Carlos Fernández-Vega
Brutal concentración de la actividad exportadora no petrolera
Con el mismo entusiasmo que sus antecesores en la silla, el inquilino de Los Pinos habló y habló de las bondades del comercio exterior, y los supuestos beneficios que esta actividad procura para la nación. Y el pretexto fue el banderazo de salida al nuevo elefante blanco paraestatal llamado ProMéxico, que manejará la Secretaría de Economía, y para cuya caprichosa creación el gobierno de la "continuidad" destrozó al Bancomext, una institución con 70 años de experiencia en este renglón.
Decreto presidencial de por medio, ProMéxico, de acuerdo con el inquilino de Los Pinos, entre otras causas promoverá las exportaciones mexicanas (lo que hacía Bancomext), "atraerá" inversión extranjera (lo que se supone hace la Secretaría de Economía) "a partir de una correcta difusión de las ventajas competitivas de México" y (se respeta sintaxis original) "agrupar en una sola entidad y coordinar a través de ella a todas las áreas, las estrategias del gobierno federal orientadas a la promoción de México en el exterior". En síntesis, "con ProMéxico garantizaremos que haya más mundo en México y más México en el mundo" (Calderón dixit).
Frase de colección aparte, habría que preguntarse de qué comercio exterior y de qué beneficiarios habla el inquilino de Los Pinos, porque la realidad exportadora mexicana no es precisamente un bombón para presumir como una joya de la democracia económica.
Para muestra un botón, que en otras ocasiones hemos comentado en este espacio: más de 3 millones de unidades económicas registradas oficialmente participan en todos los sectores productivos del país, y de ellas sólo 1.2 por ciento, aproximadamente, le clava el diente a la jugosa actividad exportadora no petrolera, aunque también estas cifras concentradas tienen sus bemoles.
De acuerdo con cifras de la Secretaría de Economía, 37 mil 344 empresas participan (2005) en el mercado exportador asociado al TLCAN (una cifra raquítica si se considera el universo nacional), las cuales, aparentemente, se repartieron los casi 186 mil millones de dólares que en ese año significó el pastel de esta actividad.
Sin embargo, el detalle confirma que, como en tantos otros sectores de la actividad económica en México, la concentración de la actividad exportadora no petrolera es brutal: sólo 601 empresas (la mayoría trasnacionales) se quedan con 76.3 por ciento del valor exportado, porcentaje que en 2005 se tradujo en casi 142 mil millones de dólares.
Esas 601 empresas (no necesariamente mexicanas y con ventas de 50 millones de dólares anuales en adelante) representan el 1.6 por ciento del por sí angosto mundillo exportador que oficialmente opera en el país, y 0.02 por ciento de las unidades económicas registradas y reconocidas oficialmente.
Justo antes de la entrada en vigor del TLCAN, en 1993, la situación no era muy distinta a la actual, porque 154 empresas exportadoras (0.7 por ciento de las 21 mil 475 registradas como tales en el país en aquel año) se quedaron con 58 por ciento del pastel. Con el tratado (que significa casi 90 por ciento del comercio exterior mexicano), son 601 las empresas concentradoras que se quedan con poco más de 76 centavos de cada dólar exportado.
En sentido contrario, alrededor de 32 mil empresas dedicadas a esos menesteres y con ventas de hasta un millón de dólares al año (casi 85 por ciento del total de exportadoras y 1.1 por ciento de las unidades económicas registradas y reconocidas oficialmente) se quedaron con una rebanada equivalente a 1.7 por ciento de los cerca de 186 mil millones de dólares exportados en 2005. En 1993, previo a la entrada en vigor del TLCAN, su rebanada fue de 4.5 por ciento.
Casi 92 por ciento del pastel exportador (alrededor de 170 mil millones de dólares en 2005) se queda en manos de poco más de mil 800 empresas, considerando la segunda y tercera (muy alejadas de la primera) posiciones en el ranking respectivo. En 1993 los tres primeros lugares en monto exportado se quedaron con 80 por ciento del pastel, aunque la segunda y la tercera tuvieron mayor peso que en 2005 (14.7 y 8.1 por ciento del total en ese año, contra 10.3 y 4.8 por ciento en 2005).
Todas estas cifras aparecen en uno de los apartados del más reciente informe de la Auditoría Superior de la Federación, en el cual se destaca que de 1993 a 2005, el número de empresas exportadoras se incrementó en casi 74 por ciento, pero la concentración de la actividad se profundizó.
En sentido contrario, el mundillo de las importaciones, las cifras revelan que con la indiscriminada apertura comercial y la entrada en vigor del TLCAN, miles de empresas mexicanas reventaron, dejándoles sólo dos opciones: cerrar sus puertas o "reconvertirse". Muchas optaron por esta última "oportunidad": de productores activos se "reconvirtieron" en importadores, en simples intermediarios, en agentes de ventas de productos estadunidenses.
De 62 mil empresas importadoras registradas en 1993, el universo pasó a más de 423 mil en 2005, 600 por ciento de incremento en el periodo, a un ritmo ocho veces superior al de las exportadoras. Tal "reconversión" se dio mayormente en tiempos del "cambio", a grado de que en 2005, 14 de cada cien unidades económicas oficialmente registradas (aparte la informalidad) se dedicaba a la importación.
Entonces, ¿qué comercio exterior impulsará ProMéxico?, porque hay que recordar que más allá de Pemex las principales exportadoras "mexicanas" son General Motors, Daimler Chrysler, Ford Motor Company, Volkswagen, Hewlett Packard, y demás por el estilo.
Las rebanadas del pastel
Con su "presidencia vitalicia", Elba Esther supera por mucho a los dos caciques que la precedieron en el manejo dictatorial del SNTE. Al lado de la "profesora" y sus manejos, Carlos Jonguitud Barrios y Jesús Robles Martínez quedan como niños de teta.
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