Compra de voluntades políticas, lavado de dinero, financiamiento de empresas contaminantes o que fabrican armas... el historial del gigante financiero español está repleto de puntos oscuros.
Desde el año pasado la Segunda División de fútbol español tiene nombre de banco: la Liga BBVA. Las cosas no parecen irle mal al segundo banco español, que se ha convertido en los últimos años en “la primera institución financiera de la región eurolatinoamericana”, según afirma la web del BBVA en Venezuela. El reciente éxito del banco debe mucho a América Latina, de donde obtiene el 45% de sus beneficios globales. Es precisamente en esta región donde la distancia entre el banco que gana todos los años premios a la Responsabilidad Social Corporativa y el que denuncian multitud de organizaciones resulta más abismal.
Cuando en 2005 la filial del BBVA en México canceló las cuentas de dos grupos de apoyo zapatistas (Osimech y Enlace Civil), el banco se justificó en el “probable lavado de dinero” realizado a través de esos proyectos. Cuando el BBVA, a través de su filial en Colombia, exigió a la comunidad de paz de San José de Apartadó -imparcial en el conflicto- que retirara su dinero del banco, fue porque “procedía del narcotráfico”.
Resulta curioso que por estos dos supuestos, lavado de dinero y relación con el narcotráfico, el BBVA ya había sido investigado en numerosas ocasiones. De hecho, el FBI y la Fiscalía del Estado acusó al banco de utilizar estas mismas prácticas, precisamente, en las adquisiciones de sus filiales de Colombia y México. En la actualidad el BBVA controla el segundo banco de Colombia y el primero de México y ocupa los primeros puestos en otros 14 países de la región, donde es el primer grupo en seguros y planes de pensiones.
La receta
El BBVA descubrió América en 1995. Los mercados financieros desregulados, la falta de competencia, la escasa bancarización de la economía y el atractivo de los bancos públicos con millones de clientes puestos a la venta por los gobiernos neoliberales, convirtieron a América Latina en el nuevo ‘El Dorado’ financiero para los dos principales bancos españoles. Entre 1997 y 2002, el BBVA invirtió 7.800 millones de dólares en la compra de 34 entidades de toda Latinoamérica. En 2004 ya tenía 23 millones de usuarios y manejaba 106.000 millones de euros procedentes de recursos de clientes.
El caso argentino ejemplifica el modelo de negocio del BBVA. En 2003, la Audiencia Nacional admitió a trámite la denuncia de ahorristas argentinos que habían perdido sus ahorros en la crisis de diciembre de 2001. Acusaban al BBVA de publicidad engañosa “dirigida a crear en la mentalidad de los consumidores argentinos la falsa imagen de que sus ahorros quedaban garantizados por uno de los más solventes bancos del mundo”. La denuncia también señala al banco como corresponsable del vaciamiento de fondos con información privilegiada antes del ‘corralito’. Numerosos observatorios de multinacionales denuncian la forma en la que se construyó el imperio: compra de voluntades políticas para hacerse con los mercados locales, lavado de dinero, paraísos fiscales, financiación de empresas altamente contaminantes y fabricantes de armamento...
Además de cobrar comisiones diez veces más altas que en España, según el presidente del Banco de México, parte de la rentabilidad del BBVA en la zona se debe a su política laboral. Las denuncias sindicales se amontonan: en Colombia, bonificaciones suculentas a los trabajadores que se salen del rango sindicalizado en donde tienen efecto los convenios colectivos; en Perú, despidos masivos -en especial de personal sindicado-, aumento de la jornada de trabajo sin compensación, deterioro de los sueldos... Ya lo dice su eslogan, “Adelante”, sin importar demasiado quién queda atrás.
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