Benedetti escribía poesía tan sencilla, que había quienes dudaban de que aquello fuera verdadera poesía. “Sabe vengarse” se llama un poema que consta de sólo unas cuantas líneas, cortitas. Pero la sencillez de Benedetti no riñe con la profundidad de la verdad, contenida en sus palabras generalmente breves. En “Sabe vengarse” el uruguayo aborda las relaciones con el otro. Dice que para librarnos del prójimo sólo hay que cerrar los ojos:
“Cierro los ojos y no existe el prójimo; se terminan la lucha, el mar de agravios, los dueños del dinero, la nube que amenaza… Cierro los ojos y no existe el prójimo; pero él sabe vengarse; ahora, o cuando quiera, puede cerrar los ojos, sólo cerrar los ojos, y entonces yo no existo.”
El manglar es un complejo ecosistema, importantísimo por su aporte en biodiversidad, pues son muchas las especies de flora y fauna que sólo en él pueden seguir viviendo. Muchas economías locales viven también del manglar, o más propiamente, de las especies que el manglar anida. Pero en México las autoridades federales encargadas de protejoder el medio ambiente, en complicidad con autoridades locales y la siempre oportuna voracidad de algunos empresarios, casi siempre extranjeros, han declarado inexistente al manglar. Lo han hecho del modo más sencillo, de la manera que advertía Benedetti; cerrando los ojos. Cierro los ojos y el manglar no existe, dijeron.
A ojos cerrados le echaron tierra encima y, sobre esa tierra, construyeron hoteles de gran lujo. A todo lo largo del litoral mexicano desaparecen esteros y manglares; se abren paso desarrollos turísticos y granjas acuícolas. Lo humano se abre paso, cerrando los ojos; la naturaleza cede, y muere; hasta que también, cerrando los ojos, natura demuestra que sabe vengarse.
Y entonces pasa lo que sucede. Y sucede lo que acaba de acontecer en Cancún: El lobby del hotel Playa del Carmen explotó causando la muerte de empleados mexicanos y turistas canadienses. Dicen que la explosión ocurrió debido a la acumulación del gas metano producido por materia orgánica, la que fue enterrada para construir el hotel.
La flatulencia se compone, entre otras cosas, de metano, gas inflamable. Quien no lo crea, que encienda un fósforo y lo compruebe por sí mismo. Eso fue lo que explotó en Cancún. O sea que, con rigor científico, se puede decir que al inexistente manglar, sobre el que se construyó el hotel, le bastó tirarse un pedo para demostrar su existencia, cadavérica ahora, pero existencia al fin.
LARGA POSDATA: El gobierno de Sonora promueve un proyecto para transvasar agua de la cuenca del rio Yaqui a la ciudad de Hermosillo. Esto ha generado la confrontación de los egoísmos regionales, que alimentan la división de los sonorenses. Mala noticia, malos augurios. ¿Es absolutamente necesaria la construcción del acueducto Novillo Hermosillo? ¿No existen otras soluciones a la baja disponibilidad de agua en Hermosillo, que no impliquen el sacrificio de otras regiones, que no impliquen presiones innecesarias en los ecosistemas regionales? ¿Tienen los ojos abiertos, o los cerraron, frente a los riesgos presentes y futuros de un crecimiento desbordado de la capital? ¿Ya consideraron las presiones que ese crecimiento ejercerá sobre el frágil equilibrio ecológico del semidesierto sonorense? ¿El acueducto es la única solución posible?
Las preguntas anteriores se quedarán sin respuesta. La danza de los millones ya comenzó y muchos ya alistan la pala para recogerlos. De las malas decisiones de hoy, el futuro se vengará mañana. Pero ellos ya no estarán; ellos se habrán ido, con sus millones y con su pala al hombro.
Martín Vélez
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