Durante 35 minutos –de las 8:55 a las 9:30 de la mañana del viernes 11– el helicóptero Súper Puma XC-UHM TPH06 donde viajaba el titular de la Secretaría de Gobernación, Francisco Blake Mora, estuvo fuera del radar del Servicio a la Navegación en el Espacio Aéreo Mexicano. Sin embargo, la búsqueda de la aeronave no empezó sino hasta que se confirmó que el responsable de la política interna del país no llegó al acto que tenía previsto en Cuernavaca, Morelos.
Estos datos se desprenden de la versión del secretario de Comunicaciones y Transportes, Dionisio Pérez-Jácome, en la conferencia de prensa que dio a las 21:30 horas del mismo día para ofrecer los primeros avances de las investigaciones sobre el suceso que, por segunda ocasión en el sexenio de Felipe Calderón, le costó la vida a un secretario de Gobernación.
Pérez-Jácome también dijo –al leer un comunicado– que este tipo de helicópteros, propiedad de la Fuerza Aérea Mexicana, “no tienen cajas negras” y que en el lugar donde se desplomó el Súper Puma había “capas de nubosidad a baja altura”, cuyo efecto era una “reducción de la visibilidad”.
La falta de seguimiento de una aeronave donde viajan altos funcionarios del gobierno federal se ha vuelto un fenómeno recurrente.
Por ejemplo, el 8 de octubre de 2008 el avión AP02, en el que viajaba Margarita Zavala, esposa del presidente, se perdió 15 segundos de la pantalla del radar de los controladores aéreos, según un reporte del secretario de Trabajo del Sindicato Nacional de Controladores de Tránsito Aéreo, Ángel Iturbe, remitido a las autoridades aeronáuticas para advertirles sobre las constantes fallas en los sistemas de control aéreo (Proceso 1673).
“Imagínense lo gravísimo que es perder la señal de la aeronave donde viaja la esposa del presidente. A ese grado han llegado las deficiencias técnicas”, declaró Iturbe a los reporteros Patricia Dávila y Rodrigo Vera para documentar la “gran cantidad de fallas” en las aeronaves donde viajan altos funcionarios del gobierno.
En su conferencia de prensa, Pérez-Jácome no habló de esta anomalía. Su propia bitácora reveló que no fue sino hasta las 11:12 horas cuando se ubicaron los restos de la aeronave donde viajaban Blake Mora y siete personas más, a cuatro kilómetros de Santa Catarina Ayotzingo, en el municipio mexiquense de Chalco.
“Al descender los tripulantes de las aeronaves enviadas, éstos comprobaron que todas las personas que viajaban a bordo del Súper Puma habían fallecido. Al lugar arribaron miembros de la Secretaría de la Defensa Nacional y de la Policía Federal, quienes acordonaron la zona para evitar alteraciones en el sitio del percance”, informó Pérez-Jácome.
El titular de la SCT no llegó al lugar sino hasta las 12:30 horas, acompañado por peritos de la Dirección General de Aeronáutica Civil. Antes que él ya estaba ahí el jefe de Gobierno del Distrito Federal, Marcelo Ebrard, y poco después llegó el gobernador mexiquense, Eruviel Ávila.
Pérez-Jácome informó que conforme a los protocolos internacionales la SCT enviará investigadores a establecer contacto con los fabricantes franceses de la aeronave y se integrará “un comité” con autoridades de Estados Unidos, Francia y México para dar a conocer los avances de las investigaciones.
Seguridad obsoleta
Esta serie de percances confirma “el retraso de nuestro país de más de 30 años en materia de legislación y prevención de accidentes aéreos”, así como “las pésimas condiciones en las que viajan las aeronaves de gobierno”, dice el piloto Carlos Salicurp, especialista en seguridad e higiene de la industria aeroespacial mexicana y secretario de Previsión Social de la Asociación Sindical de Pilotos Aviadores, consultado por Proceso.
“Es el resultado del abandono en esta materia. México no cumple con los estándares de seguridad establecidos por la Organización de Aviación Civil Internacional (OACI)”, entidad dependiente de la ONU, asegura el especialista.
