Antecedentes
Durante una generación en Afganistán, Bin Laden operó en los 80 en  favor de Estados Unidos y contra del comunismo pagano
 de los infieles
  soviéticos, pero en la primera década del siglo XXI, después de  consumado su presunto multiatentado matutino a las Torres Gemelas de  Nueva York, se volteó presuntamente –según la discutible narrativa de  Estados Unidos– contra su anterior aliado.
En contra de la URSS –cuya humillante derrota en Afganistán aceleró  tanto su decadencia como su posterior balcanización–, Bin Laden había  sido el aliado mayúsculo de Estados Unidos junto al mítico héroe  hollywoodense Rambo, quien encabezaba a los guerrilleros sagrados
  del Islam (mujaidines).
En sus dos guerras en Afganistán, una en favor de Estados Unidos y  otra en su contra
, Bin Laden gozó del apoyo tácito de Pakistán.
Dejaré de lado los suculentos cuan truculentos negocios mancomunados  (y otros impublicables, como la trama de Al Yamamah
: el “Operativo  Paloma”) de la familia Bin Laden y el nepotismo de los Bush,  además de sus traslapes británicos con Tony Blair.
Quedan en el tintero dos extrañas muertes accidentales
, del  padre de Bin Laden y de uno de sus hermanos (en Texas: feudo de los  Bush), así como la fuga tolerada de toda su familia de Estados Unidos en  un avión especial, posterior a los multiatentados del 11/9, de los que  sigo siendo asépticamente escéptico, a defecto de evidencias (no de videncias
  ni montajes).
Rescato mi artículo “Osama ‘el bueno’ y Osama ‘el malo’” (Bajo la Lupa, 6/7/02), menos de un año después del 11/9, cuando sus fabulosas huestes de Al Qaeda operaban todavía en favor (¡súper sic!) de Estados Unidos en Kosovo (los Balcanes) y en Chechenia (Transcáucaso), mientras colisionaban (¡súper sic!) con Washington en la segunda guerra del yemení-saudita en Afganistán.
Dejo también de lado el doble
 (¡súper sic!) cobro  estratosférico de los seguros financieros de la demolición controlada
,  perdón, los atentados terroristas
, de las Torres Gemelas y del  tercer edificio No. 7 (que se derrumbó desfasadamente por la tarde), que  manejó imperturbablemente el sionismo jázaro (Bajo la Lupa, 26/9, 3/10 y  22/12 de 2004).
Sobre el significado geopolítico del 11/9, recomiendo mi libro agotado Los 11 frentes antes y después del 11 de septiembre: una guerra multidimensional (Cadmo & Europa, 2003), descargable gratuitamente en www.alfredojalife.com.
La única constante del enigma Bin Laden
 era que sus atentados  NO beneficiaron en absoluto a los mil 600 millones de feligreses de los  57 países de la Organización de la Conferencia Islámica ni a los 360  millones de los 22 países árabes.
Todo lo contrario: su yijadismo terrorista acaba(ba) siempre  por servir de catalizador impío para avanzar la agenda unilateral de  Estados Unidos en todo el mundo (que envolvió perversamente hasta a  Pemex), que incluyó sus tres guerras fracasadas durante una década: 1)  la guerra contra el terrorismo global
; 2) la invasión de  Afganistán y 3) la invasión de Irak (y sus inventadas armas de  destrucción masiva
).
Saltaré los obituarios de otras fuentes (The Observer, de Pakistán, y el periódico egipcio Al Wafd, 26/12/01), sobre las múltiples muertes de Bin Laden desde hace 10 años, pero destaco que la primera ministra de Pakistán Benazir Bhutto reveló hace casi cuatro años hasta la identidad de su asesino (entrevista a David Frost, BBC, 2/11/07). Benazir fue asesinada al mes siguiente (27/12/07)…
Hechos
Alguien miente: los sepultureros prematuros de Bin Laden  10 años atrás, o el presidente Obama, quien anunció su asesinato el  primero de mayo por sus heroicas fuerzas especiales de marines, pese  a algunas fallas técnicas de logística (v.gr. el achicharrado  helicóptero furtivo
).
La coreografía hollywoodense del presidente Obama deja mucho que desear y, sobre todo, exime el cuerpo del delito, arrojado anti-islámicamente al mar. Ni siquiera existen fotos ni videos irrefutables de su ejecución.
El periódico galo Le Monde (6/5/11) aduce que la  administración Obama ha mostrado serias fallas de comunicación
,  ya no se diga, perturbadoras contradicciones entre sus funcionarios y  portavoces.
En la mayor obra teatral de la vida del presidente Obama, que denominamos La enésima muerte de Bin Laden, la coreografía fracasó estrepitosamente, pero no así su muy exitosa escenografía doméstica y geopolítica, que ya está redituando enormes beneficios: desde la mayor probabilidad de su relección, pasando por el retiro decoroso de los 150 mil soldados estadunidenses de Afganistán (que, por lo visto, operan clandestinamente también en Pakistán), hasta la espectacular reconciliación con el Islam y sus mil 600 millones de feligreses, que ostentan un PIB de 5 billones de dólares, es decir, la tercera potencia geoeconómica global detrás de China y antes de Japón.
Conclusión
Dejando de lado las conjeturas sobre sus múltiples  muertes físicas
, el nefrópata Bin Laden ya había fallecido  metafóricamente tres veces antes de la nocturna versión del presidente  Obama: 1) fuera del sobredimensionamiento de los mendaces multimedia de  Estados Unidos, hace mucho que Al Qaeda estaba más que castrada y  marginada, sin operativos de envergadura que vanagloriar; 2) el  mismo Pentágono cambió hace más de dos años el nombre caduco de la  guerra contra el terrorismo global
 (acuñado por Baby Bush)  por la menos inquietante Operación de Contingencia de Ultramar
 (The  Washington Post, 25/3/09), más acorde con la cosmogonía del  presidente Barack Hussein Obama y menos hostil con el Islam (después de  sus rimbombantes discursos del 2 y el 4 de abril de 2009,  respectivamente en Turquía y Egipto), y 3) las pacifistas revueltas y  revoluciones del mundo árabe
 en favor de la democracia y la  justicia y en contra de la cleptocracia y los estados  policiaco/carcelarios aniquilaron filosóficamente tanto a Bin Laden como  a quien lo suceda en la agónica Al Qaeda.
El aroma extático de la revolución del jazmín
 del paradigma  tunecino es incompatible con el nihilismo del yijadismo salafista-wahabita  totalmente rebasado y que en su momento contribuyó determinantemente en  el triunfo geoestratégico de Estados Unidos contra la URSS.
La enésima muerte teatral de Bin Laden, esta vez  formalmente geopolítica, sucede en otra coyuntura antagónica y  antipódicamente geoestratégica que le brinda a Estados Unidos –en caída  libre financiera y económica, y sobrextendido
 militarmente– la  coartada idónea para retirarse decorosamente de Afganistán/Pakistán, ya  no se diga de Irak.
Hoy el verdadero enemigo público número uno
 de Estados Unidos  es aterradoramente doméstico: su impagable deuda y su descomunal déficit  fiscal.

 
 

 
 







 
 Entradas
Entradas
 
 





No hay comentarios.:
Publicar un comentario