Luis Javier Garrido
El nuevo gobierno de facto constituye un parteaguas en el México moderno y la brutal represión que lleva a cabo contra los oaxaqueños es la más clara advertencia al pueblo mexicano de lo que espera a cualquier movimiento social que busque oponérsele.
1. El gobierno de facto de Felipe Calderón se inició con una serie de violaciones a la Constitución, lo que no constituyó una sorpresa, pues desde el sexenio pasado se conoce el desprecio de los panistas por la legalidad. El acto ominoso en Los Pinos a la medianoche del 30 de noviembre no sólo no tuvo validez constitucional alguna sino que supuso la trasgresión a principios legales, pues la transmisión del poder presidencial se efectúa ante el Congreso. Y desde un punto de vista legal, el viernes primero, Calderón no protestó tampoco ante el Congreso, pues la sesión no se había instalado, ya que esto supone que, en términos de la Ley Orgánica y del Reglamento Interior, se hubiese pasado lista de los presentes (lo que nunca se hizo) y constatado el quórum (lo que tampoco aconteció, pues el panista Zermeño se limitó a inventar una cifra) de manera que lo hizo ante una turba informe en un Palacio Legislativo tomado por decenas de militares del Estado Mayor Presidencial disfrazados de civil que amedrentaban a los legisladores, lo que no tiene precedente en la vida institucional de México.
2. La llegada de Felipe Calderón a Los Pinos de manera espuria ese primero de diciembre no constituye nada más, como pudiera suponerse, el triunfo antidemocrático de una serie de grupos oligárquicos sobre el pueblo de México tras el fraude electoral del 2 de julio, y la consiguiente prosecución, por seis años más, de las mismas políticas neoliberales de Fox y de sus antecesores, sino algo mucho más trascendente: un viraje político que entraña la toma ya plena del poder en México por la extrema derecha que, libre de las ataduras que tenía el gobierno de Fox, se dispone a profundizar los programas de los pasados cuatro sexenios neoliberales, e intentar por la vía de la fuerza consolidar el nuevo régimen político sustentado en la simulación.
3. La alianza de la tecnocracia priísta con el PAN, que respaldó no sin dificultades a los gobiernos de los tecnócratas priístas Salinas y Zedillo, y ahora sustenta este segundo gobierno encabezado por un panista, se halla en franca minoría en el país, y por lo mismo está dispuesta a dar varios pasos adelante en la imposición del proyecto neoliberal, buscando desmantelar lo que aún queda del marco constitucional en materia de derechos sociales, pero sobre todo prosiguiendo la recomposición de las reglas del juego político, y para ello se propone tratar, ya sin miramiento alguno, a cualquier forma de oposición, por muy legítima y legal que sea, como se está viendo en el caso de Oaxaca.
4. La represión del gobierno de facto calderonista contra el pueblo oaxaqueño y la APPO, que ha sido su incipiente forma de organización entrañando como en 1968, al más puro estilo diazordacista, homicidios, desaparecidos, heridos, detenciones ilegales, vejaciones y una supresión de hecho de las garantías individuales y la criminalización, en una campaña fascistoide de un movimiento social, ha supuesto no sólo un bárbaro acto de fuerza represiva ciega contra un pueblo humilde que ha exigido el respeto de sus derechos civiles y políticos, sino asimismo un mensaje muy claro a los mexicanos de lo que les espera en el futuro a aquellos que, aun por la vía pacífica y democrática, intenten cuestionar las políticas del gobierno. Flavio Sosa, uno de los dirigentes de la APPO caracterizados por su disposición al diálogo, y quien venía a una reunión en Gobernación, fue detenido el martes 5 en un burdo acto de traición y tratado como un delincuente.
5. ¿Quién podrá en el futuro confiar en un poder de facto que tiene a dirigentes sociales como Ignacio del Valle (Atenco) y Flavio Sosa (Oaxaca) en un penal de alta seguridad mientras quienes han cometido gravísimos delitos están gobernando el país? El cardenal Juan Sandoval Iñiguez, envalentonado acaso por eso, festejó la represión a los oaxaqueños declarando en tono fascistoide a Televisa el miércoles 6 desde Roma que ahora sí se iba a vivir en México en el marco de la legalidad y no en el de la permisividad, como según él habría ocurrido durante el sexenio de Fox, "a partir de Atenco".
6. El gobierno ilegítimo de Calderón, luego de los nombramientos de su gabinete espurio, de los anuncios de sus programas y de sus primeros actos represivos en Oaxaca, que constituyen un inmenso catálogo de violaciones a los derechos fundamentales de miles de personas, se puede decir que significa para México un retroceso histórico sin precedente en más de 90 años, pues pretende negar, en nombre de los intereses de una serie de traficantes de influencias, de las multinacionales y de un sector del clero, cuyos representantes son quienes van a pretender gobernar, todos los logros de los mexicanos en dos siglos: desde la separación Estado-Iglesia durante la Reforma hasta las conquistas sociales derivadas de la Revolución Mexicana, y todo para servir a unos cuantos grupos privados.
7. Los intereses más sórdidos están dominando hoy a la vida económica y política del país, y en especial los sectores más reaccionarios de la Iglesia católica, incrustados en el gobierno por medio de El Yunque y del PAN, y una serie de traficantes de influencias y multinacionales, vinculados al gobierno por medio de los cuadros del salinismo y de los amigos de Zedillo, quieren imponer sus intereses por sobre los derechos del pueblo aprovechándose de la pelelización de la presidencia del país.
8. Un gobernante minoritario de aspiraciones democráticas en un régimen de derecho busca hacer un gobierno de composición y negociar los programas con las demás fuerzas políticas; un gobierno minoritario no democrático, como el que encabezan Calderón y los salinistas, máxime si surge de un fraude electoral como el de 2006, no tiene más obsesión que apoderarse del aparato del Estado, destruir a las oposiciones de izquierda e imponer sus políticas.
9. El PRD, dominado por cuadros facciosos y dispuestos a los arreglos tradicionales, hace muy mal por ello en claudicar ante el gobierno de facto, pues se olvida de dos cuestiones fundamentales. La primera es que Calderón intenta reducirlos a 20 por ciento del porcentaje electoral en 2009, con todo lo serviles que puedan ser con él. Y la segunda, que el candidato que ellos apoyaron ganó las elecciones presidenciales mientras que Calderón representa a las minorías, por lo que corren una vez más el riesgo de no estar a la altura del pueblo mexicano. No lo estuvieron el día primero en San Lázaro cuando en el último momento claudicaron de su protesta y dejaron entrar como si nada a Calderón al recinto agraviando al pueblo mexicano, y no lo estarán si se olvidan que la vía parlamentaria no está reñida para nada con la resistencia cívica y la oposición real.
10. 2006 es para todos una prueba fundamental: para el pueblo, para las organizaciones políticas y sociales, y para el gobierno legítimo surgido de la Convención Nacional Democrática. Hay, desde el día primero, un nuevo escenario, y Oaxaca constituye el referente inmediato.
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