Las agresiones de la última década han privilegiado las zonas tradicionales. Los ataques en Medio Oriente se explican por las reservas petroleras y la ubicación geopolítica. Pero en Irak influyó también el mensaje general de dominación, junto a imposiciones del lobby sionista y presiones neoconservadoras. Luego de un gran desangre, el resultado del atolladero permanece abierto.
La extensión de la guerra hacia Afganistán y Pakistán agrava la tragedia humanitaria, recompone a Irán, genera tensiones con India y recrea el fantasma de los talibanes. Estados Unidos sostiene a Israel como un apéndice colonial que impide la constitución del estado palestino. Esta opresión es encubierta con una falsa identificación del judaísmo con el sionismo y torna improbable la repetición del curso seguido en Sudáfrica. La resistencia de los palestinos converge ahora con una sublevación generalizada que cambia el escenario regional.
Estado Unidos continúa considerando al grueso de América Latina como su “patio trasero”. Jerarquiza la presión militar a través de la IV flota y nuevas bases de Colombia, que hostigan a los gobiernos antiimperialistas y redoblan las provocaciones contra Cuba.
El imperialismo militariza esa región con el pretexto de enfrentar al narcotráfico, cuando ha utilizado esa actividad para financiar operaciones de la CIA. Pero ya se ha creado una narco-burguesía criminal, que rompe la cohesión de los estados.
La ocupación militar ha reaparecido en Haití y el golpismo clásico que resurgió en Honduras no pudo prosperar en Ecuador, Bolivia y Venezuela. Estados Unidos intenta una contraofensiva en América Latina para recuperar terreno económico frente a sus rivales, luego del fracaso del ALCA.
La intervención norteamericana en África ha crecido junto al repliegue de las viejas potencias coloniales y ante la creciente presencia comercial de China. Luego de una década de despojos neoliberales, la región se ha transformado en un escenario de disputas por el control de las materias primas. Pero también actúa una nueva burguesía africana que custodia sus propios intereses.
Las agresiones bélicas de la última década han privilegiado las zonas tradicionales de intervención imperial: Medio Oriente, América Latina y África. También en este plano Obama continúa con menos alardeos, la política de atropellos que implementó Bush. Evita las imprudencias de su antecesor, pero preserva la misma agenda militarista.
Las incursiones repiten un libreto conocido. Primero aparecen los discursos moralizadores y luego el hostigamiento del enemigo, que está invariablemente localizado en una región apetecida. Posteriormente se exige la rendición con chantajes diplomáticos de la ONU y finalmente aparece el bombardeo o la ocupación del país cuestionado.
La demolición de Irak
Los ataques en Medio Oriente obedecen a dos razones específicas: reservas petroleras y ubicación geopolítica. Estas motivaciones determinaron la continuada presencia imperial durante todo el siglo XX. Pero el ciclo iniciado en el 2001 se ha caracterizado por nuevos atropellos que alcanzaron proporciones dantescas en Irak.
Todavía se desconoce cuántas víctimas provocó la invasión norteamericana, aunque varias estimaciones computan 600.000 muertos, cuatro millones desplazados y dos millones exiliados. Aumentó la desnutrición infantil, el 43% de población recayó en la pobreza extrema, la mitad de los trabajadores quedaron desempleados, el 79% de los habitantes carece de agua potable y se perdió al 80% de los médicos. (1)
En Irak ha imperado el terror cotidiano y ya nadie recuerda los ridículos argumentos esgrimidos por Bush para lanzar el ataque. Todos los funcionarios han reconocido que nunca existieron las armas de destrucción masiva y con gran cinismo hablan de “errores de evaluación” o “fallas de información”. Es sabido que utilizaron un burdo pretexto para consumar una ocupación cuidadosamente planificada.
El control del petróleo fue la causa directa de la invasión. Es conocida la vinculación de la familia Bush con ese sector y la urgencia por ampliar el abastecimiento de crudo importado, ante el escaso desarrollo de las energías renovables. Todos los gobiernos norteamericanos han buscado incrementar esa provisión, privilegiando la región del Golfo, que concentra dos tercios de las reservas mundiales y aporta el 30% de la producción. Con el control de Irak se intentó contrapesar la excesiva dependencia de suministros sauditas y se buscó incidir en la evolución de las cotizaciones del crudo.
El recurso natural más codiciado por las potencias afronta un horizonte de agotamiento que acentúa la rivalidad por su acaparamiento. La transición hacia un patrón energético independizado del petróleo será un proceso prolongado, que estimula la captura inmediata de todas las fuentes disponibles de crudo. Como ese abastecimiento es por otra parte imprescindible para el complejo militar-industrial, salta a la vista la influencia del Pentágono en el ataque a Irak. El petróleo es un insumo vital para el funcionamiento de la maquinaria bélica y garantizar su obtención en Medio Oriente ha sido un principio estratégico central desde la presidencia de Carter.
La extensión de la guerra
Obama ha intentado salir del pantano iraquí, ampliando las operaciones en Afganistán y abriendo un nuevo frente en Pakistán. Pero al saltar de una región a otra borrando las fronteras, acentúa la ilegitimidad de guerras sucesivas implementadas por gobiernos aislados e impopulares....
Palestina y el nuevo escenario
Toda la política imperialista en Medio Oriente se basa en el sostén de Israel, que no es sólo un aliado o socio de Estados Unidos. Ese estado constituye una prolongación directa de la primera potencia en la región. Los colonos que arrebataron Palestina comenzaron a ejercer este rol semi-imperial, cuando se convirtieron en un aparato militar victorioso, con capacidad de acción sobre toda la región....
La dominación de América Latina
América Latina siempre ocupó un lugar especial en la estructura del imperialismo norteamericano. Fue el primer territorio de expansión yanqui y estuvo considerado por el establishment del norte como una posesión innegociable. La doctrina Monroe apuntó primero a limitar la presencia europea y buscó posteriormente asegurar la primacía estadounidense. La denominación “Patio Trasero” ilustra esta estrategia de sujeción....
Militarización y narcotráfico
En Colombia se descubren permanentemente fosas comunes de cuerpos descuartizados. Los gobiernos despliegan un discurso dual. Por un lado declaran victorias contra el terrorismo y el narcotráfico y por otra parte convocan a los marines, para impedir el incontenible avance de esos flagelos. Los cambios de presidente sólo han modificado la forma de gestionar el terror....
Invasiones y golpismo
La política imperial hacia América Latina incluye también el clásico expediente de la invasión, con cierta cobertura de ayuda humanitaria. Este recurso fue utilizado en Haití luego de un devastador terremoto, para justificar el masivo ingreso de los marines. Las tropas actuaron bajo la supervisión del Comando Sur y perpetraron una ocupación ensayada durante la catástrofe del Katrina. En lugar de equipos de rescate fueron enviados efectivos, que se dedicaron de inmediato a la ampliación de bases militares y al entrenamiento para el combate en Afganistán....
Los cambios en África
El continente negro es el tercer escenario de gran intervención imperial. A diferencia de Medio Oriente y América Latina, esta región constituyó durante mucho tiempo un área de dominación de las potencias europeas. Pero en las últimas dos décadas, África no sólo perdió su condición de colonia del Viejo Continente. Tampoco perdura como un área sometida al control de sus antiguos mandantes.
Durante el proceso de descolonización, Portugal, España y Bélgica resignaron por completo su preeminencia en ciertas regiones. Pero la gravitación de Francia y Gran Bretaña también decreció, a pesar de la enorme incidencia económica, política y cultural de estas dos viejas potencias sobre sus ex territorios....
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