Por Fausto Fernandez Ponte
07 noviembre 2008
Asimetrías (5,490)
"John McCain no habría ganado (la elección) por el simple hecho de que el líder de su partido, George W. Bush, jamás tuvo capital político".
Margaret Colman, en The Progressive
I
La muerte prematura de Juan Camilo Mouriño, José Luis Santiago Vasconcelos y siete de los colaboradores de aquél y otras personas más al caer el avión en el que viajaban detonó una crisis "en" el gobierno que se ha mutado en crisis "de" gobierno.
La diferencia en la preposición "en" y el adverbio "de" es cualitativa. Antes de éste sucedido que estrujó a vastos segmentos de la ciudadanía y acentuó la sensación perturbadora corriente de no pocos mexicanos, había crisis en el gobierno.
Esa crisis es sistémica. Es, abúndese precisoriamente, una crisis de credibilidad sistémica y, por inferencia válida, del conjunto de instituciones y los personeros del Estado y de sus Poderes y niveles, en particular el Ejecutivo federal.
La crisis en el Poder Ejecutivo federal --es decir, el gobierno-- magnifica, por añadidura, una crisis general, la sistémica, la del Estado, que se remonta a varios sexenios´y que se ha acentuado por causales internas y, menor grado, externas.
Recapitúlese para fines de contextualización: existe una crisis general en todos los órdenes (sociales, políticos, económicos, culturales (o de valores) y persiste una crisis particular en cada aspecto de los componentes del Estado.
Y Estado tiene aquí sentido filosófico/histórico: ordenación jurídica y política de la sociedad o de una clase o estrato social dominante en un régimen de asociación humana en modalidades de poder institucionalizado que tiende, latamente, a volverse impersonal.
II
Rodrigo Borja señala que el Estado nació al mismo tiempo que el concepto de soberanía y la relación permanente entre la comunidad humana y el territorio. Pero soberanía trasciende lo material y accede a otro ámbito, el de los derechos a pervivir.
El Estado es, desde la perspectiva moderna, una entidad totalizadora. Rawls lo describió como una sociedad política completa, en la que el ser humano halla cabida para todos los fines importantes de su vida, físicos, espirituales y morales.
Por supuesto que el Estado no es una institución inmóvil e inmutable, sino que está en permanente transformación. Como producto histórico de la sociedad o de una clase social dominante, llega a crisis según sus personeros entiendan su razón de ser.
La conducta de esos personeros alteran la correlación de fuerzas de los cuatro elementos constitutivos del Estado --el pueblo, el territorio, el poder político y la soberanía--. El uso faccioso o plutocrático del poder político deviene en crisis.
La crisis en el Estado persiste desde hace varios sexenios, pero se acentuó y parece profundizarse desde el desenlace electoral mismo de 2006 como hito cronológco. La renuencia del poder político al recuento de votos agudizó la crisis.
La renuencia aun persiste. El poder político --reitérese que éste es el tercer componente constitutivo del Estado-- inició una su etapa calendárica, la sexenal, en crisis de credibilidad. Es decir, sin el verdadero capital político, el de ser creíble.
III
En ese contexto de crisis sistémica --del Estado-- y sus manifestaciones, que la sociología describiría como anomia o descomposición, aparece otro vector crítico, el del sucedido de la muerte de Mouriño, Vasconcelos y los demás.
Sin el capital político de la credibilidad, el Poder Ejecutivo --que representa y emblematiza al Estado mismo pues su titular es a la vez Jefe de Estado y de Gobierno--, cualequier explicación acerca de las causas del sucedido no son sospechosas.
Hágase la salvedad que el Poder Ejecutivo no ha especulado acerca de la causa del sucedido, pero si éste fue por falla técnica o yerro humano es difícil que el pueblo, primo componente constitutivo del Estado, le crea a un gobierno sin credibilidad.
Y ante ese atributo de ausencia de credibilidad del gobierno, las especulaciones se convertirán en percepción pública y, de allí, en convicción. La falta de credibilidad es la causal de las derrotas electorales del panismo calderonista.
El dilema de la calderonía es serio. Por lo pronto puede iniciar un proceso de recuperación de ese capital político de la credibilidad si designa un secretario de despacho de Gobernación que responda a imperativos de un verdadero gobierno de coalición.
Háblase aquí de coalición ideológica, no sólo política; coalición real, no simulada. Parte de la percepción ciudadana es la de que el gobierno calderonista es faccioso, opuesto a gobernar coaligadamente con fuerzas políticas superiores a la del PAN.
ffponte@gmail.com
Glosario:
Anomia: en sociología, falta de c orrespondencia entre las normas sociales y los individuos. Relajamiento de la relación entre las reglas jurìdicas y la conducta social.
Latamente: de lato. Dilatado, extendido.
Pervivir: sobrevivir. De supervivencia.
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