L’aquila, Italia, 9 de julio. En una ingeniosa protesta, damnificados del terremoto que hace tres meses devastó esta ciudad colocaron en la ladera de una colina letras gigantescas con la frase “Yes, we camp” (Sí, acampamos) y por los pasillos de la Cumbre del G-8 se dan pequeños mitines y pronunciamientos del estilo: G-8 abandona a un mundo en crisis
, Salud, la enésima desilusión del G-8
.
Paralelamente a la cumbre del G-8 hay un enjambre de activistas y organizaciones civiles que aprovecha estas reuniones para manifestarse. Como hay un grueso cerco de seguridad en torno a las figuras de Obama, Brown, Merkel, Sarkozy y Medvedev, deberán conformarse con hacer sus protestas en sitios lejanos o con la difusión de sus posturas en papel.
Otros, como el actor estadunidense George Clooney, seguramente tendrán más suerte, ya que cuentan con una prensa más atenta a sus actividades. La más publicitada es la visita que realizaría junto con Carla Bruni, la esposa del presidente francés a la destruida ciudad de L’Aquila, a la que por ahora sólo han podido llegar mandatarios como Obama, que estuvo en la iglesia de Santa María de Paganica, o sus esposas, que hoy pasearon por la zona.
Turismo del desastre
Si no se hubieran comprometido a apadrinar la rehabilitación de algunos de los 45 monumentos en ruinas, como hizo Merkel, al señalar que no los abandonaremos
, se diría que aquello fue una especie de turismo del desastre.
La decisión del primer ministro Silvio Berlusconi de cambiar la sede de la isla de La Maddalena a esta ciudad de Los Abruzzo por lo menos dio foro a los supervivientes de la tragedia, de los cuales 25 mil viven desde abril en campamentos a causa del terremoto que dejó unos 300 muertos.
Fueron ellos los que colocaron el irónico letrero de “Yes, we camp” en referencia al famoso “Yes, we can” de Obama para reclamar que se cumplan las promesas realizadas por Berlusconi, y que lleguen más ayudas a la región transalpina para poder reconstruir sus viviendas.
Se necesitan reunir 45 millones de dólares para la rehabilitación de L’Aquila, pero paradójicamente el controvertido primer ministro italiano regaló a los jefes de Estado y de gobierno de los ocho países más industrializados del mundo un libro sobre el escultor Antonio Canova, de 25 kilos de peso y con cubierta de mármol de Carrara. Son diez piezas únicas hechas a mano, en las que han trabajado 23 maestros de Italia. Aunque no tienen precio, ejemplares similares no bajan de 100 mil euros, según medios de comunicación.
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