Sique
Cuando se habla de consorcios, transnacionales, Banco Mundial, FMI o las tantas siglas bajo las cuales se encubren los grupos que detentan el poder económico y político mundial parecieran entidades abstractas que pudieran estar en la estratósfera como entes no identificables. No, todas esas agrupaciones están conformadas por gente de carne y hueso, son humanos cuyo proyecto de vida es devorarse a sus semejantes. Son caníbales que llevan a cabo juntas en lujosos espacios con galletitas y café para diseñar estrategias que aumenten su poder económico cada vez más, sin la consciencia de que están asesinando y comiéndose a sus congéneres. Esas PERSONAS manejan cifras e índices económicos disociados totalmente de la representación humana implícita. Es difícil imaginar que estos HOMBRES y algunas MUJERES tengan hijos y familiares, es casi imposible suponer que sean susceptibles de la ternura y la compasión que generan las imágenes de niños y niñas que viven en muladares, con hambre y carentes de lo más indispensable, de ancianos abandonados en condiciones infrahumanas, de enfermos desahuciados por falta de atención, de hombres y mujeres cuya vida es un infierno sin posibilidades de cambiarlo; resulta imposible concebir sus lágrimas ante la desolación de la muerte, el dolor y la pobreza de millones de personas que son iguales a ellos, seres humanos. Será que ellos no se consideran humanos, o bien, creen que los otros no lo son, han perdido la noción de identidad, y lo peor de todo, no se percatan de que ellos son los causantes de este inmenso sufrimiento, porque han disociado la relación entre causa y efecto a partir de teorías económicas que en realidad son delirios estructurados para ocultar una cuestión muy sencilla: todo aquello que no está regido por la equidad, la solidaridad y la diversidad tiende a la destrucción del ser humano (PARECON). La voracidad con la que quieren apropiarse del planeta indica que están absolutamente deshumanizados y esto significa que se han alejado de sí mismos, que están escindidos, por tanto esquizofrénicos. Por ello, su rapacidad es patológica. Seguramente sus vidas personales son un compendio de sufrimiento porque nadie que tenga ese síndrome puede ser feliz, sin embargo, no se dan cuenta de que la falta de amor, compasión e identidad es la causa principal de sus sufrimientos y creen que se aliviará a partir de que las cifras económicas de las cuentas que manejan aumenten con sus consecuentes yates, mansiones, aviones, islas y demás frivolidades. Siendo los más ricos económicamente, son los más pobres dentro del orden de lo humano y lo psicológico, muchos abrazan sectas y religiones creyendo que con eso van a alimentar el espíritu y a justificar sus genocidios, pero no les resulta, por eso, ciegos como están, buscan la solución en el enriquecimiento económico y en el manejo delirante de millones de dólares. Es la chusma de la población del planeta. Son gente que pertenece a la más baja ralea de la humanidad, porque ni siquiera se consideran parte de ésta; son los asesinos más prominentes del mundo, tendrían que estar si no en una clínica psiquiátrica al menos en una cárcel de alta seguridad. Este mundo no puede estar regido por enfermos mentales; los que aún tenemos cierta salud mental que somos muchos millones tenemos que percatarnos de esto y relegarlos adonde les corresponda, les haremos un bien a ellos y nosotros no perderemos la parte de salud mental que aun conservamos rescatando el humanismo que es la única posibilidad de que nuestra especie subsista.
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