Salicurp, con 14 años de experiencia y 11 trabajando en Aeroméxico, afirma que la explotación laboral de los pilotos free lance, a quienes les fraccionan las jornadas de trabajo, no les permite descansar el tiempo suficiente y así son contratados por dependencias gubernamentales y empresas privadas. Esa es una de las causas principales de este tipo de desastres.
“La mayor cantidad de accidentes han ocurrido en aeronaves del gobierno o contratadas por particulares”, puntualiza Salicurp y advierte: “Basta ver el avión en el que viaja la primera dama. Es un Boeing 737 de vieja generación, que puede sufrir un accidente”.
El especialista aclara que, en términos de aviación civil, un accidente “es un suceso donde hay pérdida de la aeronave y/o la muerte de alguno de los pasajeros o tripulantes”. Hechos de este tipo se han incrementado en los últimos años, especialmente en el área del Valle de México.
Horas después de caído el helicóptero en el que viajaba Blake Mora, la SCT sólo adelantó que su titular, Dionisio Pérez-Jácome, se encontraba en el lugar de los hechos “coordinando la primera etapa de las investigaciones relacionadas con el evento en el que perdieron la vida diversos funcionarios federales”.
La vocera de la Presidencia de la República, Alejandra Sota, pidió a los medios y a la opinión pública que, “por respeto a las víctimas y a sus familiares”, esperaran a “las investigaciones correspondientes”, ya que tocará a la SCT “concentrar la información y comunicarla a la opinión pública”.
Consultado sobre las posibles condiciones meteorológicas que pudieron causar el suceso, Carlos Salicurp comenta que los helicópteros Puma de la Fuerza Aérea Mexicana “vuelan en condiciones completamente visuales; no tienen instrumentos para enfrentar la escasa visibilidad; la mayoría son aparatos viejos”.
–¿Se puede pensar en agotamiento por parte del piloto? –se le pregunta.
–Hay que ver si su piloto tuvo algún entrenamiento especial. En general, la Fuerza Aérea tiene su propio sistema de entrenamiento, y es excelente.
“Sin embargo, también es un asunto de seguridad nacional. No puedes subir en la misma aeronave al titular de la Secretaría de Gobernación y al subsecretario. No se deben meter a dos peces gordos en la misma pecera”, sentencia.
Precipitación oficial:
fue un “accidente”
El gobierno de Felipe Calderón dice que es un “accidente”.
Sin embargo, durante todo el viernes 11 desplegó un gran operativo de vigilancia en la zona donde cayó la aeronave y fallecieron el secretario de Gobernación, Francisco Blake Mora, y tres de sus colaboradores: Felipe Zamora Castro, subsecretario de Asuntos Jurídicos y Derechos Humanos; José Alfredo García Medina, director general de Comunicación Social, y Diana Hayton, secretaria técnica de la Oficina del Secretario, así como cuatro tripulantes, efectivos de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena).
Decenas de militares y policías federales y mexiquenses se quedaron a custodiar Santa Catarina Ayotzingo, a 2 mil 600 metros del cerro Ayaqueme, en el municipio de Chalco, Estado de México, donde se desplomó el helicóptero que formaba parte de la flota de la Fuerza Aérea Mexicana y era operado por el Estado Mayor Presidencial (EMP).
Según el recuento de Pérez-Jácome, quien dirige el comité de investigación, el helicóptero tuvo la siguiente ruta:
A las 7:23 de la mañana salió del hangar presidencial del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM) –donde era resguardado por el EMP– rumbo al Campo Marte, donde lo abordaron Blake y su equipo.
A las 8:45 el piloto, teniente coronel Felipe Bacio Cortés, se comunica con la torre de control del AICM para reportar el despegue del Campo Marte rumbo a Cuernavaca. El Centro de Control de Servicios a la Navegación en el Espacio Aéreo Mexicano observa en el radar la ruta del helicóptero en su vuelo rumbo al sureste.
Lo pierden de vista 10 minutos después.
A las 8:55 su última posición geográfica, dice el funcionario, era en las coordenadas 19 grados, 10 minutos 37 segundos de latitud norte y 98 grados, 56 minutos y 26 segundos de longitud oeste. En el lugar del siniestro “se presentaban capas de nubosidad a baja altura y reducción de visibilidad”, asegura.
