martes, septiembre 05, 2006

Los corruptos imponen al pelele

Sique

Otra vez. Ya lo sabíamos, más no por eso es menos doloroso cuando ocurre. Nos pone en tercera dimensión el tamaño de la corrupción y la impunidad. Seguimos resistiendo los golpes de la injusticia, de la humillación y la burla. Pero nos levantaremos con más fuerza porque ya conocemos la dimensión de la tarea. Ya sabemos hasta que punto nuestra nación ha sido secuestrada y a que grado son capaces de someter al pueblo. Adquirir conciencia de la magnitud del agravio puede ser amargo y doloroso pero es la única forma de obligarnos a actuar con firmeza, inteligencia y buena voluntad. Un beso a la herida:

Suave Patria
Ramón López Velarde
1er acto

Patria: tu superficie es el maíz,
tus minas el palacio del Rey Oros,
y tu cielo, las garzas en desliz
y el relámpago verde de los loros.

El Niño Dios te escrituró un establo,
y lo veneros del petróleo, el diablo.

Sobre tu Capital, cada hora vuela
ojerosa y pintada, en carretela;
y en tu provincia, del reloj en vela
que rondan los palomos colipavos,
la campanadas caen como centavos.

Patria: tu mutilado territorio
se viste de percal y de abalorio.

Suave Patria: tu casa todavía
es tan grande, que el tren va por la vía
como aguinaldo de juguetería.

Y en el barullo de las estaciones,
con tu mirada de mestiza, pones
la inmensidad sobre los corazones.

¿Quién, en la noche que asusta a la rana,
no miró, antes de saber del vicio,
del brazo de su novia, la galana
pólvora de los juegos de artificio?

Suave Patria: en tu tórrido festín
luces policromías de delfín,
y con tu pelo rubio se desposa
el alma, equilibrista chuparrosa,
y a tus dos trenzas de tabaco, sabe
ofrendar aguamiel toda mi briosa
raza de bailadores de jarabe.

Tu barro suena a plata, y en tu puño
su sonora miseria es alcancía;
y por las madrugadas del terruño,
en calles como espejos, se vacía
el santo olor de la panadería.

Cuando nacemos, nos regalas tus notas,
después, en un paraíso de compotas,
y luego te regalas toda entera,
suave patria, alacena y pajarera.

Al triste y al feliz dices que sí,
que en tu lengua de amor prueben de ti
la picadura del ajonjolí.

¡Y tu cielo nupcial, que cuando truena
de deleites frenéticos nos llena!

Trueno de nuestras nubes, que nos baña
de locura, enloquece a la montaña,
requiebra a la mujer, sana al lunático,
incorpora a los muertos, pide el Viático,
y al fin derrumba las madererías
de Dios, sobre las tierras labrantías.

Trueno del temporal: oigo en tus quejas
crujir los esqueletos en parejas;
oigo lo que se fué, lo que aún no toco,
y la hora actual con su vientre de coco.
Y oigo en el brinco de tu ida y venida,
oh trueno, la ruleta de mi vida.

Una poesía diaria para fortalecer el espíritu de lucha que necesitamos para construir una nación libre y justa. NO PASARÁN.

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