28 mayo 2010
Al PRD le está costando caro su pragmatismo. El escándalo derivado de la detención de Gregorio Sánchez se veía venir. Nadie se puede decir sorprendido. El gobierno asegura que dio aviso al PRD desde el 15 de enero y semanas después al propio Greg. Con que los dirigentes perredistas hubieran conversado con la gente de Cancún, no solamente con los de la glamorosa zona hotelera, se habrían dado cuenta de la fama desigual de Greg. Tan se sabía que las cosas no estaban claras en la vida privada y pública de Sánchez, que muchas voces internas en el PRD se oponían a su candidatura. Por si no hubiera suficientes alertas, el nuevo “amigo” del PRD, el PAN, se negó a la alianza con Greg en Quintana Roo. El PRD ya no piensa, ni debate, ahora sólo le importan las elecciones.
No la vieron ni están viendo otras por venir, porque la divisa es conseguir votos y ganar elecciones. Los del sol azteca siguen sin resolver sus problemas internos. Una parte del partido está agazapada con la cabeza puesta en diciembre o antes, por si Jesús Ortega no llega al final del año, en tanto que otros viven en las alianzas con tal de fortalecerse. El PRD dividido se ha convertido en un partido sin margen de maniobra, a la vez que ha disminuido su influencia en estados que hoy gobierna y que puede perder en el superdomingo. En las elecciones de Yucatán su votación fue mínima, que ha sido motivo para que algunos con sarcasmo digan que le pudo costar el registro.
La detención de Greg tiene también su alta dosis de uso político. Si bien le dio puntos al gobierno ante la opinión pública, ahora tendrá que demostrar que es lo que dice. El mentado michoacanazo es un antecedente fatal. El caso que sacudió al país y que presuntamente era “un golpe para terminar con la relación entre el narcotráfico y la clase política”, terminó en un petardo. A un año y días, más de la mitad de los detenidos están libres y los que todavía se encuentran en prisión están por salir; no demostraron la “gran conjura”.
Con Greg les puede pasar lo mismo, con todo y los singulares antecedentes del hoy detenido en Nayarit. Si por algo se ha distinguido la PGR es por su inconsistencia. Los presuntos culpables terminan por quedar en libertad, sin que sepamos finalmente si eran culpables o inocentes, prevalecen, para variar, la incompetencia y los intereses. Por lo pronto Greg está fuera de la jugada y con él también el PRD.
Lo que también debe llamar la atención, con este caso o sin él, es cómo el narcotráfico está permeando a la clase política. Está escalando cada vez más alto, a pesar de que su “hábitat” natural son los gobiernos locales. Greg Sánchez está poniendo en evidencia al PRD. Es explicable la defensa inicial perredista del todavía candidato, lo que no se entiende es que no haya voces de autocrítica. No ven lo que les viene. Lo de Greg puede ser sólo el inicio de lo que les viene. Si lo sabían en Cancún, resulta absurdo, por no decir otra cosa, que no lo supieran en el Partido de la Revolución Democrática.
¡OUUUCHCHCHCH! Sin duda la vio venir. Con todo y lo que pueda saber y estar eventualmente involucrada su gente, López Obrador se hizo a un lado a tiempo; Greg y el PRD sabían por qué.
No la vieron ni están viendo otras por venir, porque la divisa es conseguir votos y ganar elecciones. Los del sol azteca siguen sin resolver sus problemas internos. Una parte del partido está agazapada con la cabeza puesta en diciembre o antes, por si Jesús Ortega no llega al final del año, en tanto que otros viven en las alianzas con tal de fortalecerse. El PRD dividido se ha convertido en un partido sin margen de maniobra, a la vez que ha disminuido su influencia en estados que hoy gobierna y que puede perder en el superdomingo. En las elecciones de Yucatán su votación fue mínima, que ha sido motivo para que algunos con sarcasmo digan que le pudo costar el registro.
La detención de Greg tiene también su alta dosis de uso político. Si bien le dio puntos al gobierno ante la opinión pública, ahora tendrá que demostrar que es lo que dice. El mentado michoacanazo es un antecedente fatal. El caso que sacudió al país y que presuntamente era “un golpe para terminar con la relación entre el narcotráfico y la clase política”, terminó en un petardo. A un año y días, más de la mitad de los detenidos están libres y los que todavía se encuentran en prisión están por salir; no demostraron la “gran conjura”.
Con Greg les puede pasar lo mismo, con todo y los singulares antecedentes del hoy detenido en Nayarit. Si por algo se ha distinguido la PGR es por su inconsistencia. Los presuntos culpables terminan por quedar en libertad, sin que sepamos finalmente si eran culpables o inocentes, prevalecen, para variar, la incompetencia y los intereses. Por lo pronto Greg está fuera de la jugada y con él también el PRD.
Lo que también debe llamar la atención, con este caso o sin él, es cómo el narcotráfico está permeando a la clase política. Está escalando cada vez más alto, a pesar de que su “hábitat” natural son los gobiernos locales. Greg Sánchez está poniendo en evidencia al PRD. Es explicable la defensa inicial perredista del todavía candidato, lo que no se entiende es que no haya voces de autocrítica. No ven lo que les viene. Lo de Greg puede ser sólo el inicio de lo que les viene. Si lo sabían en Cancún, resulta absurdo, por no decir otra cosa, que no lo supieran en el Partido de la Revolución Democrática.
¡OUUUCHCHCHCH! Sin duda la vio venir. Con todo y lo que pueda saber y estar eventualmente involucrada su gente, López Obrador se hizo a un lado a tiempo; Greg y el PRD sabían por qué.
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