Sique
El Comunicado de la Red de Transformación Global sobre el secuestro de Diego Fernández de Cevallos me pareció valioso en fondo y forma independientemente de si esté o no de acuerdo con la lucha armada. De tal manera que quedé de enviárselo a un amigo quien después me llamó y me dijo que ya no lo hiciera porque había leído los artículos de Octavio Rodríguez Araujo y Guillermo Almeyra, colaboradores de La Jornada, que habían invalidado el susodicho Comunicado, considerándolo una trampa. Tengo en alta estima las colaboraciones de estos autores, sin embargo, por principio, me pareció errado no leer el Comunicado pues por más que uno confíe en el criterio de un autor es necesario conocer el objeto del cual está hablando. Me interesó saber la percepción de estos autores sobre el Comunicado de los “Misteriosos Desaparecedores”, me asaltó la duda de si yo había dejado de leer entrelíneas o había omitido algunas cuestiones relevantes que podrían cambiar mi opinión.
Comienzo con el artículo “Sospechas” de Rodríguez Araujo:
1) Señala que “cualquiera”, incluso alguien de derecha puede expresar “los sentimientos de los pobres en contra de los plutócratas”. Disiento, no, no cualquiera y menos alguien de derecha puede expresar los sentimientos de los pobres en contra de los plutócratas, a veces ni siquiera los de izquierda, y mucho menos escribirlo con tal nitidez en la forma y tal visión moral en el contenido como lo hacen los autores del Comunicado.
2) Luego, cuestiona el monto obtenido por el secuestro, dice que es poco para levantar un movimiento rebelde. Difícil juzgar este factor cuando se desconocen las negociaciones y las dificultades que pudieron tener para poder llevar a cabo un secuestro en el que se respetara la integridad física del secuestrado como muestra de desagravio y no de venganza.
3) También cuestiona que la noticia de su liberación haya sido premisa de los medios de la derecha, Televisa y Notimex. El mismo cuestionamiento que se le hace a Wikileaks, sin entender que nos guste o no, son los medios masivos los que mayor cobertura tienen y del que se alimentan todos los medios incluyendo La Jornada, por ejemplo.
4) Estaría de acuerdo en que puede levantar sospecha que el Comunicado tenga un discurso parecido al de López Obrador y al de Marcos, (aunque no estoy de acuerdo en que utilice el término convertido en peyorativo por la derecha de “izquierdista-populista” que perpetúa la semiótica del capitalismo), para luego implicar a los movimientos de izquierda en actividades delictuosas. Sin embargo, para ello no se necesita llevar a cabo semejante hecho.
5) Considerar que Diego Fernández de Cevallos es ahora un precandidato a la presidencia presentable para el PAN es una devaluación al pueblo de México. Quizás a la dirigencia panista pueda ocurrírsele pero por más que los mexicanos y mexicanas estén dormidos, mediatizados, etc… este delincuente con gesto de loco cuenta con el desprecio de la gran mayoría, incluyendo gente de derecha, y no tendría posibilidades como candidato a la presidencia. Si las hubiera, querría decir que el país está irremediablemente perdido y yo aún confío en el pueblo de México.
El artículo de Guillermo Almeyra:
1) Comienza por especular: dice que “fue secuestrado y mantenido en un lugar secreto en buenas condiciones. Fue liberado limpio, con barba y pelo lavados con champú, bien vestido y con la buena salud propia de quien recibe una alimentación adecuada, hace algún ejercicio y no ha estado en condiciones antihigiénicas o extremas.” ¿De dónde saca eso? No sabemos las condiciones en las que estuvo, ni el momento de la liberación.
2) Respecto a la perfección del secuestro, podría indicar que se trata justamente de personas sumamente capaces, ¿sorprende? sí, ¿puede haberlas?, sí.
3) Dice que explica las fechorías de varios especímenes del gobierno pero deja en la sombra a Peña Nieto. Pareciera que Almeyra no leyó con el debido cuidado el Comunicado: hay una denuncia bastante completa de la inmoralidad de la oligarquía y del gobierno y algunas fechorías de los principales actores, no todas porque sería un comunicado interminable, pero sí menciona a Peña Nieto y si no lo hace puntualmente es porque este hombre es finalmente sólo un títere de Salinas de Gortari.
4) Dice que no precisan los dólares que cobraron “para el pueblo” ni para qué los utilizarán. Estos misteriosos deben saber muy bien qué decir y qué no decir respecto a esa concreción, a eso se le llama estrategia, aunque cualquiera puede entender lo que podría significar “para el pueblo”.
5) Almeyra escribe bien, pero creo que en este caso, repito, no leyó bien. Dice: “hablan, coincidentemente con Calderón, sobre la necesidad de la “unión nacional” (o sea, también con los capitalistas delincuenciales o semidelincuenciales que denuncian y con una masa de capitalistas y explotados entreverados y confundidos)”. La “unión nacional” a la que se refieren los misteriosos de forma reiterativa es de los de abajo, de los movimientos sociales, de los campesinos y de los obreros. Dice que no hay una sola idea política y que no hablan de los problemas que ayudarían a solucionar, cuando eso está en todo el texto y que no hablan de “Washington” cuando en la segunda parte dedican un largo párrafo a la injerencia de Estados Unidos con la cuestión del narcotráfico.
6) Por último considera que el texto carece de pasión con lo cual disiento completamente, pude percibirla en cada párrafo. Ésta, sin embargo, tiene congruencia, la cual no se percibe en el artículo de Almeyra, en el que el tono de burla, el insulto gratuito y la ironía contradictoria (“su documento, tan calculadito, prolijito y medidito”, ¿prolijito y medidito?) a un texto tan bien escrito que tanto dice de la situación en México, ciertamente no hace justicia a un autor que tanta sensatez y objetividad ha mostrado en sus escritos.
Hoy leo el artículo de Luis Hernández Navarro “Los Misteriosos Desaparecedores” y coincido totalmente con éste.
Conclusiones:
1) Para tener una opinión uno debe abrevar de la fuente original y luego, si acaso, analizar lo que dicen los autores en los que se confía. Éstos, como uno, pueden equivocarse.
2) Debemos defendernos de la desconfianza que los medios han estimulado en uno. No creer en nada es tan malo como creer en todo. Aplicar las mismas fórmulas para emitir un juicio es cerrarse a toda posibilidad de comprender fenómenos sociales que pueden suceder. La especulación estereotipada es muy dañina porque se crean delirios que nos apartan de la verdad, justamente el objetivo de los medios masivos de comunicación.
3) Ya dejemos de llamarle “izquierdismo-populista” a todos los discursos que hablan de los pobres, ¿por qué seguir con la semiótica que nos imprime el capitalismo?
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