Autoriza el Congreso la continuación de la guerra en Irak por lo menos otro año
Rechaza la Suprema Corte de EU apelaciones de presos de Guantánamo
Los presuntos "terroristas" quedan sin derecho a un juicio y sin poder denunciar maltratos
Esta semana el Pentágono enviará más soldados al país ocupado; habrá "redespliegue" de tropas
DAVID BROOKS CORRESPONSAL
Un iraquí llega a un hospital en Kirkuk (al norte de Bagdad) con un niño herido en un atentado con bomba, al continuar la violencia en el país ocupado Foto: Reuters
Nueva York, 2 de abril. Al parecer el juego político ahora es evadir toda responsabilidad en la llamada "guerra contra el terror", con la negativa de la Suprema Corte de Justicia de abordar el asunto de la constitucionalidad del campo de concentración en Guantánamo y los demócratas evadiendo su compromiso de poner un alto a la guerra en Irak.
Con ambas decisiones, el gobierno de George W. Bush puede proceder con sus políticas bélicas que han sido no sólo repudiadas por la mayoría de la ciudadanía estadunidense, sino reprobadas por la opinión mundial.
La Suprema Corte de Estados Unidos rechazó hoy apelaciones de detenidos en el campo militar de Guantánamo, quienes habían cuestionado la validez legal de una ley autorizando las llamadas comisiones militares para realizar juicios marciales de los "enemigos combatientes", así como la legalidad de su detención por llevar más de cinco años sin ser formalmente acusados o sometidos a un juicio.
La puerta no se ha cerrado
Con este fallo -con tres de los nueve jueces que consideraron que sí se debería evaluar el caso- (sólo se requieren cuatro votos en favor para otorgar la apelación), el gobierno de Bush logró, por ahora, mantener a los detenidos extranjeros acusados de "terrorismo" sin acceso a tribunales civiles, ni otorgarles derechos constitucionales básicos, como el habeas corpus. Sin embargo, dos de los jueces expresaron que aunque la Suprema Corte optó por no considerar las apelaciones en esta instancia, eso no significa que el máximo tribunal cierre la puerta a estos casos, y advirtieron que podría haber nuevas circunstancias que obligarían a una revisión judicial de estos casos.
Pero por el momento, los aproximadamente 385 prisioneros en la base estadunidenses de Guantánamo, en Cuba, continuarán sin derecho a cuestionar la legalidad de su detención, sin acceso a tribunales y sin disfrutar de derechos básicos otorgados a todo detenido dentro de Estados Unidos. Tampoco pueden presentar denuncias formales por tortura o maltrato al que pudieron haber sido sujetos en Guantánamo u otras prisiones clandestinas.
Mientras los comentaristas y varios medios no cesan de hablar sobre el creciente enfrentamiento entre el liderazgo demócrata del Congreso y la Casa Blanca republicana en torno a la guerra en Irak, en los hechos poco ha cambiado. Aunque la Cámara de Representantes primero, y el Senado poco después, aprobaron una legislación que incluye fechas límite para un retiro de tropas estadunidenses de operaciones de combate, y aunque Bush y su equipo han denunciado estas medidas como inaceptables frente a un "enemigo" despiadado, en realidad lo único concreto que ha ocurrido es la aprobación de continuar la guerra durante por lo menos un año o más.
De hecho, las tropas no necesariamente serían retiradas, sino "redesplegadas" bajo la legislación adoptada por ambas cámaras. Un número no establecido de tropas permanecerán en Irak para operaciones "antiterroristas", capacitación de las fuerzas de seguridad iraquíes y "protección diplomática", entre otras actividades. Algunas de las tropas serán enviadas a Afganistán para operaciones contra Al Qaeda, y a otros países de la región.
En tanto, la legislación aprobada otorga 124 mil millones de dólares en fondos "suplementarios" para financiar la guerra de aquí hasta mediados del año entrante; o sea, los demócratas sí aprobaron la llamada "oleada" para incrementar el numero de tropas enviadas a Irak propuesto por Bush.
Las votaciones cerradas (218 a 212 en la cámara, 50 a 48 en el Senado) no tenían que ver con la aprobación del financiamiento, sino con establecer las fechas límite a las que el presidente se oponía. O sea, casi nadie entre los legisladores votó contra la guerra en sí, sólo ocho demócratas y dos republicanos en la cámara votaron explícitamente contra la legislación por su oposición a la guerra.
El representante John Lewis -veterano del movimiento de derechos civiles de los sesenta- fue uno de los pocos que se atrevió a votar en contra de su propio liderazgo demócrata. "No votaré y no puedo votar por otro dólar o centavo para apoyar esta guerra", declaró ante el pleno.
El comentarista Alexander Cockburn escribió en su columna en The Nation que "así, cuando se trata de la guerra en sí, la cual ha llevado a la desintegración sangrienta de la sociedad iraquí, la muerte de hasta 5 mil iraquíes al mes, la muerte y mutilación de soldados estadunidenses cada día, absolutamente nada ha ocurrido desde que los demócratas triunfaron en (las elecciones legislativas de) noviembre cortesía del asco popular estadunidense contra la guerra". Acusa que el liderazgo demócrata en ambas cámaras "optó por aparentar una oposición a la guerra mientras continúa financiándola", y gran parte de las fuerzas progresistas anti guerra se han tragado esta ilusión.
Más soldados serán enviados esta semana a Irak, a una guerra que cada vez menos apoyan y cientos de detenidos permanecerán en Guantánamo sin derecho a saber porque están ahí o cuándo saldrán de ese hoyo negro. Los políticos y los jueces -como gran parte de la cúpula estadunidense- se dedican, como lo hicieron otros famosos recordados en esta Semana Santa, a lavarse las manos.
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