lunes, agosto 10, 2009

Astillero

Julio Hernández López

RECLAMO EN LA CUMBRE. Ex braceros mexicanos exigieron ayer en la capital tapatía la entrega de los recursos que el gobierno les retuvo entre 1942 y 1964. El reclamo lo hicieron antes de la llegada del presidente de Estados Unidos, Barack Obama, al Instituto Cultural Cabañas, donde hoy se realizará la cumbre de mandatarios de América del Norte. En ésta participarán el primer ministro de Canadá, Stephen Harper, y el presidente de México, Felipe Calderón. ¡No pedimos limosna, sino lo que se nos debe! ¡Si tienen recursos para pagar la deuda externa y el Fobaproa, paguen esta deuda!, demandó Gilberto Parra, líder de ese movimiento.

En lo alto –deidad electrónica, dadora de favores electorales y vengativa cobradora de agravios– está la tele. Y a ella se ha plegado, mediante arreglos no escritos, el panismo oficialmente gobernante. Al menos eso es lo que dicen algunos de los disidentes del dedazo felipista que hizo dirigente formal del PAN (haiga sido como haiga sido) a César Nava. Para refutar esa acusación de sometimiento a las instrucciones del duopolio televisivo, que hoy es peñanietista a conveniencia facturable, el exitoso Germán Martínez ha pronunciado un discurso de vehemencias en la reunión de consejo nacional que cumplió con la instrucción llegada desde la parte más alta de Los Pinos (es decir, la copa) para instalar al ex secretario particular de Felipe Calderón como secretario de asuntos electorales del gabinete derrotado. En esas alturas partidistas se borra todo el historial del fracaso reciente en los comicios por haber puesto a un mono de ventrílocuo como líder: para que no falle la fórmula catastrófica se le repite: César, hoy, como Germán ayer. Ante la aberración, aprobada por un conjunto de consejeros mayoritariamente enrolado en cargos y beneficios federales (una versión empeorada del clásico PRI-gobierno) el desesperado Chente Fox critica la designación felipista y continúa su proceso de convertirse en oportunista opositor de su propia hechura electoral. Y, retador, desbordado, habla de todo y de todos en declaraciones a la prensa que intencionalmente coinciden con el momento en que Calderón pretende mostrarse como político fuerte, con control, frente a los visitantes norteamericanos.

Los designios de la superioridad han de cumplirse, como ha sucedido en el caso de la abogada regiomontana Raquenel Villanueva, intensamente involucrada en asuntos de criminalidad peligrosa, defensora de casos y causas con etiqueta de alto riesgo, a la que habían intentado asesinar en cuatro ocasiones. Villanueva fue atacada en un concurrido centro comercial del primer cuadro de Monterrey, a pesar de la vigilancia que debería prestarle un par de agentes federales comisionados para cuidar a quien era testigo protegido de la procuraduría federal de justicia. Lo que Raquenel sabía y hacía ha sido borrado de golpe en un ataque que subraya la indefensión de los ciudadanos en general, convertidos en partícipes involuntarios de fuegos cruzados y persecusiones entre la muchedumbre.

Carlos Navarrete está en la cima: los senadores del PRD le han confirmado en su cargo de coordinador de esa bancada, lo que le sostiene en la condición de virtual presidente de la mesa directiva de esa cámara por designación del todopoderoso Manlio Fabio Beltrones, que así paga la lealtad y colaboración del guanajuatense afecto a las canciones de José Alfredo Jiménez. Miembro de la famosa Nueva Izquierda chuchista, Navarrete estará en condiciones de reproducir (con mejor estilo, según se ha visto en ensayos previos) el papel del buen izquierdista moderno que se flagela haciendo autocrítica que complace a los poderosos de verdad, es decir, los empresarios y patrones confederados, y la tele súbitamente dispuesta a dar tribuna a los aliados perredistas con la misma energía que borra de la pantalla a quienes le incomodan o no juegan a la simulación democrática.

Las cumbres borran cosas (nada que ver con la novela escrita por Emily Bronte, que luego fue convertida en películas, musicales y miniseries). O, mejor dicho, no las informan: lo importante no está en los boletines de prensa ni las declaraciones oficiales, sino en las reuniones privadas y los tratos que se mantienen en secreto. Las reuniones de la cúspide burocrática de Norteamérica tienen la rectoría de Estados Unidos, que sobrelleva la relación con su vecino canadiense y avanza en el control de su patio trasero sureño, en un proceso de reformulaciones que centralmente busca preservar los intereses de la gran potencia. México, en particular, asiste en gran desventaja a esos encuentros de formalización de acuerdos previamente tomados por grupos de trabajo ajenos a los reflectores (ayer, una de las primeras notas informativas mencionaba que Canadá y Estados Unidos capacitarán a la policía mexicana). Felipe Calderón carece de la fuerza suficiente para defender lo que el decoro exige en reuniones de este corte. Débil, puesto en jaque por el narcotráfico al que obviamente no ha podido derrotar, atropellado escandalosamente por el PRI en términos electorales, al frente de una economía en picada, con una sociedad altamente agraviada y ansiosamente necesitado de que el mando gringo le tome bajo tutela y le ayude a sobrellevar el muy difícil trienio que aún le queda por transitar (if), el michoacano que ofrece recepciones en Guadalajara es hoy, de cara a los acuerdos secretos que se tomarán en la cumbre protocolaria, un peligro para la historia, la soberanía y la viabilidad de México.

Astillas

El manejo de la política social está en el menú con que el priísmo electoralmente triunfador se sentará a la mesa de las decisiones compartidas para ser atendido por el panismo mesero en busca de propinas. Por larga experiencia, el partido de los tres colores sabe la importancia del uso con sentido clientelar de los fondos gubernamentales de combate a la pobreza y de atención a las necesidades básicas de la población. Y ahora, luego de ver que el blanquiazul ni siquiera sabe manejar adecuadamente ese instrumento electoral, el priísmo voraz exige que le permitan tomar el timón. Por ello es que, en la huasteca potosina, el anodino secretario de Desarrollo Social del felipismo ha dicho que no se permitirá que el programa Oportunidades sea manejado, con la vista puesta en las urnas, por quienes ya se lamen los bigotes. Lo malo, para el incoloro secretario y su jefe, es que esos bigotes lamidos y relamidos son los mismos que se despacharon el pasado 5 de julio a un PAN transmutado en corderito... Y, mientras se sigue sobrecalentando el asunto de la refinería, ¡hasta mañana, en esta columna borrascosa!

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