las esferas, políticas, de inteligencia y de seguridad es total. La excusa para esto es el narcotráfico y la insurgencia, los mismos problemas que ahora describe Clinton para la sociedad mexicana.
¿Querrá transformar Estados Unidos a México en su nueva Colombia, tal como lo ha hecho en las últimas décadas?
Parece ser que esta es la lectura que hacen los principales partidos representados en el senado mexicano, que en pronunciamientos públicos denunciaron que lo dicho por la jefa de la política exterior de Washington refleja el interés de EE.UU de participar de modo directo en México en la lucha contra el crimen.
Pero Clinton fue más allá, reiteró el “compromiso” con México, cuando Washington habla de compromiso en la lucha contra el narcotráfico o contra el terrorimo ya sabemos como termina. Compromiso estadounidense hay con Colombia (7 bases militares), con Afganistán y con Irak (invadidos).
Adicionalmente amplió el concepto de insurgencia narco a Centroamerica. Clinton dijo que México tiene la capacidad para luchar contra las bandas de narcotraficantes, capacidad de la que carecen los países centroamericanos -debemos interpretar que deberán contar con el apoyo de Washington para lograrlo, tal como lo necesitaron en la década de los ’80 para librarse de las guerrillas-.
Estén atentos a las noticias que ligan a Washington con la lucha contra el narcotráfico en América Latina, pues esta semana el presidente peruano Alan García, abrió las puertas a una presencia de tropas estadounidenses en su país bajo el pretexto de la lucha contra las drogas.
Adicionalmente el Departamento de Estado también presiona -y por cierto con éxito- a la clase política paraguaya para ampliar su influencia en la nación guaraní.
Si a esto le sumanos las 7 bases estadounidenses en Colombia y el nuevo concepto de insurgencia narco que afecta a México y Centroamerica la conclusión es obvia.
Bajo la administración de Obama ha tenido un nuevo impulso la injerencia estadounidense en nuestra región, la lucha ya no es contra el comunismo y ni siquiera contra el terrorismo, la excusa ahora es el narcotráfico.
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