miércoles, agosto 19, 2009

Columna Asimetrías. Los Centenarios: Insurgencia y Represión

Por Fausto Fernández Ponte




19 agosto 2009

“No tenemos armas; no creemos en matar… Los paramilitares lo sabían”.

Sobreviente de la Matanza de Acteal

(testimonio judicial recogido por la periodista Lydia Cacho).

I

La celebración del bicentenario de la Independencia –que no la Independencia misma, precísese— y el centenario de la convocatoria maderista para derrocar al gobierno de Porfirio Díaz, el país subyace atrapado en una dicotomía perversa.

Millones de mexicanos dan por hecho que México –como Estado nacional federado, con 31 entidades adheridas y un Distrito Federal—es un país independiente, pero millones de connacionales no registran objetivamente indicios de tal independencia.

México, entendido como conglomerado de naciones originarias y la actual, ocurrente, mestiza, habitantes todas de un territorio y sus riquezas cada vez menos de nosotros, es teatro de una guerra de independencia que dura ya 489 años. Aquí y en Estados Unidos.

Señálese que entre los pueblos o naciones que conforman el concepto genérico, plural y diverso, de “Pueblo de México” se incluiría a la comunidad chicana en EU, que cumple ya cuatro décadas de su movimiento por los derechos civiles.

El pueblo chicano –habitante de un territorio que es políticamente del Estado estadunidense, pero arrebatado al Estado mexicano mediante la guerra de agresión y rapiña de 1846-48— continúa su lucha de reivindicaciones, de vera independencia.

En esa dicotomía, las fases actuales de las luchas históricas de los pueblos de México –naciones originarias y mestizas de indígena, español y africano --como la mexicana y la chicana--, la perversidad es dramática, contrastante, pero didáctica. De moralejas.

Un grueso de gran densidad de mexicanos vive al día, inconsciente del entorno económico, político, social y cultural, ensimismado por efecto del uso avieso de los medios de control social en manos de los que se oponen a nuestra vera independencia.

Por ello, no se ha caído aun en la cuenta de que esas luchas por la vera independencia continúan. En el territorio del Estado mexicano y del Estado estadunidense esas luchas continúan librándose. Hay insurgencias ocurrentes. Represión. Y una “guerra sucia”.

II

Cierto. La dicotomía perversa exhíbese concretada en realidades no discernidas a la luz de los paradigmas de la historia y sí, en cambio, concluidas cuales logros de dudosísimo verismo. Se asume como realidad un anhelo inherente, no concretado aun.

El anhelo –el ideal— presentado como realidad concreta no resiste el cotejo de las leyes de la dialéctica. Tampoco resiste el examen riguroso, metódico, del materialismo dialéctico y el materialismo histórico ni del historicismo.

El anhelo –en 1810 y 1910-- de la vera independencia de los mexicanos doquiera, allende y aquende la frontera artificial establecida en 1848-- continúa siéndolo. Anhelos de utopías, por supuesto; pero de las luchas por éstas se nutre la historia.

No es utópico anhelar la felicidad social. Pero ésta exige luchar por la felicidad individual, la que se logra únicamente en la libertad, en la igualdad, la fraternidad, puertos aun cerrados, como México, al navío de la verdadera democracia.

Pero los aprestos celebratorios de una gesta malograda se intensifican lo mismo en el poder político del Estado –hambriento de legitimidad democratica histórica— que en las expresiones conmemorativas orgánicas, adheridas ideológicamente al statu quo.

Pero el pueblo –elemento constitutivo principal del Estado mexicano-- está insatisfecho: la lucha por su independencia ha devenido en “logros” que no se traducen en su felicidad, que es, dicen tratadistas, la razón de procurar e impartir justicia.

Los “logros” –así cantados con loas épicas incluso por los déspotas Iturbide y Maximiliano y Porfirio Díaz, Gustavo Díaz Ordaz, Carlos Salinas y hasta Felipe Calderón— son como los del general Pirro, rey de Epiro y Macedonia.

