MÉXICO, D.F., 24 de mayo (Proceso).- El gobierno mexicano no lee correctamente la situación actual, desoye las recomendaciones de los organismos internacionales en torno a la autosuficiencia alimentaria, actúa a contracorriente y le da la espalda a los productores agropecuarios.
A esta conclusión llega Juan Carlos Cortés, presidente del Consejo Nacional Agropecuario (CNA) –organismo del Consejo Coordinador Empresarial–, luego de que el acuerdo de libre comercio con Perú fuera firmado en Lima el pasado 6 de abril. Dos días después, la Secretaría de Economía presentó el documento al Senado para su aprobación.
Pero la insistencia del CNA –al que apoyan prácticamente todas las organizaciones agrarias, la Confederación Nacional Campesina por delante; todos los secretarios de Agricultura de los estados y los productores que sienten que saldrán más afectados– de que el tratado con Perú perjudicará, y en algunos casos destruirá, varios subsectores agropecuarios obligó al Senado a detener la ratificación y aprobación del acuerdo.
Pero el tratado –llamado Acuerdo de Integración Comercial México-Perú y que empezó a negociarse en 2006– ya está firmado por los dos gobiernos.
Abarca prácticamente todo el universo arancelario, de 12 mil 107 productos, de los tres sectores fundamentales: servicios, industria y agro. Éste representa la parte menor: sólo mil 300 fracciones agroalimentarias; 6% de ellas fueron centro de las disputas en todas las rondas de negociaciones, rotas ríspidamente en varias ocasiones y causa de enfrentamientos verbales entre el presidente del CNA y el secretario de Economía, Bruno Ferrari.
De las mil 300 fracciones agroalimentarias negociadas, 38% tendrá acceso inmediato libre de arancel, 8% estará libre de arancel en el mediano plazo (entre tres y siete años), 33% en el largo plazo (10 años) y 15% quedó fuera del acuerdo por consenso y falta de interés de ambos países.
Pero 6% de los productos (o fracciones arancelarias) corresponde a alimentos “sensibles” del agro mexicano “que fueron incluidos de manera unilateral sin el aval del sector productivo”, indica un documento del CNA entregado a Proceso.
Campo “sensible”
Los productos “sensibles” son: cítricos (naranja, toronja, limón, mandarina), pavo, leche evaporada y dulce de leche, aguacate, papas en trozos o en rodajas cocidas o congeladas, ajos, espárragos frescos y congelados, plátano, uva de mesa, mango, aceituna conservada, cebollas, chiles secos, frijol y productos pesqueros, de los que se incluyeron todas las fracciones del sector: vivos, frescos, congelados, secos y procesados.
Con base en rigurosos estudios de cada sector y análisis de firmas externas –como el Grupo de Economistas Asociados (GEA)–, el CNA sostiene que todos los productores de esos alimentos en México serán arrasados por sus contrapartes peruanas pese a que, como dice el gobierno mexicano, Perú es un país chico y no representa gran riesgo para México.
Juan Carlos Cortés comenta a este semanario: “Hay que tener cuidado con eso de que Perú es chiquito. Es chico, comparado con México, sólo en población, tamaño de la economía y PIB per cápita. Pero para efectos del acuerdo comercial, en la parte agropecuaria para nada es chico.
“El PIB agropecuario peruano es casi el doble que el mexicano: 7.3% contra 4.3%. De los 20 principales productos agropecuarios de Perú, ellos crecen a tasas altas en 12. Nosotros de los 20 productos más importantes, crecemos a tasas altas solamente en tres.
“De los 20 productos principales, mexicanos y peruanos, coincidimos en 15. Es decir, no somos complementarios. Y de los 20 productos agroalimentarios principales que exporta México, Perú en 16 no compra nada en ninguna parte del mundo. Entonces no tenemos nada que venderles.
“En suma, repito, no somos complementarios, producimos lo mismo y de las exportaciones que nosotros podemos ofrecer, ellos no compran. Pero además 71% de las exportaciones de Perú hoy es de producción primaria, son productos agropecuarios.
“Sus principales productos de exportación son naranja, limón, plátano, cebolla, aguacate, chile seco, uva, pesqueros… es decir, todos los productos sensibles de nosotros son sus productos líderes de exportación.”
Cortés rechaza que la afectación al sector agropecuario mexicano vaya a ser mínima, como sostiene la Secretaría de Economía.
Dice: “Los productos sensibles no son una parte pequeña en México. Son 2.8 millones de hectáreas sembradas, es 13% de todo lo que se siembra, el valor de la producción está cerca de los 78 mil millones de pesos, 26% del valor de la producción total de los cultivos existentes en México.
“Los productos sensibles representan 17% del PIB agropecuario; significan en promedio 1 millón de jornales anuales, 1 millón de empleos directos y abarcan más de 400 mil productores. Es decir, es una parte muy importante del sector.”
Más barato
Una ventaja competitiva de Perú es que allá los precios de esos productos son mucho más bajos, hasta en más de 50% en algunos casos, que los de México, según el estudio del GEA para la CNA.
Por ejemplo, allá la papa es 52% más barata; entonces, en ese mismo porcentaje sería el desplazamiento potencial de la producción de papa en México.
