viernes, agosto 21, 2009

La ceguera del que no quiere ver

Apuntes…
Guillermo Fabela Quiñónez

El Estado de Derecho en México es ya una entelequia, pues fue vulnerado en sus raíces a partir de que la elite ejerce el poder con fines facciosos con el único propósito de salvaguardar sus intereses. La sociedad nacional está abandonada a su suerte, que es y será mala mientras subsista esta realidad, con resultados muy dramáticos que saltan a la vista, no sólo en lo que se refiere a la inseguridad pública, sino en los altos niveles de pobreza y descomposición social que agobian a la inmensa mayoría de mexicanos. Lo más lamentable del caso es que no quieren entender, los miembros de dicha cúpula empresarial, y los políticos a su servicio, que se rebasaron los límites razonables para una relación social más o menos llevadera entre gobernantes y gobernados.
Como dice el dicho popular: “ven la tempestad y no se hincan”. Desgraciadamente no lo harán porque viven muy ajenos a la realidad real del país, disfrutando de privilegios inconcebibles incluso en naciones del Grupo de los Siete. Esto ha sido posible, hay que remarcarlo, gracias a una clase política inmadura, insensible y voraz, que sólo tiene ojos para ver lo que ocurre hoy, como lo demuestran los hechos. Baste referirse de pasada a la muy costosa traición del grupo de “Los Chuchos” en la elección de presidente del PRD, que redundó en la división del partido, perdiéndose así una oportunidad extraordinaria para hacer avanzar a la izquierda y convertirse en un eficaz contrapeso ante los excesos de la extrema derecha en el poder.
De ahí la soberbia de ésta y su decisión para seguir por el mismo camino que tomó el país desde hace casi tres décadas. Felipe Calderón hasta se da el lujo de regañar a los críticos de su administración, al considerar que las críticas no son objetivas, en tanto que difunden una imagen de una nación donde prevalece el caos y la inseguridad. Seguramente, lo que se infiere por sus palabras, considera que vivimos en un país donde todo marcha sobre ruedas y la sociedad no tiene motivos para quejarse. No sería descabellado suponer que sí lo cree, debido al total divorcio entre su gobierno y la realidad nacional. Si tal fuera el caso, estamos ante una situación alarmante cuyas consecuencias son imprevisibles.
O se trata de una actitud cínica, de conformidad con la doble moral que caracteriza a los miembros de organizaciones fundamentalistas, y de igual manera nada bueno podría esperarse. No es verdad, como dice Calderón, que “hablar mal del país es, para muchos, no sólo un esfuerzo cotidiano, hasta de eso viven”. En estos momentos ni la CIA ni el crimen organizado tendrían interés en pagar para que se hable mal de México. ¿Para qué si los hechos hablan por sí solos? Por otro lado, cómo puede exigir Calderón que se hable “con objetividad de las cosas buenas que tiene México, hablar con ponderación de las ventajas que sí ofrece nuestro país”. Vale preguntarle cuáles, pues ni él mismo pudo enumerarlas.
Aunque a decir verdad, considera ventajoso que aquí haya condiciones inmejorables para el trabajo esclavo, mejores que en China, India e incluso Brasil, lo que hace de México “una excelente opción de negocios”. Para afianzar ésta es que se busca a toda costa, desde hace tres lustros, una reforma laboral que garantice condiciones inmejorables para los patrones, donde los trabajadores sólo sean un número más en el volumen de activos de las empresas. ¿No dice Javier Lozano, secretario del Trabajo, que lo prioritario es que los obreros conserven sus empleos antes que obtener incrementos salariales? ¿Por qué no usan semejantes argumentos con los banqueros, los cuales tienen todas las facilidades para incrementar sus tarifas de servicios cuando les da la gana?
También debe considerar ventajoso que aquí se estén reduciendo los niveles mínimos de bienestar social como en ningún otro país de América Latina, como lo señalan diversos organismos internacionales, como el Banco Mundial, el cual en su más reciente reporte puntualiza que sólo entre 2006 y 2009 surgieron 10 millones más de pobres en México. Lo más dramático de esta situación es que todavía no empieza lo peor de la recesión económica, misma que tendrá efectos devastadores sobre las clases medias. Con todo, Calderón sigue y seguirá pensando que vivimos en jauja, que la gravísima inseguridad pública es un invento de sus malquerientes, que la pobreza en que vive ya el 51 por ciento de la población es pura propaganda de sus opositores, y que el desempleo sólo es un mito más con el que se busca opacar sus enormes logros en materia de creación de empleos. ¡Ah qué don Felipe y su ceguera!
gmofavela@hotmail.com

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