Miguel Angel Velázquez
Ramírez Acuña y el tinglado mexiquense
Los comparsas de la Nueva Izquierda
El lunes pasado anticipábamos en este espacio que la presencia del secretario de Gobernación, Francisco Ramírez Acuña, en la reunión bicamaral que se efectúa en el estado de México, impediría que Marcelo Ebrard, jefe de Gobierno de esta ciudad, se presentara en el encuentro.
Hubo dudas. Una buena parte del gabinete del gobierno central se trasladó hasta Ixtapan de la Sal, porque la decisión que el fin de semana pasado ya se había tomado se tambaleaba, aunque el acto olía, a kilómetros de distancia, a trampa bien montada entre algunos bien altos funcionarios del estado de México, sus diputados, y los asambleístas de Nueva Izquierda, que de todas formas querían la foto de Ebrard junto al secretario de Gobernación, aunque todos se preguntaban: ¿y qué tiene que hacer Ramírez Acuña en esa reunión?
Quienes miraban con recelo el encuentro, que nada tienen que ver con la corriente perredista que maneja René Arce, lanzaban recomendaciones veladas y abiertas al jefe de Gobierno para prevenirle sobre la estrategia montada, pero la gota que derramó el vaso fueron las declaraciones del funcionario federal, que prendió focos amarillos en esta ciudad por los crímenes del narco sucedidos en los días más recientes, y que según las autoridades de la capital nada tienen que ver con la guerra que se libra en otras entidades.
Por añadidura, Ebrard empezó a sentir la presión de diversos grupos y medios, perfectamente bien identificados con el gobierno federal, que le exigían casi como condición única para reconocerlo como jefe de Gobierno, que reprimiera a los maestros miembros de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación que se oponen a la ley del ISSSTE, lo que supondría, al mismo tiempo, el tan ansiado rompimiento con Andrés Manuel López Obrador.
Pero es de hacer notar que la estrategia panista, orquestada desde el gobierno federal, con ayuda también de muchos medios de comunicación, es crear la percepción de que en el DF hay un vacío de poder que Ebrard no ha podido llenar. Crímenes del narco en la calle, maestros que impiden la vialidad automotriz, un total caos que no recibe, desde la administración local, la mano dura que Calderón propuso como centro de su gobierno, según el panismo y sus aliados.
Gobernar es reprimir las manifestaciones populares en contra de las políticas neoliberales -hay que hacer notar que todos los que condenan a los maestros por su accionar en el DF, aplauden a rabiar a los venezolanos que marchan por las avenidas de Caracas en contra de Hugo Chávez-, parecen gritar quienes quieren someter a Ebrard a los designios de Los Pinos. En caso contrario, dicen, no se gobierna.
Y eso no es todo, la idea de inyectar en la gente la percepción del vacío de poder viene acompañada de una fuerte dosis de miedo. El gobierno federal quiere, por ahora con focos amarillos, sembrar el miedo entre los defeños para justificar el ingreso de los soldados en las calles de la ciudad y de esa manera dar el golpe: arrebatar las riendas del gobierno a Ebrard.
Así que pese a los buenos oficios de los personeros de Nueva Izquierda, y las intenciones aviesas de los funcionarios del estado de México, Ebrard decidió no asistir y de pasada convenció a los maestros de derruir las paredes que ya habían empezado a montar en una de las calles aledañas al edificio central del ISSSTE, negociación que, después, la propia Segob anunció como suya, aunque todo el mundo sabe que los maestros no hacen caso a las recomendaciones de Bucareli. Y lo peor, Ebrard tampoco los reprimió.
Pero para que no quedara duda alguna de las lealtades de Nueva Izquierda, sin perder el tiempo, los más destacados miembros de ese grupo redactaron un documento, innecesario, de condena al jefe de Gobierno por su inasistencia repentina, que a fin de cuentas nada más lamentaron.
Total que, en este asunto, lo que Ebrard y el grupo de legisladores -fuera del área de influencia de Nueva Izquierda- que abandonaron el lugar de la reunión en cuanto Ramírez Acuña tomó la palabra plantearon, de una vez y para siempre, fue que desde el Ejecutivo debe guardarse el respeto debido a los representantes políticos de la gente que no votó a favor de los azules, y que las relaciones institucionales entre los poderes no deben verse interrumpidas o rotas para no perjudicar a los gobernados, pero de eso a servir de comparsa hay un abismo que el Gobierno del Distrito Federal no va a zanjar. A ver si ahora sí se entiende.
De Pasadita
En un par de días, el 13 y 14 venideros, se efectuará en el Centro Histórico el primer foro de liderazgo de la ciudad de México, al que asistirá el presidente del Banco Interamericano de Desarrollo, que estará financiado por más de una decena de empresas del mayor rango, donde, si entendemos bien, pondrán a la venta, por decirlo así, 25 proyectos de desarrollo para el DF, con un valor total de 5 mil 800 millones de dólares.
Tal vez sea cierto que obras de trascendencia como la línea 12 del Metro, que sí llegará a Tláhuac, o las 10 líneas de Metrobús o la conclusión, por fin, del Anillo Periférico no podrían llevarse a efecto si no es con el apoyo financiero de la IP, nacional o extranjera, pero lo malo es que cuando se entra en esos terrenos el capitalismo feroz se traga todo, hasta la buenas intenciones, que aderezan la ingenuidad. Ya veremos.
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