México no libra “guerra” alguna contra el narcotráfico. Por el
contrario, ese negocio ilícito florece y goza de todas las garantías
para su crecimiento y expansión. El discurso de todo el sexenio es
desnudado por la investigación precisa y el dato duro, incontrovertible, de Nancy Flores en el libro de próxima aparición La farsa, detrás de la guerra contra el narco.
La violencia generada entre bandas de criminales y efectivos policiacos
y castrenses –con un trágico e inconmensurable número de daños
colaterales– es el objetivo de las políticas “antidrogas” y no una
consecuencia de la “lucha” contra la delincuencia organizada. En el
capítulo 3 “México exporta cárteles”, del que Contralínea
reproduce los extractos más significativos, Flores revela –siempre con
documentos– que la presencia de cinco cárteles mexicanos, encabezados
por el de Sinaloa, se ha extendido a más de 50 países, donde producen y
trafican drogas, pero también lavan dinero y trafican seres
humanos, maderas y piedras preciosas… Un mapa infográfico se incluye en
la presente edición para dar cuenta del boyante negocio mundial del que
las mafias mexicanas se convirtieron en el engrane motor, en plena
“guerra” de Felipe Calderón.
Como una incontenible plaga, la economía del crimen se extiende por
todos los rincones del planeta. Hasta ahora, no sólo ningún cártel
mexicano ha sido desmantelado, sino que, con total impunidad, cinco de
ellos se consolidan en los grandes mercados del mundo, según informes
públicos de los aparatos de inteligencia de Estados Unidos y Europa. El
mejor ejemplo parece ser la empresa de Joaquín Guzmán Loera, el cártel
del Pacífico o de Sinaloa, que tendría como puntos geoestratégicos a
Colombia y a Perú, pero cuyos nexos podrían llegar hasta Rusia y África.
Según el informe Drug trafficking organizations: source and scope of the rising violence,
elaborado por June S Beittel para el Congreso de Estados Unidos y dado a
conocer el 7 de septiembre de 2011, el cártel de Sinaloa “tiene una
importante presencia internacional en más de 50 países, incluyendo todo
el continente americano, Europa, África occidental y el Sureste de Asia.
Éste se describe como la organización mafiosa más poderosa en el
hemisferio occidental”.
Así, y sin ninguna limitación, la organización del Chapo
Guzmán expande sus negocios en el país y en el extranjero. Pero no es la
única en los negocios ilícitos trasnacionales. Otras cuatro de las
siete agrupaciones criminales más importantes de México incursionan en
éstos: Los Zetas y los cárteles del Golfo, Tijuana y Juárez.
La demanda mundial que contribuyen a satisfacer está calculada
entre 155 millones y 250 millones de personas consumidoras de sustancias
ilícitas.
Una de las explicaciones para la ascendente internacionalización de
los cárteles es la enorme impunidad de que gozan, tanto por la
ineficiencia del combate a sus actividades como por las redes de
protección que, según se ha denunciado, operan a su favor. Al respecto,
sobresalen los señalamientos que involucran a autoridades de Estados
Unidos y de México –incluidas las revelaciones del testimonio
ministerial de Vicente Zambada Niebla– en la salvaguarda del cártel de
Sinaloa.
Los cárteles mexicanos se integran como una pieza relevante en la
industria criminal internacional, en donde operan la Yakuza japonesa,
las tríadas chinas, el Círculo de los Hermanos de Rusia, la ‘Ndrangheta…
Sea cual sea el nombre y nacionalidad de las empresas, ni el tráfico de
drogas ni su economía cesarán de existir en distintos rincones del
planeta, y los consumidores tampoco.
Sucede que el negocio que mueve a los criminales es altamente
rentable. En el ámbito mundial, el valor de mercado de la cocaína y la
heroína se estima en 143 mil millones de dólares anuales (1 billón 615
mil 900 millones de pesos al año), indica la ONU [Organización de las
Naciones Unidas] en su Informe mundial sobre las drogas 2010. Y
la guerra que se libra en México no menoscaba en ningún sentido esas
ganancias. De enero de 2007 a junio de 2011, se estima que los capos
mexicanos lavaron más de 2 billones de pesos, sólo por venta de drogas en Estados Unidos.
Pero es un hecho que los negocios no se limitan al país con más
consumidores en el mundo. De acuerdo con la Oficina contra la Droga y el
Delito de la ONU, los mercados de la cocaína, la heroína y los
estimulantes de tipo anfetamínico son los más importantes del planeta.
En estos tres mercados, los cárteles mexicanos tienen una vigorosa
participación.
—Las drogas también son la economía. ¿Por qué no las quieren
legalizar? Porque alguien se queda sin dinero –plantea el doctor en
Derecho Daniel Márquez, investigador del Instituto de Investigaciones
Jurídicas de la UNAM [Universidad Nacional Autónoma de México].
Para satisfacer los mercados, las mafias emplean complejos esquemas comerciales, de corrupción y de lavado de dinero.
