El consenso de los oligarcas: 
JOHN M. ACKERMAN
Sesión en el Palacio Legislativo de San Lázaro.
Foto: Germán Canseco
MÉXICO, D.F. (Proceso).-
 La unificación bajo un solo mando de las diversas expresiones de la 
oligarquía mexicana y de la clase política nacional no es motivo de 
celebración sino de preocupación. En teoría la democracia representativa
 y el constitucionalismo moderno sirven para controlar los excesos del 
poder económico y limitar los abusos del poder público. Pero para 
funcionar en la práctica, se requiere de una sociedad diversa y 
empoderada, con una variedad de intereses en conflicto. Sin una vibrante
 pluralidad política que constantemente cuestiona las decisiones de la 
autoridad y llama a cuentas a los poderes fácticos, las instituciones 
rápidamente dejan de defender el bien público y terminan por cuidar 
solamente los intereses de los poderosos.
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