martes, febrero 10, 2009

Medidas para la temporada de engañifas

Jorge Lara Rivera

La propaganda electoral panista insiste en arrogarse como patrimonio la “acción responsable”, misma que es signo de la gente honesta.
En contraste y desmintiéndola en los hechos, la conducta de la Secretaría de Hacienda del régimen federal prosigue su negligente manejo de la crisis, con medidas arbitrarias y erráticas que favorecen sin más los intereses particulares de los que más tienen y de especuladores en perjuicio del interés nacional; afectando de modo pernicioso a vastos ramos del sector productivo del país y a las clases sociales vulnerables que por ley debe proteger.
Así, a merma de nuestras reservas de divisas –elemento estratégico que evita una brusca devaluación del peso–, Agustín Carstens, alegremente generoso con la oligarquía, sigue inyectando miles de millones de dólares al mercado cambiario, los cuales se pierden como agua sin conseguir algún efecto significativo respecto al declarado propósito de evitar la depreciación de nuestra moneda, objetivo usado oficialmente como justificación.
¿Dónde quedó el apego neoliberal a la sacrosanta libertad del mercado que recetan y propinan a las vastas mayorías para no intervenir ante las alzas de precios de los productos básicos?
Desde que comenzó a operarse esa insensata política de derroche en el verano de la turbulencia financiera –y entonces eran cantidades racionadas, mucho menores–, despertó suspicacias sobre la enorme probabilidad de que en realidad beneficiaba a poderosos grupos económicos (patrocinadores del ahora jefe del Ejecutivo) y grandes especuladores, de suerte que se reclamó al gobierno federal informar quiénes eran los compradores de grandes sumas de divisas, y ante la insistente presión y por las circunstancias se vio forzado a hacerlo, aunque con reticencia, de modo mínimo y a cuentagotas, pero así y todo el resultado confirmó las sospechas.
Ahora se trata de enormes sumas que erosionan el acervo estratégico del país, otorgados en aras de la liquidez de los bancos y, para ser congruente y practicar la transparencia que pregona y no agrietar la unidad nacional que exige, la administración panista federal debe hacer público quiénes están adquiriendo los miles de millones de dólares de las reservas nacionales que subasta en sus ventas directas.
No conforme, consistente en su inconsistencia, el régimen actual insiste en permanecer insensible al clamor social de que baje el precio del diesel. De modo que el sábado subió de nueva cuenta ése, insumo indispensable para grandes porciones de la economía mexicana. Esto pese a la semana de protestas, los paros en litorales y las marchas campesinas y traicionando el espíritu de la “mesa de trabajo” de la SAGARPA. Qué, ¿nadie le ha hablado al gabinete de la insensatez que llevó a la guillotina a la monarquía milenaria de los Borbones en Francia o de la desesperación popular que puso ante el pelotón de fusilamiento a los tres siglos Romanov de zares rusos?, ¿la cerrazón que perdió al inconmovible Porfirio Díaz o la desatención al clamor popular que derivó en la revuelta que ensangrentó al Irán del soberbio Shainshá?
Adicionalmente, como en la desaseada campaña electoral de 2006 que se jefaturó desde Los Pinos –ni duda cabe, pues el culpable mismo lo ha hecho público– es patente la alianza por cercanía de intereses oligárquicos que el duopolio televisivo comparte con la derecha empoderada en los grandes encargos de la función federal.
Lo prueba su desafío flagrante al IFE y su Copife, pero también ese nuevo Reglamento interior (promulgado por el Ejecutivo y publicado en el Diario Oficial el 8 de enero) de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes, en perjuicio de la COFETEL, muy a modo para premiar al duopolio sus favores y doblegarse ante sus chantajes con concesiones graciosamente otorgadas y prorrogadas a través del chaquetero Luisito Téllez.
Es esta disparidad inequitativa en el trato social lo que indigna de un gobierno que, a falta de legitimidad, se arropa en un discurso legal y moralino que burla en sus actos.
Para llevar la fiesta en paz, sin dejar de ser justos, uno debe invitar, en consecuencia, a la ciudadanía para activar ese Estado de Derecho que el gobierno dice querer hacer imperar en México, precisamente encarando las veleidades y marrullerías económicas sectarias y convenencieras del régimen, pues existe materia para un juicio político de responsabilidad.
Y es que, de acuerdo con el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales de la ONU, eso hay que recordárselo especialmente a los abusivos pájaros de cuenta como Carstens, el Estado tiene la obligación de destinar el máximo de recursos disponibles para garantizar éstos y está previsto que, en períodos de crisis, se priorice la protección de los derechos de los miembros más vulnerables de la sociedad y asegurar niveles mínimos de satisfacción de estos derechos, para su mantenimiento.
Prevenir de paso, también, a esos búhos de la Suprema y a la CNDH que para hacer exigible el cumplimiento de sus obligaciones al Estado mexicano, el ciudadano tiene medios nacionales e internacionales a su disposición los cuales comprenden la Queja ante Derechos Humanos y el Amparo ante la Corte, pero también puede acudir a denunciar el atropello del gobierno a los ciudadanos ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos de la OEA y a la Corte Interamericana de Derechos Humanos, desenmascarando su doblez. El Internet bien puede empezar a mostrarnos su utilidad social.
Y ya como ornitólogos, háblese de esos otros pájaros de cuenta (bancaria) y grande con la historia. Concretamente, del caso de un hipócrita cardenalicio delegado papal al VI encuentro de familias, bajo cuyo pretexto la Iglesia relanzó su ideario fósil, dictatorial e injerencista. Sucede que Tarcisio Beltrone refirió como de “martirio” y dificultad la situación de esa fe en nuestro país y pretendió culpar de ese declinar al laicismo, obviando muy alegremente el doloroso y sangriento (por culpa de su grupo) proceso histórico de tal orientación en nuestro país y ocultando todas las infidencias de su empresa y el personal a cargo. ¡Qué le parece! ¡Lo estragos que causa la inconsciencia!

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