Carlos Fernández Vega
Abajo firmantes de pomposos pactos y oportunos desplegados (en tiempos electorales) en favor de la inversión privada interna como "único medio" para apuntalar el crecimiento económico nacional, los barones mexicanos han cumplido su palabra, pero no necesariamente con el país.
Estos "promotores" de la economía mexicana (Forbes la mayoría de ellos, y siempre en contra de "experimentos" que puedan modificar las reglas del juego) siguen invirtiendo, y fuerte, pero no en el país ni en favor del crecimiento interno (entre los menores de América Latina), porque en el último quinquenio duplicaron sus inversiones hasta acumular 25 mil 600 millones de dólares, aunque fuera de nuestras fronteras, con lo cual los barones reforzaron su presencia y privilegios, especialmente hacia sur del continente, sin obviar el resto.
La CEPAL recién informó que las inversiones mexicanas en América del Sur acumularon, en este 2006 que se extingue, 25 mil 562 millones 800 mil dólares, el mayor monto para los distintos grupos empresariales latinoamericanos que invierten en terceros países de la región. En diciembre de 2001 dicho monto sumó 11 mil 944 millones, de acuerdo con las cifras de la propia comisión.
No hay que buscar mucho para saber quiénes son tan distinguidos barones, que para la foto firman pactos (como el de Chapultepec) y desplegados en favor de la inversión interna, cuando en los hechos inyectan sus capitales en otras economías, como si en la mexicana sobraran recursos y su crecimiento no fuera raquítico. Entre los más sonados están Carlos Slim (América Móvil y Telecom), en primerísimo lugar; Lorenzo Zambrano (Cemex); la siempre pía familia Servitje (Bimbo); Emilio Azcárraga Jean (Televisa); Eugenio Garza Lagüera (FEMSA); Germán Larrea (Grupo México); Roberto González Barrera (Gruma); Ricardo Salinas Pliego (Elektra); Gastón Azcárraga (Grupo Posadas); Dionisio Garza Medina (Alfa); Adrián Sada González (Vitro); Fernando Senderos Mestre (DESC); Bernardo Quintana Isaac (ICA): Humberto y Javier Lobo Morales (Protexa); David Peñaloza Sandoval (antes Tribasa, hoy Pinfra; ayer prófugo de la justicia, hoy de nuevo en los "negocios") y Eugenio Clariond Reyes (IMSA).
Va a parecer casualidad, pero más de uno de esos nombres está asociado a los pingües beneficios de la política privatizadora de los últimos 25 años. A los grandes contratos públicos y a los mecanismos de "rescate" instrumentados por el gobierno (léase Ficorca y Fobaproa, en los primeros renglones) y, desde luego, al financiamiento privado de las campañas políticas, principalmente las presidenciales (el orden de los factores no altera el producto).
Garantizado el control de gruesas rebanadas de la economía mexicana, han puesto las chequeras en otras partes: telefónicas, embotelladoras, mineras, editoriales, cementeras, panaderas, financieras, hoteleras, comerciales y muchas otras, establecidas a lo largo y ancho de América Latina, donde han sido adquiridas y acaparadas por estos magnates, siempre preocupados por la falta de inversiones en México, la carencia de empleo en el sector formal de la economía y la ausencia de "reformas" que "impiden" el avance nacional.
Son los mismos barones que entre diciembre de 2001 e igual mes de 2004 incrementaron 46.75 por ciento la salida de capitales (de 11 mil 944 millones de dólares a 17 mil 528.7 millones) para adquirir activos en el extranjero, y que de esta última fecha a mediados de 2006 elevaron la cifra a 25 mil millones, de acuerdo con información del Banco de México relativa al comportamiento de la balanza de pagos.
En 2004 la salida de capitales por el concepto referido sumó 3 mil 490 millones de dólares, cuando en 2003 ascendió a mil 972.5 millones, y un año antes a sólo 122.5 millones. En 2005-2006 se incrementó a cerca de 8 mil millones, y el año aún no termina, para efectos estadísticos. Por los muchos pactos y desplegados promovidos y firmados por los barones, la tendencia de invertir fuera de nuestra fronteras va al alza, y el propio Banco de México ha reconocido que el saldo de los activos en el exterior propiedad de residentes de México aumenta como resultado de la creciente adquisición de activos en el exterior, propiedad del sector privado (bancario y no bancario), así como de salidas asociadas a inversión directa en el exterior por parte de residentes mexicanos.
Sin fórmulas propias, los barones autóctonos han seguido la tendencia mostrada por las trasnacionales estadunidenses y españolas que hoy dominan buena parte del escenario económico mexicano, sólo que con los ojos puestos en países latinoamericanos. A estas alturas, 18 empresas mexicanas (llamadas translatinas) han ido ampliando su red de negocios e intereses económicos y políticos en la región hasta alcanzar, en 2005, ventas cercanas a 75 mil millones de dólares (la tercera parte corresponde a los consorcios de Carlos Slim) fuera de sus fronteras, algo así como 10 por ciento del producto interno bruto de su país de origen, de acuerdo con cifras presentadas en el más reciente reporte de la Cepal sobre inversión extranjera en América Latina a lo largo del año citado.
Entonces, menos pactos para la foto y más inversión productiva para el país.
¿Y si no lo hacen, qué? ¿Y cuando ya se hayan llevado todo el dinero, qué? ¿No existe una ley que impida salidas multimillonarias de dinero del país?
Las rebanadas del pastel:
Fue tal el amor, la comprensión y el entendimiento a la hora de aprobar el Presupuesto de Egresos 2007, que los inquilinos de San Lázaro lo ven todo color de rosa, pues aseguran que entre las "buenas noticias" se cuentan que el precio de la leche Liconsa "bajará 50 centavos" y que la UNAM "recuperó" 680 millones de pesos. Es rotundamente falso: el precio de la leche popular aumentará 14 por ciento y de cualquier suerte al presupuesto de la máxima casa de estudios le recortaron 120 millones.
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