Con esos mismos métodos, los cárteles mexicanos fortalecen su presencia
en América Latina, Europa, Asia y África, donde ya se les mira como el
sustituto natural de los traficantes colombianos. Aunque el presidente
Calderón Hinojosa asegura que la “guerra” se va a ganar, a meses de que
termine su gobierno, la expansión mundial de los cárteles desmiente su
discurso triunfalista.
Sabemos que, como cualquier obra humana, en nuestra tarea hemos
tenido aciertos y errores; pero les puedo asegurar, en conciencia, que
México está actuando con toda su capacidad como Estado organizado para
hacer frente a un problema que, por otro lado, es un desafío de carácter
internacional.
Parte del problema que vivimos los mexicanos tiene que ver con
nuestra vecindad con el mayor consumidor de drogas en el mundo, que paga
a los criminales miles y miles de millones de dólares al año para
satisfacer su enorme demanda de drogas.
En el ámbito internacional, la corresponsabilidad exige no sólo
enfrentar juntos este problema, sino que exige, también, una solución
que reduzca sustancialmente esas exorbitantes rentas, porque lo que
fortalece a los criminales y les da el poder de corrupción y las armas
con las que siembran de muerte al país es, precisamente, ese dinero.
En suma, señoras y señores, los mexicanos estamos luchando por
construir un país de leyes y de libertades, y en ese empeño, claudicar
no es opción. Las capacidades, la organización, la disciplina, la
lealtad, el armamento de nuestras fuerzas del orden son muy, muy
superiores a las de los delincuentes.
Por eso, por muy difícil que parezca la lucha, ténganlo por seguro, vamos a vencer a esos criminales.
(Fragmento del mensaje del presidente Felipe Calderón, con motivo del Quinto informe de gobierno, 1 de septiembre de 2011).
Los socios internacionales
Al menos 14 países de América Latina, Europa y Asia han sido
penetrados por el hampa mexicana, revelan informes del Departamento de
Estado de Estados Unidos y de la Unión Europea. Investigaciones
internacionales descubren estrechos vínculos con mafias de Italia,
Japón, Perú e India para transportar decenas de toneladas de drogas. El
acceso a los narcóticos ilegales y los precursores químicos necesarios
para su producción local, así como a los grandes mercados, se facilita a
través de esos nexos entre grupos criminales, pero también a los que
sostienen con los representantes de los poderes institucionales y
económicos.
Los negocios funcionan como engranes de una gran maquinaria. La
ruta puede comenzar, por ejemplo, en Colombia y Perú. En ambas naciones,
los delincuentes mexicanos adquieren la cocaína que transportan a lo
largo del continente y del mar. Sus principales destinos son Estados
Unidos e Italia. En esos dos últimos países también se comercian
cargamentos de heroína, mariguana y metanfetaminas con el “sello
azteca”.
De acuerdo con las autoridades estadunidenses, Colombia y Perú
ocupan el primero y segundo lugares en producción mundial de cocaína. Se
calcula que, a lo largo del territorio peruano, unas 40 mil hectáreas
se destinan al cultivo de coca. Entre los principales socios y clientes
de los productores y traficantes andinos están los cárteles de Sinaloa,
Los Zetas, Tijuana y Juárez. A la primera organización también se la
vincula con lo que queda de la mafia colombiana.
El Consejo de la Unión Europea posee información que involucra a
las mafias mexicanas con las redes criminales peruanas. “La anterior
hegemonía de los cárteles colombianos en el negocio de la droga en Perú
es actualmente compartida con los cárteles de Tijuana, Sinaloa, Juárez y
Guadalajara [sic]”, detalla el Regional report on south America.
El informe refiere que, aunque su presencia en las zonas de producción
es mínima, estos cárteles centralizan sus operaciones en Lima y otras
grandes ciudades costeras desde donde gestionan sus negocios y acumulan
grandes cantidades de drogas para su envío al extranjero, principalmente
por vía marítima. Su destino es conocido: “Según las cifras facilitadas
por las autoridades peruanas, confirmadas mediante análisis químicos
realizados en cooperación con la DEA y por controles in situ de los
contenedores de carga en el puerto del Callao, aproximadamente 80 por
ciento de la cocaína peruana se destina a Europa”.
La información del Departamento de Estado estadunidense también
enfatiza los métodos del envío: “La cocaína se transporta por tierra a
los países vecinos, mientras que a Europa, al lejano Oriente, a México,
al Caribe y a Estados Unidos se trasiega por las vías marítima y aérea
(en vuelos comerciales)”.
Italia
Una de las sociedades más importantes con el hampa internacional se
ubica en Europa. Se trata del discreto pero potente negocio establecido
entre los narcotraficantes mexicanos y la mafia de Italia, documentado
por los carabineros de ese país y la representación de la DEA en Roma.
Las investigaciones bilaterales han descubierto que es, sobre todo, el
cártel del Golfo el que mantiene vínculos con la ‘Ndrangheta,
organización criminal que controla la región de Calabria.
Para las autoridades estadunidenses e italianas, la operación
binacional Reckoning fue el primer antecedente respecto de los enlaces
del tráfico de drogas entre la Bota y México. La pesquisa
descubrió que los delincuentes mexicanos exportan cocaína, heroína,
metanfetaminas y mariguana en grandes cantidades a Italia.
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