Las autoridades esperaron 35 minutos para “verificar” la ausencia del funcionario y notificar la desaparición del helicóptero.
“Al comprobarse que la aeronave no había llegado a Cuernavaca a la hora estimada de inicio del evento, a las 9:30 horas, y que no se encontraba en las pantallas de visualización, de inmediato se enviaron aeronaves a su búsqueda”, señaló Pérez-Jácome. Una hora con 42 minutos después –a las 11:12 de la mañana–, la Policía Federal encuentra la aeronave siniestrada.
Se envió a personal de la Dirección General de Aeronáutica Civil y se pidió ayuda a inspectores de la empresa francesa que construye esas aeronaves. Militares y policías federales acordonaron la zona “para evitar alteraciones” en el sitio, afirmó.
Pérez-Jácome llegó al sitio del siniestro a las 12:30, acompañado por peritos de la Dirección General de Aeronáutica Civil. Ahí estaban el mandatario capitalino, Marcelo Ebrard; el gobernador del Estado de México, Eruviel Ávila; la procuradora general de la República, Marisela Morales; agentes y peritos del Ministerio Público y la coordinadora de Protección Civil federal, Laura Gurza Jaidar.
Para evitar que le tomaran fotos, la procuradora estuvo custodiada con los escudos de los policías federales y protegida por militares hasta que se fue del sitio en un helicóptero similar al siniestrado.
El aparato en el que viajaba Blake Mora quedó destrozado. Los pasajeros y tripulantes ya habían fallecido cuando llegaron los equipos de búsqueda. Las camillas con los cuerpos cubiertos con una manta azul fueron trasladadas en helicópteros Black Hawk de la Policía Federal.
Pérez-Jácome señaló que el EMP, la Fuerza Aérea, la National Transportation Safety Board del gobierno de Estados Unidos y la Oficina Encargada de la Investigación de Accidentes e Incidentes de Aviación Civil de Francia participarán en la indagación del siniestro, pues la aeronave de origen francés no tiene caja negra.
Una zona “extraña”
Temamatla está después de la caseta de Chalco, en la autopista México-Puebla, cerca del municipio de Cocotitlán y a 12 kilómetros del AICM; es uno de los puntos de entrada a Santa Catarina Ayotzingo.
El lugar del siniestro es de difícil acceso. La zona, custodiada, tiene caminos de terracería sólo transitables en camionetas. Casi nadie sube a la cima del cerro, donde se pueden observar construcciones de dos pisos completamente vacías, otras en funcionamiento y algunas más con las ventanas tapiadas.
Un letrero recibe a los visitantes al rancho San Miguel en Santa Catarina Ayotzingo, en una de las rutas por las que se podía llegar a la zona del siniestro: “Evítese un fraude, no compre. Tierras en conflicto”.
Hace tres años ese lugar estaba vigilado por militares, dicen los pobladores, por ahora nadie custodia el sitio y “en la noche gente extraña abandona cuerpos desnudos y maniatados o traen a gente secuestrada”.
El fraccionamiento San Miguel consta de 113 manzanas y 600 lotes, casi todos de 2 mil 100 metros, asegura un hombre de sombrero ancho que no quiere dar su nombre. Por todos lados se ven letreros de “propiedad privada”. Son enormes fortalezas bien construidas pero deshabitadas.
Por eso los lugareños aseguran no haber escuchado ningún ruido ni haber visto humo. Dicen que fue silencioso y hasta consideran que “estuvo raro”, porque sólo se dieron cuenta de que algo había pasado por los otros helicópteros que sobrevolaron la zona.
Los soldados llegaron en helicópteros al lugar del siniestro, según la versión oficial. Instalaron retenes para impedir el paso a la prensa o a los curiosos. Las ambulancias de la Cruz Roja y de la Policía Federal daban vueltas por cada pueblo para encontrar un sendero, pero no lo lograron. Según militares que acordonaron la zona, es imposible pasar en vehículos, porque el “accidente” ocurrió en la loma, entre dos cerros.
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