20 mayo 2010
El gobierno francés se pregunta qué bicho le picó a Calderón con esa insana obsesión de evitar que Florence Cassez purgue su condena en Francia y que allá sea revisado judicialmente su caso. La pregunta es válida, fue hecha por un grupo de especialistas entre los cuales se encuentran un agente de Europol y dos reconocidos criminalistas franceses que han revisado el caso, pero que además decidieron estudiar la documentación de organismos internacionales respecto a los patrones de impunidad en México.
Los medios han repetido hasta el cansancio la inoperancia del sistema de justicia penal en México, las incapacidades y corrupción de las procuradurías, la insistente fabricación televisiva de delincuentes con el personalísimo sello mediático de García Luna. Sabemos que la cantidad de confesos televisados no coincide con la cantidad de sentencias reales y juicios justos. Digamos que ya nos acostumbramos al perverso juego de la justicia diferida, la protección de los verdaderos culpables y el doble discurso presidencial sobre el crimen y el castigo; pero en Europa apenas están descubriendo esta realidad atroz. Hoy un juez británico me preguntó ¿cómo es posible que la sociedad mexicana no se rebele contra la impunidad y la corrupción del sistema judicial?
No es de extrañar que el gobierno francés y algunos abogados internacionalistas de España, Inglaterra y Bélgica hayan decidido analizar e incluso escribir tesis, no solamente sobre todas las inconsistencias del caso de Florence Cassez, acusada de pertenecer a una banda de secuestradores en México, sino de la curiosamente obsesiva negativa de Calderón para que, de acuerdo a las leyes y tratados internacionales, esta ciudadana francesa pueda purgar su sentencia en su país. Para muchos la negativa presidencial responde a un temor fundado en que un juzgado francés revise cómo es que se demostró su culpabilidad y llegue a la conclusión de que no fue casual que García Luna hiciera el falso montaje televisivo del arresto, necesitaban un chivo expiatorio entre tantos secuestros sin resolver.
El encuentro entre Calderón y Sarkozy en Madrid no será el último en que este tema salga a relucir. En las cortes de París se preguntan por qué Calderón entrega con semejante facilidad a todos los presidiarios que Washington exige, incluso haciendo opacos malabares con las leyes mexicanas, pero se opone con obstinación y sin explicación razonable a la extradición de esta mujer.
Sin duda el Presidente ha abierto la caja de Pandora y está claro que este caso ha despertado suspicacias en círculos diplomáticos en Europa. Cassez es ya un símbolo en Francia, no por lo que mostró la autoridad mexicana en los medios, sino por lo que parece querer ocultar. Tal vez Florence hará por México lo que ningún caso nacional ha logrado en el extranjero: evidenciar la justicia subjetiva y parcial que tanto daño le ha hecho a nuestro país.
Los medios han repetido hasta el cansancio la inoperancia del sistema de justicia penal en México, las incapacidades y corrupción de las procuradurías, la insistente fabricación televisiva de delincuentes con el personalísimo sello mediático de García Luna. Sabemos que la cantidad de confesos televisados no coincide con la cantidad de sentencias reales y juicios justos. Digamos que ya nos acostumbramos al perverso juego de la justicia diferida, la protección de los verdaderos culpables y el doble discurso presidencial sobre el crimen y el castigo; pero en Europa apenas están descubriendo esta realidad atroz. Hoy un juez británico me preguntó ¿cómo es posible que la sociedad mexicana no se rebele contra la impunidad y la corrupción del sistema judicial?
No es de extrañar que el gobierno francés y algunos abogados internacionalistas de España, Inglaterra y Bélgica hayan decidido analizar e incluso escribir tesis, no solamente sobre todas las inconsistencias del caso de Florence Cassez, acusada de pertenecer a una banda de secuestradores en México, sino de la curiosamente obsesiva negativa de Calderón para que, de acuerdo a las leyes y tratados internacionales, esta ciudadana francesa pueda purgar su sentencia en su país. Para muchos la negativa presidencial responde a un temor fundado en que un juzgado francés revise cómo es que se demostró su culpabilidad y llegue a la conclusión de que no fue casual que García Luna hiciera el falso montaje televisivo del arresto, necesitaban un chivo expiatorio entre tantos secuestros sin resolver.
El encuentro entre Calderón y Sarkozy en Madrid no será el último en que este tema salga a relucir. En las cortes de París se preguntan por qué Calderón entrega con semejante facilidad a todos los presidiarios que Washington exige, incluso haciendo opacos malabares con las leyes mexicanas, pero se opone con obstinación y sin explicación razonable a la extradición de esta mujer.
Sin duda el Presidente ha abierto la caja de Pandora y está claro que este caso ha despertado suspicacias en círculos diplomáticos en Europa. Cassez es ya un símbolo en Francia, no por lo que mostró la autoridad mexicana en los medios, sino por lo que parece querer ocultar. Tal vez Florence hará por México lo que ningún caso nacional ha logrado en el extranjero: evidenciar la justicia subjetiva y parcial que tanto daño le ha hecho a nuestro país.
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