Traído de La Hora del Pueblo y suponemos que de la inspiración de Judas:
Más allá del boicot
Son tantas las marcas de los empresarios involucrados en el apoyo ilegal y fraudulento al fecal que, de momento, hay quien se pregunta ¿qué puedo comprar? Hay cosas que necesito.
Este sistema neoliberal no solamente actúa en lo muy visible, como las privatizaciones, la disminución de la actuación del Estado, la abolición de políticas públicas, etc, sino que nos va condicionando a una serie de acciones que, si pudiéramos pensarlas y decidir, seguramente muchos de nosotros no las haríamos. Así creemos que un estilo de vida particular nos es necesario y no se trata más que de la manifestación de lo que Marcos Roitman llama “pensamiento sistémico”, con el cual se fomenta el individualismo, el consumismo, la apatía, la indiferencia y la pérdida de identidad social.
La manera de consumir, o sea, de comprar es una clara manifestación de la intervención en nuestros cerebros a favor del capital. Se crean las grandes tiendas de autoservicio, para poner sólo un ejemplo, en las que cada paso que damos está fríamente calculado. Cuando las inauguran ofrecen precios realmente baratos, se llenan de ofertas más o menos reales y, cuando comparamos, resulta que efectivamente es más barato comprar ahí. Conforme pasa el tiempo y nos acostumbramos a hacer nuestras compras en el establecimiento, suben los precios selectivamente y hacen “ofertas” ficticias. La distribución de los productos está calculada para provocar “necesidad” de comprarlos y, aunque llevemos una lista con lo que necesitamos, casi siempre adquirimos algunos productos de más. Son lugares llenos de gente, pero no interactuamos con ella, caminamos todos en solitario y, la mayoría de las veces, no requerimos hablar con los demás. Aquí se venden muchos productos gringos, incluídos los perecederos, o sea, carne, pollo, frutas y verduras, muchos de los cuales son viejos porque no se vendieron allá. Estos almacenes, además, realizan prácticas monopólicas y asfixian y llevan a la quiebra a las tiendas pequeñas.
Nosotros, desde hace tiempo, antes de las elecciones, tratamos de consumir productos mexicanos y naturales, lo que nos llevó a buscar otras tiendas en donde fueran fáciles de conseguir y de esta manera fuimos borrando de nuestra vida bimbos, sabritas, etc. Posteriormente, ya con el boicot, eliminamos muchos más y resultó que son pocas cosas las que se consiguen solamente en un supermercado, al cual acudimos con una pequeña lista estricta de necesidades reales, que cada vez es más pequeña. Pero también descubrimos que al comprar en la “tienda de la esquina” no gastamos más, porque las grandes tiendas engañan con los precios; no he anotado las cifras, pero en realidad estamos gastando menos.
Y viene una gran ventaja, porque al ir a estos pequeños negocios es más difícil comprar lo que no necesitamos porque no lo tenemos a la vista, y recuperamos la relación de “marchantes”, se saluda, se platica, se comenta; o sea, nos conocemos y disfrutamos a la gente, además de que se puede aprovechar para hablar de la resistencia civil, del fraude, mal gobierno, instituciones podridas y otras muchas lacras que nos aquejan.
De esta manera, el boicot nos ayuda, a los de esta sociedad civil, tan despierta ahora, a cambiar un poco ¿o mucho? del estilo de vida que ni era nuestro y que nos fue impuesto por los mismos conquistadores de siempre. ¿Quién no disfruta de los olores, ruidos y colores de un mercado? del tianguis prehispánico que nunca hemos abandonado a pesar de la influencia gringa, civilizada y moderna, tan moderna como quieren los pacíficos que sea la izquierda actual, tan moderna que permita acomodar a un pobre y patético ingeniero como maestro de ceremonias patrióticas para quienes no tienen patria ni ma….tria.
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