Carlos Fernández-Vega
Diez de los más grandes lograron utilidades por 30 mil mdd sólo el año pasado
Las rebanadas del pastel:
En la larga batalla que oficialmente ayer inició Andrés Manuel López Obrador como presidente legítimo, destaca la referencia que hizo a los delincuentes de cuello blanco uno de los principales escollos para el avance nacional disfrazados de "hombres de negocios", los cuales financiaron buena parte de la campaña del nuevo gerente que despachará en Los Pinos (la otra porción tal vez para propinas se financió con recursos del erario, vía prerrogativas en materia electoral).
Sin mencionarlos por su nombre y apellido, pero sí identificándolos por medio de algunas de las principales marcas comerciales que los distinguen en esta democracia "de, por y para los empresarios" (Fox dixit), López Obrador no sólo hizo un balance sobre la rapacidad de esos barones, sino que subrayó lo alejado que está México de ser un país competitivo, equitativo y con oportunidades para todos.
AMLO detalló el espeluznante diferencial de precios existente, para los mismos productos y servicios, entre México y su principal socio comercial, Estados Unidos (en detrimento, obvio es, de los consumidores mexicanos), de tal suerte que, con la complicidad de los gerentes impuestos, esos barones han amasado inmensas fortunas a costillas de los indefensos consumidores.
Sólo como ejemplo citó los elevadísimos precios del cemento (monopolizado por Lorenzo Zambrano, cabeza de Cemex); la telefonía fija y móvil, amén de los servicios de Internet de banda ancha (monopolizados por el imperio de Carlos Slim); la televisión por cable (monopolizada por Televisa, con Emilio Azcárraga Jean); las tarjetas de crédito de las tiendas departamentales (muchas ahora premiadas con su banco chatarra), y los servicios bancarios (controlados en 90 por ciento por trasnacionales financieras). De la parte gubernamental, las elevadísimas tarifas eléctricas y los precios de los energéticos.
De lo anterior se puede precisar que Carlos Slim controla 94 por ciento de la telefonía fija en el país y 75 por ciento de todo el sector, cuando se incluye la telefonía móvil. Durante el "cambio" triplicó sus utilidades netas en esta actividad (de 21 mil a 71 mil millones de pesos), sin considerar su presencia en otras actividades económicas y financieras.
Lorenzo Zambrano, el rey del cemento, acapara 90 por ciento de la producción y el mercado nacionales, y ocupa el tercer lugar mundial en esta actividad, con su Grupo Cemex. Al inicio del "cambio" facturaba cerca de 55 mil millones de pesos sólo en México y cinco años después esa cifra se multiplicó por tres.
Con Televisa, el hijo del soldado del presidente (en turno), Emilio Azcárraga Jean, concentra 70 por ciento de la televisión abierta en el país. Su cercanía con el "cambio" ha sido generosamente retribuida, desde la ''desaparición'' de impuestos en especie (aquel 12.5 por ciento) hasta la ley que lleva el nombre del consorcio. El 30 por ciento restante se queda en manos de Tv Azteca, de Ricardo Salinas Pliego.
Tal vez por falta de tiempo, pero López Obrador se quedó cortó en su referencia a los grados concentración económica en el país. Lástima, pero se le olvidó, por decirlo así, mencionar a otros que no lo hacen nada mal. Baste decir que diez de los principales barones del país obtuvieron utilidades netas por casi 30 mil millones de dólares sólo en 2005 (casi 5 por ciento del PIB, y una cuarta parte de ese monto terminó en el bolsillo de Slim), y ellos son los que acaparan sectores como el telefónico (fijo y móvil), el cementero, el cervecero y refresquero, el de la tortilla, la panadería industrializada, la televisión, los seguros y la minería, y sólo dan empleo a 1.4 por ciento de la PEA.
Entre estos barones destaca Germán Larrea, cabeza del Grupo México, que concentra 95 por ciento de la explotación y comercialización del cobre. Al empezar el sexenio foxista reportó poco más de 700 millones de pesos en utilidades netas; en 2005 ya sumaban 7 mil 200 millones. Y cómo olvidar a la siempre pía familia Servitje, que acapara 85 por ciento del pan industrializado en el país y generosa financiera del otro PAN.
Faltan algunos, de hecho pocos, muy pocos, pero prácticamente controlan todo en esta "continuada" democracia "de, para y por los empresarios".
Sobre los regalos de fin de sexenio y los exitosos neobanqueros: "trabajo en Autofin México, y desde el verano pasado se abrió este banco sabiamente bautizado como chatarra. No tiene ningún cliente. Ni las moscas se paran. Es únicamente para que el contador Juan Antonio Hernández (como se le debe decir religiosamente) tenga un respaldo que ampare y proteja a sus agencias automotrices y negocios de autofinanciamiento. El banco es un salvavidas en caso de crisis, que se puede vivir en los siguientes meses. Aquí en Autofin las ventas han disminuido considerablemente y muchas personas que sacaron crédito no han pagado por la simple razón de que no hay dinero y, como todos, enfrentan los embates del neoliberalismo. Por si fuera poco, a todos los empleados de Autofin nos cambiaron a la nómina del Banco Autofin. Cada que se retira dinero del cajero nos quitan 5 pesos automáticamente. Somos como 6 mil empleados, pero haga cuentas y mínimo se llevan 30 mil pesos por quincena, y eso en caso de que la gente sólo haga un retiro. Son 60 mil pesos mensuales que se llevan los dueños tranquilamente, sin hacer nada. Además, por todo movimiento, hasta por consultar saldo en cajero, a uno le descuentan. En esta empresa se cometen muchos abusos, desde el trato déspota y grosero de Juan Antonio Hernández hacia sus empleados, hasta trabajar horas extra sin recibir pago extra. A mí hasta la fecha no me han dado mi copia de contrato y cada vez que lo pido me dan largas" (por obvias razones se omite el nombre del denunciante).
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