De niña me enseñaron que hoy era el día de la Raza, nunca supe de qué raza. También me dijeron muchas mentiras sobre un supuesto "descubrimiento" unilateral de una especie de "héroe" que debía ser motivo de celebración.
Lo cierto es que en esta fecha se rememora la llegada de Cristóbal Colón a costas americanas en 1492 y el inicio de una masacre y un proceso transculturizador que nos ha despojado de una parte importantísima de nuestra esencia.
La larga lucha de los pueblos originarios para su reivindicación y la perpetuación de su legado continúa. Se sigue viendo al indígena como al otro u otra sin que el sistema educativo lo incorpore al presente y sin que las leyes le concedan un marco legal que defienda sus derechos humanos. No se ha sido capaz de asumir un aporte importantísimo de las comunidades originarias para el respeto a la tierra y el cuidado del medio ambiente ni se ha tomado conciencia de que somos una sociedad multiétnica y pluricultural.
Ese reconocimiento representaría la felicidad no sólo para los pueblos indígenas que tienen el derecho de poseer sus tierras, encontrarse con sus dioses y valorar la naturaleza sino para nosotros, los mestizos, que asumiríamos esa parte de nuestra identidad. Una identidad que se oculta tras una mentalidad colonizada que la desprecia. Con dolor se observa la vergüenza étnica al irse perdiendo sus lenguas y tradiciones en vez de que estas se llevaran a todos los niveles de la sociedad. Pudiéramos aprender de ellos y estar orgullosos de tener sangre indígena pues son un "legado vivo de un pasado inmemorial y del espíritu de la tierra" (Bernardo Núñez).
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