30 septiembre 2010
Pocos episodios tan grotescos como el protagonizado por el gobierno federal y al que bautizamos como ¡Michoacanazo! Que comenzó el no muy lejano 26 de mayo del año pasado. Aquel martes, el otro cineasta, Eduardo Medina Mora, desplazó 35 equipos de camarógrafos —con sus respectivos agentes, claro— para capturar a otros tantos alcaldes y funcionarios del gobierno perredista de Leonel Godoy. El show mediático compitió en dramatismo pambolero con los de su archirrival, García Luna. Sin olvidar que, casualmente, habría elecciones unas semanas después en el estado natal del presidente Calderón y que quiere gobernar su hermana Luisa María.
Dos días después, escribí en este mismo espacio que era inevitable la especulación electorera y que por ello resultaba “fundamental, no sólo para Michoacán, sino para la salud de la República, que el gobierno calderonista documente las razones de todas y cada una de las detenciones. Más allá de los motivos de sospecha, tiene que haber acusaciones fundadas que partan de la constitucional presunción de inocencia y de la consiguiente carga de la prueba para quien acusa”.
El caso es que ni con eso ganó el PAN. Y peor aún, ahora se evidencia un ridículo esperpéntico porque, de 35 acusados, 34 han sido exonerados por los jueces. Eso sí, después de joderles la existencia durante todo un año en cárceles de alta seguridad. Y todavía más grave, la impunidad de un gobierno que primero condena y después virigua. Y que está usando su fuerza con fines políticos para intentar ganar elecciones. Un gobierno para el que todos somos culpables mientras no demostremos nuestra inocencia. Un gobierno que criminaliza lo mismo a los jóvenes del Tec que a los chavos de Salvarcar. Un gobierno que nunca le pidió perdón a los padres de Martín y Brian. Un gobierno que jamás ofrecerá siquiera una disculpa a los deudos de las víctimas inocentes de lo que él llama “daños colaterales” de su guerra. En pocas palabras: un gobierno impune.
Por eso asombran los destemplados desgarramientos de vestiduras de quienes se escandalizan porque Julio César Godoy anduvo prófugo y así se coló a San Lázaro para rendir protesta como diputado.
Apéndice de aquel despiporre tarasco, el medio hermano de Leonel fue acusado apenas nueve días después de ganar el 1er. Distrito también en julio de 2009. Pero mientras andaba a salto de mata, fue absuelto de cinco de seis delitos que le imputaron. Ya sólo le resta el de delincuencia organizada. Pero ahora resulta que el fuero lo protege, aunque la PGR dice que insistirá en desaforarlo y procesarlo. Por cierto, se le acusa de proteger al cártel de La Familia. Y hay quien jura y perjura que existe una grabación del capo Servando Gómez Martínez La Tuta dándole órdenes explícitas; pero nadie la ha mostrado en público.
Yo, por cierto, no meto la mano al fuego por el señor Godoy, a quien no conozco. Menos aun por su partido, el PRD, tan nefasto como todos los otros. Pero sí sostendré que para mí es inocente hasta que no le demuestren lo contrario.
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