viernes, agosto 14, 2009

Vitral. Se les va a acabar

Por Javier Solórzano







4 agosto 2009

Es un mal endémico y no hay sexenio en que no pase. Los políticos desarrollan sus cargos en muchos casos con tal impunidad que suponen que el poder de seis años les va a durar toda la vida. Cuando terminan se vuelven irremediablemente de nuevo terrenales y hasta puede que vuelvan a saludar. Les llega la realidad de tal manera que hasta se pueden dignar a tomar su libreta y dedicarse con voz de culpa a hablarles a todos los que alejaron. Les da de la noche a la mañana por la “humildad”, extraña palabra que no les queda de otra que incluir en su vocabulario después de seis años de soberbia y de vivir del presupuesto.

Parecía que habría diferencias entre priísta y panistas. Después de nueve años de los blanquiazules en Los Pinos todo indica que no existen diferencias sustantivas. En este sexenio, además de la repetición de lo vivido en otras ocasiones, han aparecido algunas novedades. En otras administraciones los secretarios de Estado se la pasaban dando la cara por el Presidente, pero en este nomás no.

Hay secretarios que no se sabe cómo se llaman ni menos cuál es su tono de voz. Si la gente los ve en la calle no los reconoce de no ser por la parafernalia que los rodea. Si no se les ve es porque “su jefe” los somete a la regla del “sólo yo”, o porque las áreas que encabezan no están en movimiento. Si estuvieran haciendo su chamba como presumen sabríamos lo que hacen. Cuando los gobiernos se mueven con tan bajo perfil inevitablemente se piensa que algo esconden o no tienen nada que ofrecer y proponer.

Esta actitud no sólo manifiesta una forma de concebir el ejercicio del poder, también en el fondo tiene como eje la visión distante a la crítica de lo que hacen. Con variantes, el país se ha visto sometido durante los últimos cuatro sexenios al “ni los veo ni los oigo”, de no ser que les convenga ver o escuchar. Los funcionarios se mueven de manera autoritaria y olvidan el sentido que tienen los costosos procesos que los llevaron al poder. Si alguien piensa diferente es por lo general hecho a un lado o se busca llevarlo al proceso de cooptación, la cual por lo general no le ayuda ni al cooptado ni al cooptador. Estar cerca del poder es en muchos casos mejor que el dinero mismo.

Se sienten reyes por seis años y van olvidando el sentido social que emana del ejercicio del poder, el cual tarde que temprano se les va a acabar. Estamos entre la improvisación, el deleznable servilismo y, lo más grave, la ausencia de políticas de Estado. Quizá también por esto el 5 de julio se envió un mensaje, el cual por lo que se ve siguen sin entender ni atender.

¡OUUUUCHCH! The New York Times publicó en su principal titular del martes algo que no es nuevo. Las penales mexicanos son centros de corrupción, delincuencia y negocios compartidos por quienes los dirigen y los propios reos. Sirva el artículo para recordar dónde están al menos 79 mil personas detenidas en el país.

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