La Iglesia contra el pueblo
Sique
La Iglesia aliada al poder económico con los conservadores; el pueblo aliado a los progresistas con los liberales. La historia de siempre.
Es cierto que el movimiento por la democracia no es una cuestión de ricos y pobres, es un asunto de principios de justicia y libertad y de ánimo fraterno. Sin embargo, también es cierto, que por lo general, los movimientos por la democracia han tenido dirigentes de clase media con principios éticos pero que han contado con el motor vital de los pobres y raro es el rico que participa en ellos. Es el pueblo de menos recursos materiales el que nutre la conciencia, es el pueblo la savia de los movimientos progresistas porque es éste a quien debemos la conciencia de la necesidad de amor a nuestros semejantes, amor que impulsa hacia el progreso de la humanidad.
La Iglesia casi nunca ha sido parte de los movimientos progresistas. Es decir, carece de principios de justicia y libertad y de amor a sus semejantes, a pesar de que enarbola la bandera de Jesucristo quien nada tuvo que ver con los ricos y quien sí habló del amor a nuestros semejantes. Como los ricos, usan a los pobres como esclavos, así la Iglesia se refiere a ellos como el “rebaño”, es decir, una bola de “borregos”, la misma palabra que ahora utilizan los panistas cuando hablan de los del plantón por la democracia.
A la Iglesia le interesa que haya pobres, entre otras razones, porque ellos representan su subsistencia, en nombre de los pobres exige a los ricos que expíen sus culpas de riqueza desmedida dándole dinero para los pobres y así se enriquece también desmesuradamente, mientras cuidan que siempre haya pobres. El rico, por lo general, también carece de amor a sus semejantes, quiere que todo lo que haya sea exclusivamente para él, esta desigualdad provoca la pobreza, y ésta la culpa que tiene que expiar dándole dinero a la Iglesia para que abogue por ellos ante Dios. Es ahí donde se identifican la Iglesia y el rico. Se definen a sí mismos en contraposición a los pobres y se encuentran.
A nadie extraña ya que la iglesia esté ahora aliada al PAN. Una minoría de quienes pertenecen a la Iglesia está con el movimiento por la democracia, así como una minoría de los que pertenecen a las clases altas está con éste. La Iglesia no aprende porque no le conviene, pero el pueblo sí puede aprender que su creencia en Dios nada tiene que ver con la Iglesia y que también puede elegir a los representantes de su credo. Así que vamos democratizando de una vez a la Iglesia y que los creyentes elijan y voten por sus representantes religiosos. Igual que un boicot a los medios de comunicación debiera iniciarse un boicot a los representantes de la Iglesia que sólo quieren aumentar sus arcas de riqueza y que muy lejanos están de las necesidades del pueblo. Sugiero a los creyentes sigan a los ministros que defienden sus causas y aléjense de quienes se alían con quienes los engañan y los roban. Tal vez así aprendan a seguir las enseñanzas de Jesucristo. Ama a tus semejantes como a ti mismo.
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