miércoles, julio 22, 2009

Columna Asimetrías. René Alonso (1952-2009)


Por Fausto Fernández Ponte









22 julio 2009

“Hombre inteligente, muy bien documentado, profundo en sus conceptos, respetuoso a ultranza de la opinión de los demás, samaritano, criticón sesgado por prudencia, frontal a veces, pero siempre cordial”.

Adolfo D. Lozano, al comentar el deceso de René Alonso.

I

Dedica éste escribidor la entrega de hoy a los deudos del periodista René Alonso, no sólo a los de su entorno nuclear –su esposa, Bárbara, y su descendencia cuya enseña es Laura--, sino a aquellos cuyas vidas tocó, casual o indirectamente, desde Monterrey.

El caro leyente Lozano, autor del epígrafe precedente, nos describe con sentimiento por Internet desde la urge regiomontana su contacto con René Alonso. Recuerda con vividez una charla nocturna acerca de poesía. Escribía prosa, pero también en verso.

Periodista en la extensión filosófica del vocablo y en su semántica, René Alonso se desempeñó durante muchos años en Monterrey, capital política de Nuevo Leòn, pero capital, también, de una práctica cultural urbana de renacimiento de la conciencia social.

Nótese que de Monterrey vienen, en contraste, sentires de la naturaleza humana que se identifican a sí mismas como antipodales en el espectro ideológico, político, cultural y societal de México: en el mismo espejo, derechas e izquierdas cerriles o sofisticadas.

Oficiante del periodismo con vena didáctica –educadora-- con aotitud eimaginación lo mismo con los vehículos de la difusión radiaa o televisiva que presa, no pocas veces en simultaneidad, lo cual demostraba ejemplarmente su versatilidad y universalidad.

El ser humano físico se ha ido, secuela inexorable de los imperativos del correlato biológico del ciclo dialéctico vida-muerte. Pero permanece su codicilo trascendente que es, por lo mismo, viviente. Humano extraordinario. Por universal. De cultura universal.

La colega Margarita Cuellar lo describe así: “Pionero en todo. Practicante de los dichos y los hechos, habitò templos y calles de un Monterrey que poco a poco pierde su memoria, y sus jerarcas culturales poco hacen por reconocer a sus vivos y a sus muertos” (…) “Actor de su destino”.

II

Con René Alonso, humanista, periodista, difusor empeñoso en diferenciar la difusión de la comunicación --valores incluso antipodales-- éste escribidor tenía una relación fraterna a cabalidad de coincidencias que él alguna vez describió como “estructural”.

Fue René Alonso un hombre de civilización, de renacimiento, que abrevaba no sòlo en la alfaguara de la historia –allí la coincidencia con éste escribidor, historiador de formación académica-- y, a la vez, bebía del potencial del porvenir. Tal es su legado.

Legado a los periodistas –fue maestro universitario de periodismo—y herencia para quienes, escuchantes, leyentes y público de televisión, su credibilidad era granítica y su confiabilidad enorme.

Era, según la definición acuñada por él, un “futurólogo” y, a la vez, un “preterista” pues el pasado, decía, le indicaba pedagógicamente, cual baliza preceptiva iluminada, el derrotero de México en la procelosa y tormentosa mar océana del presente.

René Alonso vivía, por definición ocupacional y profesional, en el presente mero. Pero su vocación verradera era de la educador. La difusión, sostenía, es por atributo educadora. Educa mal o educa bien. En México, la difusión mal educa.

Ese fue siempre el punto axial en la relación “estructural” y fraterna entre el escribidor y René Alonso. Coincidencias: la difusión –y el periodismo es la parte más dinámica de éste-- debe educar para despertar conciencias, no para anestesiarlas.

Había, por supuesto, discrepancias, más éstas eran, dígase, de estilo filosófico que descorría los cortinajes que, por lo general, suelen ocultar escenarios de la experiencia personal de cada quien y las vivencias particulares en entornos profesionales distintos.

Cada jueves a temprana hora el escribidor y René se enlazaban por teléfono en Radio Nuevo León –éste en Monterrey, aquél en Veracruz-- para comentar al aire, en vivo, los sucedidos aun ocurrentes de la víspera. Ambos éramos abogados del diablo.

III

Pero René –cesada su vida el viernes 17, en su quinta dècada de existencia-- tenía también que ser abogado del diablo de los intereses del sistema radiofónico neoleonés, cuyo alcance por el noreste mexicano rozaba Tamaulipas y la Huasteca veracruzana.

La conocencia con René se dio con ocasión de un congreso convocado y realizado en 2002 por el Club Primera Plana --que a la sazón éste escribidor presidía-- para crear una federación de organizaciones de periodistas del país. Hubo empatía desde entonces.

La profesión del periodismo sufría , como hoy, acoso. Sus practicantes –los periodistas-- estaban, como continúan estándolo, sometidos por partida doble: un entorno asaz desfavorable y peligrosísimo; y condiciones socio-laborales péimas.

Hoy, la vida del periodista continúa peligrando –asesinatos, secuestros, torturas, amenazas, agresiones verbales, etc.— y no pocas veces ante la complicidad implícita de los personeros panistas y priístas y hasta perredistas del poder político del Estado.

Esos peligros incluyen, sin duda, la censura impuesta por el poder económico o político o los compromisos particulares de los empresarios y gerentes de los medios de difusión. René fue víctima muchas veces de esa censura, la más reciente en abril.

El tema a tratar en la entrega de hoy era el de los 40 años del arribo de un ser humano a la luna, hito histórico no sólo por sí mismo –llegar al satélite natural de la Tierra--, sino por su suecuela que bien pudiere ser epopéyica e incluso épica y trascendente.

Si a la civilización china le tomó cinco mil años registrar, con sus juncos gigantescos, avistar tierras nor y sud americanas –por el Pacífico y el Atlántico, según la evidencia arqueológica—y desembarcar en ellas, el arribo humano a la luna ha sido rápida.

Rápida, si registramos ese sucedido en su contexto –el infinito esquema del tiempo en el desarrollo de la especie humana--, pues cuatro décadas es un parpadeo cronológico en no son realmente-- como arribarla llegada a la luna como lo testimonian y desembarcar en llegar pisar la el que sucedido que desde Cabo Cañaveral y, luego, desde Houston, a los humanos habde hoyA René Alonso.

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