Guillermo Fabela Quiñones
Apuntes…
Así como el pasado lunes nos despertamos con la infausta noticia de la liquidación de la Compañía de Luz y Fuerza del Centro, no sería improbable que este lunes 19 salgamos de la cama para saber que fue aprobado el paquete fiscal propuesto por Felipe Calderón, gracias a la complicidad de un PRI obsecuente que no desaprovecha oportunidades para empujar más rápido al “gobierno” panista hacia el abismo del que ya no volverá a salir. Sólo que si así llegara a suceder, también la fracción del tricolor cargará con el débito histórico que significará meter al país en el callejón sin salida de la mayor crisis económica y social jamás vista por los mexicanos desde que se fincó el sistema político a partir de la tercera década del siglo pasado.
Como a Calderón y a la oligarquía no les importan las consecuencias de sus actos fascistas, conviene hacerles ver que la responsabilidad en que están incurriendo con su voracidad la habremos de pagar todos, incluidos los propios miembros del grupo en el poder, porque se habrán de acelerar condiciones muy nefastas para el país, no sólo en lo que toca a la economía nacional, que se verá inmersa en un imparable proceso de estancamiento con inflación de dos dígitos; sino en lo que respecta a la gobernabilidad, pues la paz social se perdería irremisiblemente por los estallidos de violencia que ni todo el poder del Estado podrá neutralizar.
Parece que no quieren entender que ya se rebasaron los límites de tolerancia de un pueblo largamente humillado y ofendido, como lo demuestra la irracional medida contra el Sindicato Mexicano de Electricistas y la CLFC, que equivale a echarle más gasolina al “fuego” que invade a buena parte del país. Con la insensibilidad que los caracteriza como excelentes tecnócratas ajenos a la realidad nacional, no se ponen a pensar que suman ya casi tres décadas sin crecimiento real de la economía, lo que ha ocasionado graves déficit en todos los campos de la vida nacional.
Hasta el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial han mostrado su preocupación, en los últimos meses, por la gravedad de la situación socioeconómica de México, y han hecho recomendaciones pertinentes, aunque tardías, para que se revierta una tendencia muy nociva propiciada por ambos organismos con sus políticas neoliberales. Es obvio que en el “gobierno” de Calderón no han sido escuchadas tales recomendaciones, como lo evidencian las políticas públicas recesivas, impulsadas con más firmeza a partir de que el PAN llegó a Los Pinos.
Ni siquiera por un elemental sentido común, Calderón se muestra partidario de impulsar un crecimiento real, sino todo lo contrario. No de otro modo se explica la propuesta de paquete fiscal que deberá ser aprobada en la Cámara de Diputados a más tardar esta semana. Así como la irracional cuanto inoportuna acción fascista contra el SME. Es más que claro que lo único que le importa es quedar bien con la oligarquía y asegurar que los privilegios de su administración no sufran menoscabo a pesar de la crisis generalizada del país.
Con todo, hay un rayo de esperanza en la madurez y sentido de responsabilidad mostrada por quienes participaron en la gran marcha del jueves 15, que superó con mucho las expectativas de los propios trabajadores del SME. Si la oligarquía no entiende el mensaje, entonces que se atengan a las consecuencias. Dicho mensaje es muy claro: el pueblo está dispuesto a conducirse por la senda institucional, pero a cambio de que Calderón, como testaferro de los poderes fácticos, demuestre disposición para actuar con la misma madurez y patriotismo de las clases mayoritarias.
Si no lo hace, entonces no hay nada que hacer por el camino de las instituciones, en tanto que el Estado no respeta los derechos legítimos e inalienables del pueblo mexicano. Este es el fondo de la cuestión en este momento. El PAN como gobierno se está saltando principios constitucionales básicos en aras de aprovechar al máximo la oportunidad de servirse del poder. En los próximos días podrá verse qué tanta disposición tiene Calderón para actuar como jefe de Estado en una etapa crítica. Aunque como lo demuestra su actuación en los tres años que lleva al frente del Ejecutivo federal, no hay mucho margen para el optimismo. Sólo la presión de los trabajadores, firme y patriótica, podrá obligarlo a dejar de ser un servil defensor de la oligarquía y su insaciable sed de riqueza y poder. La moneda está en el aire.
gmofavela@hotmail.com
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