Por Fausto Fernández Ponte
09 julio 2010
ffponte@gmail.com
ffponte@gmail.com
“La izquierda quedará borrada si persiste en aliarse al PAN”.
Andrés Manuel López Obrador
I
Las luchas históricas de los pueblos de México –la gran nación mestiza todavía en hechura y las sociedades originarias aun presentes físicamente-- son, por definición, de izquierda, si entendemos al vocablo en su cabalidad dialéctica de reivindicación social.
Y, a fuer de precisorios, abundemos en la noción. De izquierda son aquellos mexicanos en movimiento --como los describían Carlos Montemayor y Carlos Monsiváis— en pos del ideal del cambio del statu quo de opresión.
Ese statu quo de opresión --sábese documentadamente por la omnipresencia de nuestra lacerante realidad— es de autoría humana, no divino-determinista, bajo la lógica cincelada por nuestra propia naturaleza, pues el hombre es su propio depredador.
O, como decía Locke, el hombre es el lobo del hombre, con lo cual el pensador inglés enunciaba que los humanos tienen que liberarse de sí mismos. Desde los inicios remotos de la humanidad el hombre busca liberarse de otros hombres. Liberación social.
Ese afán de liberación social ha animado –y continúa animando— a los pueblos que hoy ocupan éste vasta, depredada y saqueada geografía que identificamos colectivamente como México. Pero México es algo más que un espacio físico.
México, cierto es, se nos representa en nuestra psique colectiva como algo más, mucho más, que un ámbito geográfico. México somos nosotros, todos nosotros, todos los mexicanos, incluso aquellos 12 millones de trasterrados en la diáspora.
II
En la diáspora mexicana –principalmente en Estados Unidos--, votar o abstenerse de hacerlo son derechos constitucionales que la distancia y la condición de vivir a extramuros del terruño adviértanse inviables como medio de reivindicación.
Lo que no se explica es que los mexicanos --110 millones— en México, a intramuros de la patria física y simbólica, utilicen el voto (aunque en minoría) para ratificar el statu quo opresor o algunas de sus variaciones más aberrantes. ¿Por qué es así?
La respuesta localízase en los misterios de la idiosincrasia del mexicano –a partir de la media mestiza, cuya cosmovisión discrepa filosóficamente de la de los pueblos originarios aun existentes en nuestra geografía— y la naturaleza misma del poder.
El poder, lo señala Rosseau, es la mayor ambición humana. La ambición por el poder ha sido –y es— en el decurso de la historia la fuerza impulsora más importante de las acciones humanas. Su búsqueda es una constante histórica.
Esa búsqueda deviene en lucha por el poder, la cual ofrece una enorme variedad de formas: éstas van desde las civilizadas con arreglo a cánones establecidos de un statu quo precisamente para preservar éste, hasta una gama muy amplia de violentación.
La historia nos confirma que sin acceder al poder, un grupo social dado –sea este una clase o conjunto de clases, un estrato o incluso una facción— no puede realizar sus agendas ni mucho menos modificar al statu quo para favorecer sus intereses.
III
Ello explica los por qués del afán de muchísimos grupos e incluso estratos y hasta clases sociales por acceder al poder para modificar ese statu quo que, discernido, es socialmente opresivo, por lo que tratar de modificarlo define a la izquierda.
Más hay muchos que se identifican a sí mismos de izquierda que no están a favor de esa modificación como un acto de liberación social. Así se comprenden las alianzas entre partidos políticos antagónicos en lo formal y en el contexto estructural sistémico.
Las elecciones recientes nos lo han demostrado. Todos los candidatos –incluyendo los de la izquierda formal o partidista, aliados a la vertiente ultra, la panista, de la derecha, siendo la moderada la del PRI-- preconizaron la preservación del statu quo.
Ésto nos transporta de sopetón a 2012; es decir, al escenario prospectivo de la sucesión presidencial y su ápice, las elecciones para renovar dos de los tres Poderes de la Unión. Pero habrá en 2011 un ensayo previo: comicios en el Estado de México.
En 2012, la derecha panista y un segmento oportunista y corrupto de la izquierda partidista y formal sistémica propugnarán, aliándose, por impedir que la derecha priísta acceda al poder presidencial. Pero esa es una agenda panista, pero no de la izquierda.