En el caso del ajo, el desplazamiento de la producción nacional sería de 35%, por los bajos precios y mano de obra mucho más barata, hasta 40% menos, además de que el agua es prácticamente gratis por los escurrimientos de Los Andes, mientras que en México el cultivo de ajo se hace mediante riego por bombeo.
En espárragos puede haber una destrucción total de la producción nacional. Perú es el principal exportador del mundo de ese producto; ya desplazó a Estados Unidos y a China. Su precio es una tercera parte del de México.
En cuanto al plátano, el CNA no ve el sentido de abrir la frontera pues en México el mercado de esa fruta es volátil y hay problemas de sobreproducción, por lo que cualquier volumen adicional impactará los precios a la baja. Además, los productores mexicanos son pequeños y medianos, mientras que en Perú son verdaderas trasnacionales que no le van a comprar nada a México, y en parte porque el precio del plátano en Perú es 29% inferior al de México.
En chiles secos ya ha habido, prácticamente, un avasallamiento. Aun con el arancel actual de 20%, las importaciones de chile seco peruano son del orden de 9 mil toneladas, que significan un aumento de 5000% en los últimos ocho años.
En el caso del sector pesquero, el CNA augura una verdadera tragedia si el Senado ratifica y aprueba el acuerdo comercial con Perú en los términos establecidos por los dos gobiernos.
Dice Cortés: “El sector quedará libre de arancel al cabo de 10 años, desgravándose 10% cada año. Perú es el país que más volumen de pescado captura en el mundo, es el número uno: 6 millones de toneladas, es el principal productor de harina de pescado, 1.6 millones de toneladas, que es 16 veces mayor que la de México, y también de aceite de pescado.
“Además Perú cuenta con una flota de más de mil embarcaciones mayores; México tiene 75. Perú fija los precios internacionales para la sardina, la pesca ribereña y el atún. Es un peligro mayor y lo vamos a desgravar completamente en 10 años.”
Insiste en que de aprobarse el acuerdo comercial –si bien puede traer ventajas a México en materia de industria y servicios–, el sector agropecuario quedará severamente dañado.
Alerta: “Con los tratados y acuerdos comerciales que México tiene con 50 países, el gran perdedor ha sido el sector agropecuario y ahora se le quiere dar un golpe más. Pero hay que recordar que el sector representa la tercera parte de la población del país y en particular el sector rural tiene el doble de pobreza que las zonas urbanas.
“Además el sector agropecuario –aunque cada vez más chico: en dos décadas el PIB agropecuario pasó de 8% a 4%– es la actividad económica número uno o dos en casi 70% de los municipios del país. Es decir, en una muy grande porción de México no hay otra actividad económica que no sea la agropecuaria.”
Cuenta que la férrea oposición a que se incluyeran los productos sensibles en el acuerdo –“nunca dijimos no al tratado en sí”, afirma– fue no sólo porque se estaban abriendo fronteras a productos en los que México es autosuficiente, sino porque además de las claras ventajas de Perú, en ese país persisten prácticas desleales de comercio, como la triangulación y el contrabando de productos sensibles, como el ajo chino (algo estrictamente documentado) y los productos lácteos.
Además, dice, los productos de Perú son de menor calidad y faltan normas oficiales en México que den orden al cumplimiento de los atributos y características de los productos que se van a comercializar en el país.
Particularmente, afirma, el tema fitozoosanitario es muy relevante: Perú dispone de nulos o pocos controles que permitan garantizar la sanidad e inocuidad de sus exportaciones. “Y lo que es peor, padece plagas –como la mosca del Mediterráneo– y otras enfermedades que no existen en México”.
Entre ellas: gusano barrenador del hueso, canker, tristeza y cochinilla rosada, además de la fiebre aftosa y el gusano barrenador del ganado.
Pero el equipo negociador mexicano, encabezado por Ferrari y la subsecretaria Beatriz Leycegui, desoyó todo eso. De última hora se fue por la libre: a espaldas de los productores mexicanos concedió apertura a Perú en productos de los cuales ya se había negociado la exclusión.
Juan Carlos Cortés remata: “Teníamos una muy buena relación con el gobierno federal y la negociación venía muy bien. Pero se rompió cuando arbitrariamente la Secretaría de Economía desconoce los acuerdos que ya se habían alcanzado y decide crear una propuesta nueva e irse solos en la negociación.
“Fue el meollo, porque a pesar de que sabíamos que no teníamos un mercado potencial, nos lanzamos a negociar y avanzamos mucho, con el ánimo de que otros sectores de la economía pudieran aprovecharlo. Ahí viene un giro que creemos nosotros fue poco afortunado.
“Economía echó a la basura todo el trabajo realizado durante seis años entre el sector público y privado de ambos países. Se perdió el sentido de las consultas al sector agropecuario, que habían implicado más de 100 reuniones de trabajo y nueve rondas de negociaciones.”
Concluye: “Sólo falta esperar qué decide el Senado de la República, del que recibimos un respaldo total”.
El mismo día de la entrevista con Juan Carlos Cortés, Proceso solicitó formalmente a la Secretaría de Economía una entrevista con la subsecretaria Leycegui, que encabezó las negociaciones de los últimos años. “En dos horas le llamamos”, dijo el funcionario que atendió.
Pasaron 10 días y no hubo respuesta.
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