Más aquí lo pírrico muestra sesgos y giros de tal naturaleza que se nos ofrece como lo “bienlogrado” lo que es, objetivamente discernido, malogrado. Los gritos de independencia jamás cesaron, desde 1519. Las rebeliones indias lo confirman.

III

Esas rebeliones fueron constantes, en una ristra histórica de luchas que se extienden, desde los hitos de 1870 (con Yanga) y 1810 (con Hidalgo) hasta 2009. Ese continuum de las luchas de los pueblos originarios no se ha nutrido de celebraciones interesadas.

Los pueblos originarios de Mèxico no son cosa del pretérito. No. Son un presente vivo. Todavía existen, quizá numéricamente más –unos 12 millones, en 60 naciones o pueblos-- que en 1519. Pero viven bajo opresión peor que en 1810 y 1910. Y 2009.

Esas naciones originarias son los agentes de nuestra síntesis, manifiesta en lo que entendemos epicenamente por nación mexicana, confluencia de las riadas de un mestizaje sincrético. Por ello el pueblo de México es un conjunto de pueblos.

Y lo confirma el esclavo Yanga (Ñyanga, en algunos dialectos en Angola, Congo y Ghana), quien en 1570 inició un proceso independizador de los esclavos africanos (a los que se sumaron no pocos indios totonacas y popolucas) que duró casi 40 años.

La Corona española combatió a Yanga en varios frentes –desde el Citlatépetl hasta los límites de Veracruz con Oaxaca, Tabasco y Chiapas, al decir del Vicente Riva Palacio, nieto, sábese, de un mulato que fue Presidente de México, Vicente Guerrero.

Así, los “logros” devenidos del “grito” y los tañidos del párroco de Dolores, Miguel Hidalgo, y la convocatoria del latifundista y supersticioso oligarca Francisco I. Madero, no justifican lo lúdico de la efeméride. Empero…

Pero es válido por congruencia histórica recordar el “grito” de don Miguel en 1810. Identifica la fase de un proceso social criollo (o de los novohispanos) que fue agente catalizador y catárquico, orientado a alterar el statu quo colonial de la Nueva España.

Y es igualmente válido celebrar el llamado del señor Madero a la ciudadanía --su convocatoria no mereció entonces difusión impresa de mesas que, irónicamente, eran analfabetas-- para derrocar al poder político porfirista del Estado mexicano mestizo.

Ese poder político porfirista persiste aun, arraigado y monopólico. La mediatización del alcance del “grito” de don Miguel y la convocatoria del señor Madero son ejecutarias preceptivas para continuar las luchas del pueblo por su vera independencia.

ffponte@gmail.com

www.faustofernandezponte.com

Glosario:

Ejecutorias: sentencias judiciales que alcanzaron la firmeza de cosas juzgadas. Trasunto o comprobante de la cosa juzgada. Antecedente. Precedente.

Guerra sucia: expresión de las ciencias políticas y sociales para describir campañas militares y policiacas ilegales –o en mejor de los casos, extrajudiciales-- de disidentes o discrepantes. Se practican secuestros, desapariciones, torturas y asesinatos de opositores. México es uno de los países principales en donde se practica la tortura y los encarcelamientos políticos, según datos de la ONU y varios organismos defensores de derechos humanos como Amnistía Internacional..

Guerrero, Vicente (1782-1831): general insurgente y político. Presidente de México. Gobernó de abril a diciembre de 1829.

Preceptivas: que incluye o encierra en sí preceptos. Mandato u orden que el superior hace observar.

Riva Palacio, Vicente (1832-1896): escritor, político, militar mexicano. Uno de lo autores de México al través de los siglos”.

Vera independencia: concepto de la ciencia política que se refiere a la independencia de un pueblo o Estado con respecto opresiones internas y externas.

Lecturas recomendadas:

Historia breve deMéxico, de Raúl Pérez López Portillo. Siglo XXI.

México: breve historia contemporánea, de Alicia Hernández Chávez. Porrúa.

México al través de los siglos, de varios autores. Porrúa. Varias editoriales.

Sociedades cimarronas, de Richard Price. Siglo XXI.

La población negra de México, de Gonzalo Aguirre Beltrán. Varias editoriales.

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