30 septiembre 2009
“La mejor definición (acerca) de la revolución que he leído es la que usted nos dio ayer (…) Hay muchas formas de hacer cambios totalizadores”.
María de Jesús de la Barra.
I
La cara leyente De la Barra, quien dícenos leernos en la ediciòn por Internet del Diario Libertad (www.diariolibertad.org), agrega al epígrafe en la entrega de hoy lo siguiente: “no me había dado cuenta: que una revolución está pasando en México”.
El tema se empata contextualmente con el inicio de una movilización social orientada a lograr que el general brigadier, doctor en Administración Pública y periodista José Francisco Gallardo Rodríguez sea designado “ombudsman” para el período 2009-2014.
El señor Gallardo –el Gallardo General-- tiene méritos más que en suficiencia para defender el interés de los pueblos de México como titular de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos. Es un icono en la cultura de la defensión de derechos humanos.
Y uno de sus méritos es, precisamente, el de haber sido (y aun lo es, por resabios y atavismos castrenses) perseguido por promover mecanismos de la defensa de los derechos humanos en las fuerzas armadas, desde el soldado raso al comandante.
Por ello fue encarcelado por el Estado mexicano, sufriendo prisión ocho años y meses y despojado de sus derechos individuales y laborales. Y aunque la injusticia aun le damnifica, fue la presión social la que obligo al poder político castrense a liberarlo.
Esa presión social se manifestó en una diversidad de ágoras, pero su pivote fue la revista Forum, cuyo director, Eduardo Ibarra Aguirre, dispuso publicar una tesis del General acerca de la conculcación sistémica de los derechois humanos en el Ejército.
Forum –un mensuario de enorme crédito y prestigio-- y el periodista Ibarra fueron perseguidos también por la vertiente castrense del Estado. De hecho, la revista es todavía objeto de bloqueos publicitarios desde el poder político.
Desde la cárcel y a partir de su liberación, don José Francisco ha estado muy activo en las luchas a favor de la defensa de los derechos humanos. Esa actividad incluye su responsabilidad como subdirector, precisamente, de Forum, al lado del señor Ibarra.
II
Volvamos a la leyente De la Barra, quien señala en su misiva: “Pero los medios difusores (yo creía que eran medios de comunicación, hasta que usted nos lo aclaró) son propiedad de la oligarquía y, entonces, sus voceros, no difunden lo que está pasando”.
Y lo que realmente está “pasando” (en uso de las palabras de la leyente De la Barra) es similar a lo que ha estado ocurriendo –desarrollándose-- dinámicamente en nuestro país desde 1810 (y, documentadamente, desde 1519, al llegar Hernán Cortés a éstas tierras).
¿Y qué ha estado ocurriendo desde entonces? Una lucha cuyas manifestaciones han sido variopintas, que van desde la que entenderíase como “resistencia” --resistir no es revolucionario en éste momento-- hasta el activismo político de múltiple expresión.
Ese activismo político de múltiple expresión se registra en una miríada de diversidad de trincheras, las de conductas individuales o colectivas en mayor o menor grado de articulación, altamente organizadas algunas, pero otras muy aisladas y sin coordinación.
El activismo en las muchas trincheras impacta en el ánimo de los personeros panistas, priístas, etc., del poder político del Estado mexicano. Ese impacto es visible en la violencia legal del propio Estado en agravio de los pueblos de México.
En efecto: los personeros panistas, priístas, etc., del poder político del Estado han agudizado y continúan agudizando estrategias y tácticas de esa violencia legal: intimidar, reprimir bajo varias guisas y punir en extremo a discrepantes y disidentes.
O políticas de exacción fiscal brutal y despojo a favor de particulares locales y consorcios trasnacionales extranjeros de los bienes patrimoniales de los pueblos originarios y mestizo que ocupan el territorio de lo que es México.
Esos personeros del poder político, si bien en el organigrama jurìdico representan los intereses de los pueblos de México, en la realidad es lo opuesto: atentan contra éstos al defender los del statu quo, las formas de organización económica y política actuales.
Por esos motivos, la violencia en una revolución no deviene de los revolucionarios mismos , sino de quienes la resisten o se oponen al cambio verdadero y defienden un statu quo de desigualdad, causal axial, nuclear, de toda injusticia y perversidad.
III
Un sincretismo definitorio de una revolución nos la dio, paradójicamente, un personaje histórico no sospechoso de vocación social reivindicadora: Nicolás Maquiavelo. Sus aforismos son para los políticos mexicanos pedagogía infalible.
Las revoluciones, escribió alguna vez el florentino, “son ocasionadas por lo común por gente temerosa de perder lo que han logrado y por gente que aspira a lograr algo, sea un bien material o un bien intangible que les garantice la certidumbre de esperanza.
Citemos a Mao –personaje de influencia histórica, creador del Estado chino moderno, pensador y poeta, político y profeta armado--, quien en 1958 díjole a Richard Hughes, del “Times” de Nueva York: ninguna revolución va en línea recta; todas zigzaguean.
El mismo Mao coincidió con Maquiavelo: una revolución puede estar desarrollándose ante nosotros y no darnos cuenta de ello porque cada quien entiende los movimientos y cambios sociales según su formación y educación personales o de clase.
Los puntos de vista de esos personajes aplicaríanse, a no dudarlo, a lo ocurrente en México hoy. El país –es decir, lo que es el Estado mexicano-- es el escenario de afanes reivindicadores de individuos y grupos de identidad societal plural.
Empero, aclárese puntual y precisoriamente, no todos los afanes sociales reivindicadores, organizados o no, son revolucionarios. El carácter de revolucionario es definido por acciones concretas, desde el poder, para modificar un statu quo injusto.
Dicho de otro jaez, la definición de lo revolucionario se vincula orgánicamente a su dialéctica interna y los tipos de correlatos entre los componentes del contexto externo. Una revolución implica lo siguiente:
Uno: modificar la naturaleza jurídica y el alcance del poder político como, según el maoísmo, un martillo que un pueblo usaría para golpear a su opresor o su enemigo que, en el caso de México, son aquellos que promueven y mantienen el statu quo injusto.
Otro: modificar el carácter y el alcance de las fuerzas productivas y las relaciones de producción que, aquí –en México— privilegian cínicamente a un pequeño grupo de particulares muy pudientes y a consorcios trasnacionales extranjeros que nos saquean.
La postulación del general Gallardo nos avisa de que algo está “pasando” en el contexto de las reglas mismas del poder político del Estado. Mas para que alcance el objetivo la movilización social que lo lleve a la CNDH debe crecer exponencialmente.
ffponte@gmail.com
www.faustofernandezponte.com
Glosario:
Maquiavelo, Nicolás (1467-1527): político, escritor y tratadista italiano. Después de una intensa vida polìtica al servicio de un príncipe, vivió más de la mitad de su vida como observador del poder polìtico.
Mao Tse Tung (Mao Zedong, en la fonética inglesa) (1893-1976). Jefe de la Revolución China y, desde 1949, al triunfo revolucionario, líder moral de los chinos y en la cultura del poder político.
Lecturas recomendadas:
Incorporación de los tratados internacionales sobre derechos humanos en España y México, de José Luis Caballero Ochoa. UIA.
El príncipe, de Maquiavelo. Varias editoriales.
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