Ricardo Andrade Jardí
“Cría cuervos y te sacarán los ojos”, un popular dicho que el imperialismo yanqui siempre a hecho caso omiso; los malvados Saddam Hussein o Bin Laden son el mejor ejemplo, entre los muchos existentes, de aliados y amigos reconocidos por Estados Unidos en otrora, que fueron entrenados, armados y financiados por la “inteligencia” gringa para golpear, entonces, a otros “enemigos”, en estos dos casos particularmente a Irán, los Curdos y la ex Unión Soviética.
Ahora los golpistas hondureños amenazan al imperio, la oligarquía, aliada histórica de la Casa Blanca y defensora de la base militar gringa en Honduras, lugar de mal recuerdo, desde la que se cometieron y toleraron las peores atrocidades imperialistas durante las décadas de los ochenta y noventa, contra Centroamérica; hoy, esa escatológica oligarquía se “revela” y decide amagar al imperio, quien, por otro lado, ha sido el país (le siguen Costa Rica y Colombia) más tolerante del continente con el golpe y el gobierno de facto. La historia se repite y los aliados “amenazan con ser una amenaza contra los intereses de moda del imperio”, por “no apoyar” su estúpida cruzada antisocial, y por qué no decirlo, ahora que es casi una moda antichavista. El gobierno de facto, de Goriletti, advierte que “abandonará el combate a las drogas si deja de recibir apoyo económico”; como supuestamente anunció la Casa Blanca que suspendería todo apoyo financiero hasta que se restablezca el orden alterado, hace apenas unos días en señal a su rechazo al golpe militar contra el presidente Manuel Zelaya.
Tremendo dilema el de la administración Obama: cumplir ante el mundo, con su “nueva imagen”, y rechazar el golpe, cortando todo el apoyo económico al gobierno de facto, o dejarse amedrentar por una pequeña y mediocre oligarquía, que “amenaza” con sumarse al nuevo enemigo imperial: el crimen organizado. No se requiere de mucha inteligencia para ver por dónde va el asunto. La tiene difícil la afro-americana administración de la Casa Blanca; seguir apoyando la barbarie y defender su pretendida guerra global contra el trafico de drogas, pero sumando voluntades continentales en su contra y a favor de otra visión del mundo, donde las dictaduras militares y los gobiernos de facto, títeres imperiales, no son más una posibilidad, o la de dejar que la pequeña estupidez de la criolla burguesía hondureña, se sume al crimen organizado y dicte su, ya prolongada inútilmente, sentencia de muerte, demostrando lo que en realidad es; una de las tantas vertientes del crimen organizado, que deja caer el velo de la hipocresía occidental y se muestra organizadamente criminal, como siempre ha sido, con el apoyo político, económico y militar yanqui.
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