Néstor de Buen
No hay duda de que Andrés Manuel López Obrador sabe lo que hace. Independientemente de sus discursos, que cada vez son más convincentes, es particularmente importante la formación de su equipo. Recientemente se incorporó Manuel Bartlett y unos días antes lo hizo Juan Ramón de la Fuente, ambos con enorme prestigio personal y experiencia gubernamental amplia; así como Javier Jiménez Espriú. Y por ahí anda, como expectativa laboral, José Agustín Ortiz Pinchetti, un hombre de enorme prestigio periodístico y muy sensible ante los problemas sociales. Su destino evidente será la Secretaría del Trabajo, donde podrá desempeñar exitosamente sus funciones.
La Presidencia de la República no se agota en el personaje principal. El equipo a su entorno suele ser tan importante como el titular y en este momento estoy seguro de que los que lo formen, si son de la misma categoría de los ya conocidos, las posibilidades de AMLO crecerán aún más.
El gobierno actual, sin la menor duda, ha fracasado en temas importantes. Desde luego el laboral, con la falta de aprobación de los proyectos de reformas a la Ley Federal del Trabajo (LFT), obviamente de corte patronal, que lo único que lograrían sería hacer más intenso el desempleo que padecemos, y que no sería remediado sobre la base de la pérdida de la estabilidad en el empleo fundada en contratos temporales y en periodos de prueba, en lo que dominaría la sagrada voluntad del patrón. Algo como lo que está ocurriendo en España con el decreto ley, que no fue aprobado por el Parlamento sino por el jefe de gobierno Mariano Rajoy y por el rey, donde la temporalidad de las relaciones de trabajo se convierte en nota constante. Es significativo que no haya sido el Parlamento el autor del decreto.
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