Los 25 mil asesinatos de civiles, la existencia de una industria del secuestro, el incremento de levantones, los constantes asaltos a centros de tratamiento para adictos, el asesinato de activistas sociales y la escalada en la muerte de periodistas impactan las relaciones de México con el exterior.
“Es impensable que esto suceda en un país. Es increíble lo que estoy escuchando aquí. Eso nunca ocurriría en mi país”, expresa Wolfang Gunkel, diputado socialdemócrata alemán, en su primera visita a México.
Este legislador fue amigo epistolar de Camilo Torres Restrepo ?el sacerdote revolucionario colombiano?, conocedor de la experiencia antinarcóticos de Colombia y exjefe policiaco. Su estancia en México –del 24 al 25 de junio? fue fugaz pero intensa. Como miembro de la Comisión de Derechos Humanos del parlamento alemán, se reunió con legisladores de la Comisión de Relaciones Exteriores de la Cámara de Diputados.
También conversó con el embajador de su país, quien le expresó que no ocurre “nada serio” en México. Sostuvo una charla informativa con representantes de organizaciones no gubernamentales, así como con algunos miembros de la prensa mexicana; culminó con un intercambio con académicos y especialistas en seguridad. La información que obtuvo en la segunda parte de entrevistas contrasta con lo que le expresaron los legisladores mexicanos y su embajador.
Aunque admite que las condiciones en su país son muy diferentes a las de México en cuanto a la violencia que genera el supuesto combate al crimen organizado, Gunkel sintetiza el balance de su visita en una frase, que expresa cerrando el puño y golpeándolo contra la mesa: “Nunca ninguno de mis colegas alemanes concebiría que en Alemania se diga que hay 62 periodistas asesinados ¡y no se haga nada!”
Para este expolicía que vivió la reunificación de Alemania, las Fuerzas Armadas son necesarias para combatir al crimen, pero sin cometer excesos o violaciones a los derechos humanos. Tras escuchar las explicaciones de los mexicanos con los que se entrevistó, confiesa que regresa a su país muy preocupado por el escenario de violencia generalizada que observó en México. Promete que esto lo manifestará en el parlamento alemán y ante el parlamento europeo.
Días después de la estancia de Wolfang Gunkel, llegaron al país dos eurodiputadas del Grupo de los Verdes: la alemana Franziska Keller y la finlandesa Satu Hassi, quienes permanecieron del 1 al 4 de julio. Su objetivo era conocer el avance en las investigaciones por los asesinatos de la activista mexicana Beatriz Alberta Cariño y el observador finlandés Jyri Jaakkola. El 27 de abril de 2010, ambos fueron emboscados por un grupo paramilitar a la entrada de la comunidad triqui de San Juan Copala, Oaxaca.
Tras reunirse con funcionarios de la Secretaría de Relaciones Exteriores, de la Secretaría de Gobernación y de la Procuraduría General de la República, así como con representantes de organizaciones civiles y de sus propias embajadas, manifestaron que su solicitud de entrevista con el gobernador de Oaxaca, Ulises Ruiz, no fue atendida.
Hassi, exministra de Cooperación del Medio Ambiente y Desarrollo de Finlandia, admitió que se sentía “decepcionada” por la respuesta de los gobiernos federal y estatal ante la emboscada en el Municipio Autónomo. “Nos dijeron que era un conflicto interno de la comunidad triqui, pero ahora sabemos que es mucho más que eso: es notorio que el grupo paramilitar Unión para el Bienestar Social de la Región Triqui cuenta con muchas armas y entrenamiento”. Enseguida lanza la pregunta que, afirma, deseaba formular al gobernador oaxaqueño: “¿Quién les da esas armas y entrenamiento?”
Ambas eurodiputadas, tras recoger testimonios de quienes resultaron atacados en la emboscada paramilitar del 27 de abril, afirman que “se alteraron evidencias” y que la policía tardó tanto tiempo en arribar al sitio de los hechos que los atacantes pudieron modificar la camioneta en la que viajaban las dos víctimas. Con miras a evitar que esos acontecimientos se repitan, las legisladoras expresaron que llevarán el caso ante el parlamento Europeo.
