lunes, noviembre 29, 2010

Plan B. El oso del embajador

Por Lydia Cacho




29 noviembre 2010

Oso, pancho, ridículo… póngale usted como guste, lo cierto es que el reconocido panista Jorge Zermeño salió escandalizado a mitad de un evento en España en que se reconocía a dos valientes periodistas mexicanas. La semana pasada el diario El Mundo llevó a cabo la novena entrega de sus Premios de Periodismo Internacional. Las dos valientes y jóvenes mujeres Sandra Rodríguez y Luz Sosa, ambas de El Diario de Ciudad Juárez, fueron galardonadas.

Sentado en la mesa de honor, el embajador de México, portavoz de la diplomacia nacional, se indignó cuando Pedro Jota, el director del periódico, dijo en su discurso de premiación que México es considerado el país democrático en que hoy en día es más peligroso ejercer el periodismo. Zermeño se descompuso de indignación. Pedro Jota no hacía más que citar los estudios llevados a cabo por Reporteros sin Fronteras, la Federación Interamericana de Prensa, el Comité para la Protección de Periodistas y la UNESCO, entre otras entidades que han documentado los asesinatos, encarcelamientos y persecuciones de periodistas en México.

Zermeño no pudo más, felicitó a las reporteras pero la ira se apoderó de él y salió dejando enmudecido a más de un centenar de invitados en una cena de gala. “¡Eso no es cierto!”. Argumentó indignado e irascible. México no es el país más peligroso del mundo (estaba tan enojado que no entendió que se referían justo a las complejidades que enfrenta el periodismo actual). Las y los comensales le dieron otra lectura a la intempestiva salida de Zermeño: “Se siente aludido, se siente insultado porque es cierto”, ¿por qué tanto escándalo si no es su culpa? Comentaron unos y otras.

No contento con esa noche, al ser entrevistado por colegas de La Jornada un día después, el embajador insistió en negar los hechos en una entrevista que habla por sí sola. Más allá del numerito que dejó azorada a la prensa española, lo que el ex senador Zermeño nos revela es que ni él ni otros representantes del Estado tienen una lectura correcta de la compleja situación que se vive en el país. Recientemente una comitiva de especialistas, encabezada por una reconocida colombiana experta en violencia contra periodistas visitó Los Pinos. Presentaron a Felipe Calderón el resultado de los estudios que demuestran lo que el embajador niega rotundamente: que una buena parte de los ataques a periodistas han sido perpetrados por representantes del Estado: gobernadores, alcaldes, policías y militares. Aunque los narcos y tratantes han hecho lo suyo, lo que se reveló esa noche en Madrid es lo que hay que revisar. De los criminales se puede esperar todo, los riesgos implícitos de investigar a la delincuencia organizada son evidentes para quienes trabajamos en ello; son gajes del oficio. Sin embargo, el reto está en que se federalicen las agresiones contra periodistas, justamente porque estamos inermes ante los ataques de quienes tienen como responsabilidad proteger nuestros derechos y hacer que la ley se cumpla. Se entiende que la impunidad y corrupción son un problema de toda la sociedad, pero hasta Calderón admitió ante la comitiva del CPJ y SIP la magnitud del problema; sería bueno que sus colaboradores estuviesen enterados, especialmente los diplomáticos.

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