Ante ello, ésta se identifica a sí misma como emblema del proverbial “tonto útil”. La izquierda partidista quiere acceder al poder en pos de migajas, no para cambiar el statu quo, cancelando su naturaleza reivindicatoria, ayudando al PAN a cambio de nada.
ffponbte@gmail.com
Andrés Manuel López Obrador
I
Las luchas históricas de los pueblos de México –la gran nación mestiza todavía en hechura y las sociedades originarias aun presentes físicamente-- son, por definición, de izquierda, si entendemos al vocablo en su cabalidad dialéctica de reivindicación social.
Y, a fuer de precisorios, abundemos en la noción. De izquierda son aquellos mexicanos en movimiento --como los describían Carlos Montemayor y Carlos Monsiváis— en pos del ideal del cambio del statu quo de opresión.
Ese statu quo de opresión --sábese documentadamente por la omnipresencia de nuestra lacerante realidad— es de autoría humana, no divino-determinista, bajo la lógica cincelada por nuestra propia naturaleza, pues el hombre es su propio depredador.
O, como decía Locke, el hombre es el lobo del hombre, con lo cual el pensador inglés enunciaba que los humanos tienen que liberarse de sí mismos. Desde los inicios remotos de la humanidad el hombre busca liberarse de otros hombres. Liberación social.
Ese afán de liberación social ha animado –y continúa animando— a los pueblos que hoy ocupan éste vasta, depredada y saqueada geografía que identificamos colectivamente como México. Pero México es algo más que un espacio físico.
México, cierto es, se nos representa en nuestra psique colectiva como algo más, mucho más, que un ámbito geográfico. México somos nosotros, todos nosotros, todos los mexicanos, incluso aquellos 12 millones de trasterrados en la diáspora.
II
En la diáspora mexicana –principalmente en Estados Unidos--, votar o abstenerse de hacerlo son derechos constitucionales que la distancia y la condición de vivir a extramuros del terruño adviértanse inviables como medio de reivindicación.
Lo que no se explica es que los mexicanos --110 millones— en México, a intramuros de la patria física y simbólica, utilicen el voto (aunque en minoría) para ratificar el statu quo opresor o algunas de sus variaciones más aberrantes. ¿Por qué es así?
La respuesta localízase en los misterios de la idiosincrasia del mexicano –a partir de la media mestiza, cuya cosmovisión discrepa filosóficamente de la de los pueblos originarios aun existentes en nuestra geografía— y la naturaleza misma del poder.
El poder, lo señala Rosseau, es la mayor ambición humana. La ambición por el poder ha sido –y es— en el decurso de la historia la fuerza impulsora más importante de las acciones humanas. Su búsqueda es una constante histórica.
Esa búsqueda deviene en lucha por el poder, la cual ofrece una enorme variedad de formas: éstas van desde las civilizadas con arreglo a cánones establecidos de un statu quo precisamente para preservar éste, hasta una gama muy amplia de violentación.
La historia nos confirma que sin acceder al poder, un grupo social dado –sea este una clase o conjunto de clases, un estrato o incluso una facción— no puede realizar sus agendas ni mucho menos modificar al statu quo para favorecer sus intereses.
III
Ello explica los por qués del afán de muchísimos grupos e incluso estratos y hasta clases sociales por acceder al poder para modificar ese statu quo que, discernido, es socialmente opresivo, por lo que tratar de modificarlo define a la izquierda.
Más hay muchos que se identifican a sí mismos de izquierda que no están a favor de esa modificación como un acto de liberación social. Así se comprenden las alianzas entre partidos políticos antagónicos en lo formal y en el contexto estructural sistémico.
Las elecciones recientes nos lo han demostrado. Todos los candidatos –incluyendo los de la izquierda formal o partidista, aliados a la vertiente ultra, la panista, de la derecha, siendo la moderada la del PRI-- preconizaron la preservación del statu quo.
Ésto nos transporta de sopetón a 2012; es decir, al escenario prospectivo de la sucesión presidencial y su ápice, las elecciones para renovar dos de los tres Poderes de la Unión. Pero habrá en 2011 un ensayo previo: comicios en el Estado de México.
En 2012, la derecha panista y un segmento oportunista y corrupto de la izquierda partidista y formal sistémica propugnarán, aliándose, por impedir que la derecha priísta acceda al poder presidencial. Pero esa es una agenda panista, pero no de la izquierda.
Ante ello, ésta se identifica a sí misma como emblema del proverbial “tonto útil”. La izquierda partidista quiere acceder al poder en pos de migajas, no para cambiar el statu quo, cancelando su naturaleza reivindicatoria, ayudando al PAN a cambio de nada.
ffponbte@gmail.com
No hay comentarios.:
Publicar un comentario