Nada bueno se logrará con la toma de la ciudad de Oaxaca por parte de la Policía Federal Preventiva.
El punto de partida para la búsqueda de una solución de fondo al conflicto en Oaxaca pasa, necesariamente, por la renuncia del gobernador Ulises Ruiz.
Es inaceptable e indignante que, por mantener los acuerdos políticos nacionales entre el PAN y las cúpulas del PRI -que se reafirmaron con el fraude electoral del 2 de julio pasado y con la imposición de Felipe Calderón-, se siga sosteniendo a un gobernador antipopular, siniestro y represor, a costa del sufrimiento de los oaxaqueños.
Es evidente que la mayoría de los oaxaqueños no quiere al gobernador Ulises Ruiz. Baste recordar que, en las pasadas elecciones del 2 de julio, nosotros obtuvimos en ese estado 191 mil 719 votos de ventaja con relación al PRI y 391 mil 820 votos más que el candidato presidencial de la derecha.
Esta votación no sólo expresó la adhesión de la mayoría de los oaxaqueños al proyecto alternativo de nación que postulamos sino que significó, en la práctica, una especie de plebiscito en contra del gobernador Ulises Ruiz.
Por lo anterior, es a todas luces una barbaridad querer mantener, con el uso de la fuerza y la opresión, y con el dolor que ello implica, a un gobernador repudiado por los oaxaqueños. Ni en la tierra de Juárez ni en ninguna otra parte debe tolerarse semejante atrocidad.
Andrés Manuel López Obrador
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