domingo, agosto 13, 2006

La segunda rasurada


La segunda rasurada

Antonio Gershenson
La Jornada

Paquetes electorales abiertos, documentos sin sello y/o sin firmas (obligatorios por ley, según el caso para cada paquete, sobres con boletas de votación o actas), son las huellas de una segunda rasurada a los votos de Andrés Manuel López Obrador, en ocasiones aumentando los votos de la derecha. Se trataba sobre todo de ocultar el hecho de que el recuento de las boletas no iba a resultar igual que las cifras correspondientes de las actas que se usaron para la "verdad oficial" que daba a la derecha un triunfo por menos de uno por ciento de los votos. En la práctica, se tendría que reproducir, en las casillas, lo que habían hecho en las actas en la primera rasurada. Pero para este segundo caso intervenían los fraudecitos locales, y era algo ya muy complicado para ellos. El resultado fue desastroso.

Esto se hizo, en ocasiones -no podemos negar de antemano que en otros casos, priístas al servicio del PAN, o incluso ex priístas experimentados durante décadas de fraudes electorales, hayan hecho un trabajo más fino-, con la mayor torpeza, al punto de que en no pocos casos estaban abiertos los paquetes y los sellos de los sobres de boletas de votar estaban violados. Además, hubo casos en que faltaba la lista de votantes, una parte o incluso todas las boletas de votación, el acta, o de plano todo. Y los casos de más boletas que las originales, lo cual implica el taqueo o relleno de urnas con boletas adicionales a favor de Calderón, ya sin el público; y de falta de boletas frente a las originales, que implica que sacaron boletas que eran para López Obrador y algunas de las cuales aparecieron luego en basureros.

Quiero poner un ejemplo muy claro. El primer día, en el distrito 5 del Distrito Federal, resultó que las tres primeras casillas cuya documentación se revisó ¡estaban todas bien! Los números eran exactos en el recuento de las boletas y en el acta oficial. Era algo raro, porque en otras casillas había diferencias, aunque fueran pequeñas. Pero también se publicó que "la diputada María Luisa Contreras (de la coalición) señaló que los tres paquetes que hasta ahora han sido contabilizados, no tienen firma ni de funcionarios de casilla ni de representantes de partidos". Dicho de otro modo, se habían cambiado los paquetes por otros nuevecitos, sin las obligadas firmas, con las boletas ya ajustadas a lo que decían las actas oficiales...

De modo que los miles de votos a favor de López Obrador que se han estado "recuperando" son los que sobrevivieron a la segunda rasurada. Son pocos en comparación con los 240 mil que oficialmente tiene Calderón frente a López Obrador. Y también pocos en comparación con los que resultarían de anular las casillas con irregularidades tales que hacen imposible reconstruir cuántos votos tuvo en realidad cada partido. Por ejemplo, la violación de sellos hace imposible saber cuántos votos metieron o sacaron los delincuentes electorales. El que haya, por ejemplo, 40 boletas más de las que debería haber, hace imposible saber cuántas fueron para cada partido, y así sucesivamente.

De ahí que sea significativo que se esté dando importancia a la anulación de casillas con estas características, que son muchas. En varias ocasiones fotografiadas, o incluso en video, estamos presenciando tácticas que vienen desde las más primitivas del fraude electoral. Los panistas calculaban sólo el fraude general, el computarizado. No tomaron en cuenta los fraudes de caciques locales y similares: rellenar urnas, ya después de la jornada de la votación, con boletas a favor de Calderón, extracción de boletas a favor de López Obrador, etcétera. Y luego la segunda rasurada, dispareja pues no fue en todos lados, la de entrar a la bodega, violar sellos, etcétera, a querer "arreglar" las cosas; pero en bastantes casos ni siquiera le dieron su arregladita para disimular, dejaron todo a medias y con suficientes huellas de su acción.

Ahora la disyuntiva es: o se aplica la ley, se anulan las casillas viciadas y le dan el susto de su vida al candidato y a los líderes panistas, o bien atropellan la ley de manera demasiado evidente, "legitiman" el fraude más público y aceleran el deterioro de la situación del país. Esta podría ser la última oportunidad de dar una salida institucional a esa situación.

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