jueves, octubre 21, 2010

Trasfondo. Economía y anomia: drogas

Por Carlos Murillo González


I don´t want to believe, ¡I want to know!

Carl Sagan

Es imposible no comentar sobre las malas noticias de México y sus ciudades. No es posible darle otra cara más amable (que sí existe) a una situación anómala por la que atraviesa el país en buena parte de sus estados (principalmente en el norte). ¿Por qué? Porque estamos viviendo una situación histórica en medio de una crisis económica mundial que amenaza con empeorar el próximo año mientras en México seguimos empantanados en una “guerra” contra el narco que nos puede costar la independencia (o lo que queda) del país.

Es común hablando de narcotráfico y drogas, que se vea como un problema de criminalidad y en menor medida, como un problema de salud pública; pero también es un problema y grande, de la economía. Lo que entendemos como “drogas” siempre han existido desde que existe la humanidad; de hecho se cree que por buscar religiosamente a Dios, es que se conocieron las drogas. Pero, ¿cómo fue que se hicieron ilegales? En todas las épocas y en todos los pueblos existen prácticas, plantas y hasta animales que segregan ciertas sustancias facilitadoras de estados de la mente que propician tranquilidad, excitación o experiencias desconocidas de las cuales se extrae incluso conocimiento.

El problema actual de prohibición e ilegalidad de las drogas inicia en las primeras décadas del siglo XX, pese a que en el pasado existen antecedentes de persecución y prohibición. Un siglo antes, los ingleses enviciaron al pueblo chino con opio y hasta libraron dos guerras para defender su “negocio”. Luego para inicios del siglo XX el consumo de opio era un verdadero problema social para varios países consumidores, mas no así para los comercializadores. Precisamente y por iniciativa de Egipto, uno de los países afectados, la Liga de las Naciones, bajo la influencia ya de la nueva potencia mundial, Estados Unidos, establece la prohibición de ciertas drogas, además del opio y sus derivados, de la marihuana, la cocaína entre otras.

Lo que casi nunca se dice es que más que “proteger” a los usuarios de estas drogas, se debe más a intereses económicos de las naciones y para el caso Estados Unidos es el ejemplo emblemático. Cuando la delegación egipcia promueve su campaña contra el opio, el gobierno estadounidense ve una oportunidad para satanizar la marihuana como una droga de mexicanos, negros y delincuentes que amenazaba a su sociedad limpia y blanca. La verdadera razón de su prohibición era la competencia que ofrecía un derivado de la marihuana, el cáñamo o hemp, en la industria textil contra la industria textil estadounidense del algodón. En otras palabras los Estados Unidos actuaron de manera proteccionista para hacer prevalecer su industria sin rivales y no por estar realmente preocupados por la salud de la sociedad mundial o de la propia.

Por otra parte no es de extrañar que en momentos de crisis económica como la actual, se incentiven e incrementen los negocios ilícitos como el mercado de las drogas. El capitalismo, se ha repetido miles o millones de veces, es un sistema cruel basado en la avaricia que propone la desigualdad social, sociedades jerárquicas, la explotación natural y laboral y el consumo irracional. No debe suponer entonces que actividades antes y todavía condenadas socialmente sean por otro lado (más oscuro y clandestino) alentadas por los propios gobiernos o tolerado por los mismos.

Estamos entonces ante un doble discurso político-empresarial, o lo que es lo mismo gansteril-económico. Primero porque se sitúa el problema de las drogas como un problema social y legal, que en gran medida lo es, pero nunca como un problema económico, ¿por qué será? Resultaría ser bastante ingenuo para pensar que la cuestión del dinero no tiene posibilidades en un tema como este en un sistema como el capitalismo y su versión neoliberal, más ofensivo en todos sus frentes. Segundo porque violenta la libertad individual que tanto pregonan las democracias capitalistas neoliberales al inhibir y condenar la elección personal por el uso de “x” sustancia y lo que desee hacer la persona con su vida y su cuerpo, ¿dónde queda la libertad si no se causa daños a terceros?

La “guerra” contra las drogas en México no tiene razón de ser porque interioriza un problema global que ciertamente se ha hecho más complicado por las propias prohibiciones y condenas político-económicas sin que se quiera honestamente llegar a comprender el “problema”. Mucho se ha polemizado por la legalización de las drogas y lo que esta acción haría de positivo al respecto, pero si no se termina con el sistema que genera la necesidad de estar drogándose, difícilmente se podrá poner fin al problema.

La cuestión de la forma de vida que llevamos dentro del capitalismo faculta que las personas busquen algún aliciente para poder cumplir con las obligaciones y desempeños que un sistema así exige de sus integrantes; por tal motivo no debe sorprendernos las adicciones al trabajo, al café, a la coca-cola, al sexo, a los tés, las bebidas energizantes y tantas otras sustancias y actividades “licitas” que se promueven abiertamente en el neoliberalismo. Sí, aunque usted no lo crea, el capitalismo en su etapa neoliberal es tendenciosamente anómico…

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Carlos Murillo González

carmugo6699@hotmail.com

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Carlos Murillo González, sociólogo y maestro en ciencias sociales por la UACJ, miembro del Colegio de Sociólogas y Sociólogos de Ciudad Juárez, investigador asistente de El Colegio de Chihuahua y adherente de La Otra Campaña; es autor del Libro La Sociedad Anónima: los factores socieoeconómicos y políticos del abstencionismo en el municipio de Juárez, entre otros escritos. Su experiencia abarca la docencia, la investigación, la asesoría, el activismo y la música.

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