El 18 de mayo, desde Alemania, la Presidencia de la República emitió un comunicado en el que se anunciaba que ese día, y en el marco de la VI Cumbre América Latina y el Caribe-Unión Europea, Felipe Calderón Hinojosa se reunió con la presidenta de Finlandia, Tarja Halonen, a quien manifestó “su pesar por el fallecimiento del ciudadano finlandés Jyri Jaakkola, así como el de la mexicana Beatriz Cariño”.
Tras ese suceso, ocurrido en el municipio de San Juan Copala y al que el comunicado oficial denomina “lamentable incidente”, el mandatario se comprometió a esclarecer los hechos y a castigar a los responsables “con estricto apego a la ley”. Promesas que aún no cumple.
Cobertura de guerra
Hace dos años, el jefe de Tracy Wilkinson la envió a México bajo esta consigna: “Ahí hay una guerra y tú tienes que cubrirla”. Esta periodista ?que cubrió para Los Angeles Times los conflictos armados en Centroamérica durante la década de 1980, las ofensivas militares contra Irak (de 1991 y de 2003), así como la guerra de los Balcanes en la antigua Yugoslavia? ha recurrido a su experiencia como corresponsal de guerra durante sus recorridos por México.
Explica la necesidad de que, al cubrir una zona de conflicto armado, los corresponsales distingan a los actores del mismo, qué intereses defienden y cuál es su fortaleza. Asegura que aunque ha usado chaleco antibalas, no utiliza ni armas ni fotógrafos en escenarios de gran peligro porque así puede entrar y salir de manera pronta y más segura, “y con la información necesaria”.
La jefa de la oficina en México de Los Angeles Times, ganadora del premio George Polk ?que otorga la Universidad de Long Island, en Nueva York? y reconocida por el Overseas Press Club, responde a la pregunta ¿realmente vive México una guerra y de qué tipo?
—Sí. Lo que está pasando en México se puede llamar guerra, pero obviamente una guerra no convencional. Hay bandas armadas que combaten, narcos que luchan entre sí con sus propias fuerzas paramilitares y otros que combaten con las fuerzas de seguridad del Estado. No hay líneas de batalla bien definidas o no son fluidas y cambian. Eso lo hace más peligroso cuando se trata de cubrir periodísticamente.
A la opinión de esta periodista, se suma la experiencia de Ioan Grillo, ahora reportero de investigación independiente y excorresponsal de The Houston Chronicle y Associated Press, así como de estaciones de televisión estadunidenses y británicas. Desde su llegada a México, se especializó en la cobertura del ascenso en el poderío y capacidad del crimen organizado, un trabajo que, reconoce, ha realizado con el apoyo de sus colegas mexicanos y de los ciudadanos de este país.
El 13 de julio, Grillo publicó en Globalpost el artículo “El séptimo círculo”. Ahí plasma su visión como corresponsal de lo que ocurre en Ciudad Juárez, Chihuahua, en estos términos: “Si Dante alguna vez hubiera estado en Juárez, lo habría situado en el séptimo círculo del infierno, la única vivienda de la violencia y rodeado por un río de sangre hirviendo”. Describe lo que significa esta ciudad fronteriza donde se libra una guerra que no se divulga en el exterior: “La ciudad, que reposa sobre el Río Grande, justo al otro lado de El Paso, Texas, es la capital mundial del asesinato, en la que se registran más de 5 mil 500 asesinatos desde enero de 2008. Es responsable de una quinta parte de los más de 25 asesinatos relacionados con las drogas que han ocurrido en México desde 2006, cuando el presidente Felipe Calderón oficialmente declaró la guerra contra los fuertemente armados cárteles de la droga del país. Esa guerra nacional alcanzó un dramático punto decisivo el mes pasado, cuando el candidato mejor posicionado para la gubernatura de este estado fronterizo fue asesinado por hombres armados que, se cree, fueron enviados por un cártel de las drogas”.
Al compartir su experiencia en zonas de conflicto con sus colegas mexicanos, en el marco del foro titulado Cobertura de la Violencia en México desde la Mirada de los Corresponsales Extranjeros, que convocó la organización Periodistas de a Pie, Grillo también mencionó el asesinato del reportero Brad Will y del activista Jyri Jaakkola, ambos en Oaxaca, aunque en diferentes contextos y tiempos, como parte de los riesgos que viven los extranjeros que cubren y se preocupan por la realidad mexicana.
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