• La PGR y su editor en jefe
• La desesperada tentación
Marcela Gomez Zalce
No quieren parecer, mi estimado, lo que son. Mientras el peso va en caída libre (de la mano de la credibilidad de este (des)gobierno) frente a la divisa estadunidense, derrumbando la fantástica frase de Felipe con aquellito de que en México nunca más una devaluación, el procurador (con minúsculas) Medina Mora regala otra de sus espléndidas joyas dictadas, por supuesto, desde el pupitre de (in)comunicación en Los Pinos, donde (vetan las voces incómodas) despacha uno de los miembros del inservible Gymboree sexenal.
El polémico ¡¿abogado de la nación y/o editor en jefe?! se aventó (más bien lo empinaron) un clavado a la alberca (sin agua) al solicitar a los medios de comunicación que, porfa, no se trivialice el combate a la criminalidad y no hacer una apología de la delincuencia que es enemiga del Estado mexicano y de toda la sociedad. Toda esta ensalada de pendejadas discursivas, my friend, fue escupida con desparpajo (sello de la casa) en la inauguración del Foro La responsabilidad de los medios de comunicación ante la lucha contra la delincuencia organizada llevado a cabo en el célebre Inacipe.
Ahí Eduardo tiró línea, perdón, afirmó que los medios de comunicación deben equilibrar (¡!) la información que transmiten sobre la lucha anticrimen, pues si bien es importante que presenten fallas y debilidades de las autoridades (se entienden que mentales) también deben destacar sus aciertos y buenos resultados. Todo aderezado de una retórica que pinta de cuerpo entero a las inútiles sátrapas de Los Pinos ante la estrenada ola de reportajes, notas rojas, avisos, entrevistas, declaraciones, misiles y demás divertido bullicio que se ha originado… del otro lado de la frontera, yes?
Lo que el titular de la desprestigiada e infiltrada PGR debería recordar —con todo y que de todas las facultades de la mente humana la de la memoria es la primera que degenera con la edad— es que si hay alguien que ha trivializado la mal llamada guerra contra el narcotráfico, hoy lamentablemente sustentada con pirotecnia verde olivo a lo largo y ancho del país, es ni más ni menos que Felipe Calderón y sus achispados discursos demolidos día con día por la cruenta realidad.
Desde el aguerrido grito de guerra en aquel aciago diciembre del 2006, previo a un controvertido proceso electoral y con el propósito de legitimarse, Felipe ha sido the fucking icon del anecdotario en trivializar el combate contra la organizada delincuencia… que costará muchas vidas (9000 & counting).
Y cómo olvidar la grotesca frase en el marco de la frívola campañita para la recuperación de los espacios públicos, sobre la presunción de la goliza contra el narco sustentada después con el discordante coro, cortesía de Medina Mora, de que, aunque no lo parezca, vamos ganando la guerra (¡¡¿se imagina el volátil contexto si la fuéramos perdiendo?!!). Ya ni hablar de los omisos, esta vez cortesía de Gómez Mont, que jugaron al Tío Lolo durante el sexenio de Vicente Fox… que son ni más ni menos que… Medina Mora y García Luna.
O sea, la casa de la risa histérica.
En escasos 27 meses una sinfonía federal de incongruencias, inconsistencias, disparates y ligerezas de un gabinete atomizado que no logra hilar, ya no digamos la estrategia de la fallida comunicación sino que ahora busca no quién la hizo sino quién la pague… y donde además parecieran pitorrearse de las muertes de periodistas y comunicadores en medio de la descontrolada ola de violencia que ahora pretenden tapar con el dedo (no olvidar que de la mano limpia) de una absurda e insultante argumentación.
El síndrome de no pasa nada afecta inexorablemente los (pocos) sentidos de esta bola de disfuncionales encabezados por Felipe Calderón.
La ridícula táctica de pretender ocultar una realidad —que por cierto ya es internacional— que ya engloba también el bozal presidencial colocado al subvaluado secretario Agustín Carstens para informar con precisión sobre los datos duros de la crisis económica nacional sumada al peligroso problema que es hoy la organizada delincuencia es…
Peligrosa. Muy peligrosa.
Por aquello, my friend, de las desesperadas tentaciones que da el poder... del no poder.
gomezalce@aol.com
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